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Discursos dados por Sai Baba

10. 28/05/95 Krishna y Balarama en Mathura

1995

Brindavan

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Prema Roopambu Brahmambu Prema Mayamu

Premanu Prema To Sandhimpa Neemamagunu

Kaana Prema Nu Poortiga Kaligiyunna

Adviteeyamu Pondaga Arhudagumu

«Brahman» está lleno de amor, es la encarnación del amor.

Fusionar ese amor con el amor de ustedes es el enfoque correcto.

Aquel que cultiva tal amor divino y desinteresado

se hace digno del estado de no dualidad («Adwaitha»).

Todo ser, sin excepción, es un depósito de «Prema». ¡Pero no hay siquiera uno que haya reconocido este principio de «Prema»! Pareciera como que todos expresaran «Prema». En el mundo, muchos en declaran su amor por otras personas, por objetos materiales, por el dinero, por placeres sensuales. Pero si preguntamos: «¿Por quién es este amor?», no hay una respuesta satisfactoria.

Parece que la madre ama al hijo y el hijo ama a la madre. Parece que el esposo y la esposa se aman mutuamente. Incluso parece que los devotos de hoy aman a Dios. Pero, ¿por quién cultivan este amor estas personas? ¿Quién ama a quién? No surgen respuestas correctas a estas preguntas. ¿Por qué?

Todos aman por su propio interés. Nadie ama por el interés de otro. La razón: el egoísmo. La gente ama objetos por su propio interés, no por el interés de esos objetos. Aman el dinero para su propio disfrute, no por el dinero mismo. La gente también ama a Dios por sus propios fines mezquinos, no por Dios. Verdaderamente, si buscamos en todo el mundo, no hay una persona que ame a Dios por Dios mismo. Solo hay egoísmo, egoísmo.

«Sva» + «artham» = «svaartham», egoísmo. «Sva» significa Uno Mismo. «Artham» significa «por el interés de». Aquello que es por el propio interés es «svaartham». El amor egoísta tiene tres estados: el amor en el estado de vigilia, el amor en el estado de ensueño y el amor en el estado de sueño profundo. Mientras ustedes están despiertos, viven en el mundo y aman con su mente y sus sentidos. Solo pueden amar con la combinación de la mente y los sentidos. Segundo, el estado de ensueño. En este estado, los sentidos se olvidan y todo es creado por la mente. Objetos, personas, alegrías y penas son todos concebidos por la mente. Incluso se crean a sí mismos con su mente. Luego, en el sueño profundo, experimentan la felicidad suprema al fundirse consigo mismos. Si indagamos por el camino del «jnana», ninguno de estos tres estados proporciona la percepción del «Atma».

Hoy emprendemos muchas prácticas espirituales. Pero no logramos progresar ni siquiera un milímetro. ¿Por qué? Egoísmo. ¿Dónde nace el egoísmo? La gente es la combinación de la mente y los sentidos. Sin la mente y los sentidos, la humanidad no puede existir. La humanidad está caracterizada por los tres «gunas»: «satva», «rajas» y «tamas». «Tamas» se caracteriza por el dominio de la mente y los sentidos, que da lugar al ego y al apego, y lleva a las alegrías y penas en la vida humana. Luego, experimentar y observar la mente y los sentidos, y hacer el esfuerzo de limitar el apego y el ego, esto es «rajas». Ignorar los impulsos de la mente y los sentidos, sin esperar los frutos de las acciones, participar en actividades con espíritu de sacrificio y deber, considerando todo como la obra de Dios, haciéndolo todo con la intención de ganar el amor de Dios: estos son rasgos «sátvicos».

Una persona tan «sátvica» fue Akrura. Akrura había perseverado durante innumerables vidas para alcanzar la Divinidad. Había esperado pacientemente el momento y el lugar adecuados para encontrar a Dios. Sabía que Narayana había encarnado en Brindavan y estaba jugando allí como un pastor de vacas. Pero para cada objetivo deseado, deben unirse los factores de tiempo, causa y «karma». Lleva tiempo para que una fruta madure y se desprenda de su rama. Akrura era un hombre de gran sabiduría y esperó el momento adecuado para encontrar al Señor Narayana.

Mientras tanto, Narada fue a encontrar a Balarama y Krishna en Brindavan, y dijo:

—¡Narayana, Adisesha! He esperado mucho por tu «darshan». «Vinaasa Kaale Vipareeta Buddhih»: un intelecto retorcido anuncia el mal destino de una persona. Con la intención de destruirlos, su tío materno Kamsa ideó numerosos planes. Pero todos sus esfuerzos han resultado inútiles. Ahora, el fin de Kamsa está próximo.

Esto también es egoísmo total. La idea de quitarle la vida a otra persona para proteger la propia vida es una señal de un intelecto inmaduro. Quien permite que el egoísmo crezca dentro de sí invita a tales tendencias demoníacas.

Narada dijo: —La muerte de Kamsa está cerca. Tú lo sabes todo, eres todopoderoso. Eres Narayana, lo que reconocí hace mucho. Sin embargo, algunos hechos deben ser protegidos, sin expresarse. La gente no logra reconocerlos. Esto depende del karma y el merecimiento de cada persona. Según la actitud con que cada persona piensa en Ti, es la forma asumes para ellos. Esta es una verdad que no todos conocen. Tú cumples lo que ellos desean de Ti. Como es la mente de una persona, así es el resultado que experimenta. Señor, permíteme partir ahora. Mañana, tu magnífico poder será conocido en todo el mundo. Te veré nuevamente durante la coronación de tu abuelo, Ugrasena. Con hermosas sonrisas, Balarama y Krishna despidieron a Narada.

Al día siguiente, Akrura se dirigió a Brindavan en su carruaje. Akrura era un gran devoto. «No importa cuán demoníaco sea Kamsa, me concedió esta oportunidad de encontrar al divino Krishna. Estoy agradecido a Kamsa», pensaba Akrura. Akrura albergaba sentimientos puros incluso hacia los demonios. Llegó a Brindavan al atardecer. Su carruaje se detuvo frente a la casa de Nanda. Entró, pero descubrió que Balarama y Krishna no estaban en casa. Habían ido al bosque con sus vacas.

Balarama y Krishna regresaron a los pocos minutos. Los ojos de Akrura se posaron sobre ellos. Quedó hechizado. Era la primera vez que los veía. Estaba fascinado por su brillo, sus ojos de loto y sus encantadoras sonrisas. Sintió una atracción instantánea hacia ellos. Contempló a Narayana dentro de sí mismo y no pudo encontrar palabras para saludar a Krishna. Krishna, el omnisciente, le preguntó varias veces:

—Akrura, ¡oh, Akrura! ¿Por qué razón has venido?

Akrura dijo: —Krishna, Kamsa ha iniciado un «yaga» llamado «Dhanur Yaga». Me ha enviado para buscarte. Esta es la verdad parcial. Es mi deber decir toda la verdad frente a Dios. Este «Dhanur Yaga» es una excusa para que Kamsa te convoque a Mathura. Kamsa planea matarte allí, y gobernar sin oposición para siempre. Cada persona tiene un sentimiento diferente hacia Ti.

El santo Annamacharya cantó: «Enta Maatramuna Evaru Talachira Anta Maatrame Neevu»: sea cual sea la forma y actitud con la que se te imagine, Tú asumes esa forma.

Si la gente te considera un hombre, te comportas como hombre. Si te consideran divino, apareces como Dios. Esta multiplicidad no está en Ti, sino en las actitudes humanas. Krishna, prepárate para ir a Mathura. Luego, Akrura se volvió hacia Nanda y también lo invitó. Kamsa también había invitado a Nanda y a otros jefes de aldeas para el «Dhanur Yaga».

Algunos textos dicen que Nanda y Yasoda temían enviar a Krishna a Mathura. Esto no es cierto. Nanda y Yasoda habían presenciado innumerables muestras de la divinidad de Krishna. Habían visto a Krishna destruir a los poderosos demonios enviados por Kamsa. Estaban presentes cuando Él danzó sobre la capucha de la serpiente Kaliya y la sometió. Sabían que Balarama y Krishna nunca podrían estar en peligro. Todas las victorias pertenecen solo a Dios, y sabían que Krishna es Dios.

Esa tarde, Nanda hizo un anuncio en Brindavan: «El rey Kamsa está realizando un “Dhanur Yaga” en Mathura. Quienes deseen presenciar las festividades pueden acompañarme». Muchas familias se prepararon con carrozas, caballos y carretas, según sus posibilidades. Fue una ocasión alegre para todos, excepto para las «gopikas».

Por supuesto, nadie puede dañar a Krishna, el Señor mismo. Esta no era la preocupación de las «gopikas». Su inquietud era: «¿Regresará Krishna a Brindavan una vez que se haya ido?». Todas las «gopikas» y «gopalas» convocaron una reunión para evitar que Krishna se fuera. Formaron una cadena humana rodeando la casa de Nanda. Nanda y Yasoda les suplicaron que no obstruyeran los planes, pero las «gopikas» y los «gopalas» solo podían llorar lastimeramente en su defensa.

—¡Krishna! ¡Balarama! ¡No pueden ir a Mathura! ¿Qué será de nosotros? Brindavan se convertirá en un árido desierto. Todos aquí quedaremos sin vida. La verde belleza de Brindavan se perderá para siempre. ¡No se vayan!

¡Esto también era egoísmo! En el interés de mantener la compañía de Krishna, no les importaba frustrar los planes del mismo Krishna. Balarama y Krishna sonrieron y les dijeron: —Nosotros también tenemos algo de egoísmo propio. Nuestra voluntad debe cumplirse. El propósito por el que asumimos formas humanas debe alcanzarse, ¡oh «gopikas» y «gopalas»! Es el deber de cada persona cumplir el propósito para el que se le ha dado el cuerpo. Debemos ir a Mathura. No hay otra manera. Las «gopikas» y los «gopalas» se hundieron en la tristeza. Tuvieron que admitir que mantener a Krishna en Brindavan era un acto de egoísmo de su parte.

Las «gopikas» dijeron: —No deseamos fines mundanos. Los queremos para nuestra satisfacción mental. La gente desea varias cosas de ustedes. Nosotros oramos por ustedes. Entonces Krishna comenzó a enseñarles «jnana»: «Ustedes dicen nuestra” satisfacción. ¿Quién es este “yo”? ¿Son ustedes el cuerpo? ¿O la mente? No, no. No son ni el cuerpo ni la mente. El cuerpo es inerte, una colección de los cinco elementos. La mente es voluble. El Residente, el Atma, hace funcionar el cuerpo y la mente.

»Un director tira de los hilos de las marionetas. Hace que las marionetas jueguen juntas por un tiempo y luego las separa. ¿Quiénes son estas marionetas? La mente y los sentidos. La mente y los sentidos funcionan juntos. Luego, la mente abandona los sentidos, y los sentidos abandonan la mente. Y finalmente, ambos abandonan el cuerpo. ¿Qué es aquello que nunca se va, que nunca perece? Solo el Atma. Ese es el verdadero “yo”. »La gente puede decir “yo” por el impulso del Atma, pero lo identifican con el cuerpo. Esto los sumerge en el ego y el apego. En ustedes existe el “yo”. El que está en mí también es el “yo”. “Ekovasi Sarva Bhoota Antar-aatma”: el Dios único existe en todos los seres. Por eso, no se sientan tristes. Reconozcan estas verdades sobre el Atma, que les revelarán todos los secretos.

»En este mundo deben experimentarse los resultados de las acciones pasadas. El cuerpo puede colapsar en cualquier momento. Pero es el deber de la gente esforzarse por el bienestar cuando la enfermedad ataca el cuerpo. De manera similar, hoy el mundo está sumido en la enfermedad. Los malos pensamientos y malas acciones de la gente son la causa. Para destruir esta injusticia generalizada, debemos ir a Mathura».

Explicando de esta manera a las «gopikas» y los «gopalas», Krishna y Balarama entraron en su casa. Recogieron su equipaje para el viaje y salieron. Habían empacado todos sus artículos el día anterior. Akrura se sentó detrás de los caballos, sosteniendo las riendas del carro. A pesar del «jnana» que acababan de escuchar, las «gopikas» y los «gopalas» no pudieron trascender su ego y apego. Bloquearon el camino al carruaje. Akrura era mayor que todos ellos, y no se debe faltar al respeto a los mayores. Las «gopikas» y los «gopalas» lo sabían. Pero su amor por Krishna superaba toda formalidad.

Vieron a Krishna y Balarama salir de la casa con equipaje. Entraron en pánico y gritaron a toda voz:

—¡Por favor, no se vayan! ¿Cómo viviremos? ¡Llévennos con ustedes!

Suplicaron de muchas maneras, incluso usando palabras duras contra Akrura. Balarama y Krishna no quisieron prolongar su sufrimiento. Caminaron lentamente hacia el carro, sonriendo, bendiciendo y consolando todo el tiempo. Este incidente causó un retraso de unas horas. No pudieron llegar a Mathura a la hora prevista.

Al atardecer, llegaron a las orillas del río Yamuna. Akrura tenía que realizar «Sandhya Vandanam»1. Instruyó a Balarama y Krishna que esperaran en el carro y fue al río. Mientras oraba, al sumergir la cabeza en el agua, vio una visión del Señor Narayana reclinado sobre la serpiente Adisesha. Percibió las formas de Krishna y Balarama como Narayana y Adisesha. Confundido, levantó la cabeza del agua. Krishna y Balarama estaban en el carro, conversando animadamente. Akrura se dijo a sí mismo: «¡Qué tonto soy! ¿Cómo puedo limitar al Señor? ¿No está Él en todas partes?». Esta fue la Gracia que se ganó. Hasta que el devoto alcanza un estado elevado, no puede apreciar la omnipresencia de Dios.

Akrura regresó calladamente al carruaje y tomó su lugar. Krishna le preguntó con mucha sencillez: —Akrura, tu rostro está muy radiante. ¿Qué pasó? ¿Viste o experimentaste algo extraordinario? ¡Cuéntanos! —Krishna, mi Señor, ¿no lo sabes? Acabo de verte. —Ya veo, bueno, al menos ahora me has reconocido. Luego, Krishna indicó que el carro avanzara hacia Mathura.

Llegaron a Mathura de noche. Balarama y Krishna le dijeron a Akrura: —Mañana es el «Dhanur Yaga». Así que no iremos a tu casa esta noche. —¿Dónde pasarán la noche, Swami? Por favor, sean tan amables de aceptar mi invitación. —No es correcto que vayamos ahora. Hoy eres el mensajero de Kamsa. No es apropiado que Yo acepte la hospitalidad de un mensajero. Es contrario a las pautas de la diplomacia.

Para entonces, toda la gente de Brindavan se había reunido en Mathura con Krishna y Balarama. Querían visitar a la pobre pareja, Devaki y Vasudeva, que aún estaban en prisión. Krishna y Balarama podrían haber ido a verlos. Pero no lo hicieron. Tenían que dar un ejemplo al mundo y enseñar el ideal: «Maatru Devo Bhava, Pitru Devo Bhava»: la madre y el padre son iguales a Dios. Esta es la enseñanza principal de Dios en todas las eras. La gente podría preguntarse: «¿Por qué Krishna no fue a ver a sus padres al llegar a Mathura?» No. Balarama y Krishna habían resuelto matar a Kamsa y solo entonces ver a sus padres. No solo verlos, sino liberarlos de la prisión. Krishna pasó la noche en la misma casa donde Nanda y otros acamparon.

Al amanecer, Krishna y Balarama recorrieron Mathura. Parecían cachorros de león, hermosos y majestuosos. Toda la ciudad supo de su presencia en cuestión de momentos. Mientras los dos hermanos caminaban por las calles de Mathura, hombres, mujeres y niños bebían su «darshan» desde los techos, las ventanas, por todas partes. Todos pensaban: «Nuestras vidas están redimidas. ¿Qué más podemos pedir? Desde hace mucho deseábamos contemplar a Balarama y Krishna. Estamos en deuda con Kamsa». Krishna y Balarama no regresaron a casa hasta la noche.

Krishna y Balarama llegaron a la puerta principal del palacio de Kamsa. El «yaga» comenzaría al día siguiente. Un lavandero estaba a punto de entrar por esa puerta. Llevaba un paquete con las mejores sedas de Kamsa, limpiadas especialmente para la función. Balarama le preguntó: —Oye, ¿qué es ese bulto que llevas? —Krishna le dijo: —¿Por qué preguntar? Míralo por ti mismo. —El lavandero dijo: —Estas son las costosas sedas del rey. Ustedes parecen ser aldeanos. ¡No son dignos ni de tocar estas ropas! ¡Váyanse! Al oir esto, Krishna dio un fuerte golpe de puño al lavandero. Tanto el lavandero como su paquete cayeron al suelo. Krishna abrió el paquete y tomó ropas para sí mismo y para su hermano mayor. Los soldados que custodiaban la puerta presenciaron esta escena e informaron a Kamsa.

Cuando Balarama y Krishna estaban a punto de seguir su marcha tras adornarse con estas sedas, una mujer se acercó a la puerta. Su nombre era Kubja. Su rostro era hermoso, pero su cuerpo estaba torcido en tres lugares. Llevaba perfumes y cremas. Levantó la cabeza y vio a los hermanos. Pensó: «¿Son estos los hijos de Devaki y Vasudeva? Parecen Avatares del Señor Narayana. Verdaderamente, ese demonio Kamsa no es digno de mis perfumes. ¡Qué maravilloso sería si estos niños los aceptaran!».

De todo corazón, se acercó humildemente a Krishna, diciendo: —Hijo, aquí están mis perfumes y agua de rosas, preparados con cuidado. Nadie conoce los secretos de estas preparaciones, aparte de mí. Muchos venden perfumes en Mathura, pero el rey solo acepta los míos. Por favor, acepten estos perfumes. Krishna sumergió su mano en las cajas y se aplicó un poco en la ropa aquí y allá, solo para satisfacción de Kubja. Ella dijo: —Por haber vivido tanto tiempo, y por haber tomado esta profesión, hoy mi vida ha sido redimida. Todos estos años ofrecí mis perfumes al demonio Kamsa. Hoy he servido al Señor. Derramando abundantes lágrimas, Kubja expresó su gratitud hacia ellos. Luego se apartó con la intención de seguir su camino. Krishna la detuvo, diciendo: —Nos has dado estos perfumes. A cambio, estoy obligado a darte algo. Nunca tomo nada de nadie sin razón. Pero lo que tomo, lo devuelvo mil veces.

Dios nunca pide nada a nadie. Pero cuando la gente le da de todo corazón, Él lo devuelve mil veces. Ustedes conocen la historia de Kuchela. Por el regalo de un puñado de arroz seco, Krishna le otorgó prosperidad de por vida. Rukmini Devi pudo ganarse a Krishna para sí misma al ofrecerle solo una hoja de «tulasi». Así, siempre que Dios acepta algo de alguien, otorga a cambio una interminable abundancia.

Por eso se dice: «Patram Pushpam Phalam Toyam»: una hoja, una flor, una fruta o un poco de agua. Al menos esto debe ofrecerse a Dios. ¿Por qué? Solo cuando ofrecemos, nos hacemos merecedores de recibir. Si van a un banco y simplemente piden su dinero, no se lo darán, aunque tengan todo el derecho sobre él. Tienen que llenar un recibo y firmarlo. Solo entonces pueden reclamar su dinero. Así, para recibir deben dar algo primero. Esta es la Ley Divina. Aunque sea pequeño o insignificante, se lo debe ofrecer a Dios.

Entonces Krishna dijo: —¡Oh Kubja! Espera, espera. Por tus perfumes, ofrecidos con un corazón puro, debo devolverte el favor. Krishna se acercó a ella, y Kubja no podía entender sus intenciones. Krishna presionó los pies de Kubja con sus pequeños pies. Puso su mano bajo su barbilla y la levantó. ¡Las torceduras de su cuerpo se enderezaron! Kubja pensó: «Me ha dado un cuerpo hermoso, en armonía con mi hermoso rostro. ¡Es el Señor Narayana!». Ofreció todos sus perfumes a Krishna y dijo:

—Señor, por favor, ven a mi casa y déjame servir a tus pies de loto. Krishna dio su palabra: —Después de cumplir mi tarea en Mathura, visitaré tu casa con seguridad.

Al día siguiente, estos dos leones avanzaron por las calles. Al acercarse al «Dhanur Yaga», la grandeza del cosmos parecía reflejarse en sus rostros. Quien posaba sus ojos en ellos no podía dejar de mirarlos. La gente se olvidaba de sí misma, contemplando las hermosas formas de Krishna y Balarama.

Balarama y Krishna llegaron a la puerta principal. Un elefante enloquecido estaba estacionado allí, especialmente para detenerlos. Todos observaban con el aliento contenido. Temían que el elefante pudiera pisotear a los niños en cualquier momento. Trompeteando ferozmente, el elefante cargó contra Balarama y Krishna. Levantó sus enormes patas del suelo e intentó aplastarlos. ¡Krishna y Balarama eran pequeños, solo tenían cinco años! Corrieron entre las patas del elefante y lo confundieron. Entonces Balarama tomó una pata y Krishna, otra. Hicieron girar por el aire al elefante y lo estrellaron contra el suelo, como un lavandero golpea la ropa contra una roca. El elefante perdió la vida. Informaron a Kamsa que su elefante más feroz no había logrado detener a Krishna. El miedo de Kamsa crecía de momento en momento.

Mientras Krishna y Balarama avanzaban hacia el lugar, dos hombres los interceptaron. Eran Chanura y Mushtika, los luchadores selectos de Kamsa, con órdenes de acabar con los dos niños. Krishna y Balarama los miraron y dijeron: —¿Ustedes van a pelear con nosotros? ¡Oh, hombres necios, ustedes son como mosquitos deseando combatir con un elefante! ¡Mosquitos! Chanura y Mushtika no pudieron soportar este insulto. Saltaron con furia sobre los pequeños. Krishna y Balarama les dieron un solo golpe con sus puños y los luchadores quedaron sin vida. Sin embargo, reconocieron a los hermanos como divinos y tuvieron el «darshan» del Señor Narayana justo antes de morir.

Krishna y Rama avanzaron. El «Dhanur Yaga» estaba en curso. Muchos reyes, jefes y ciudadanos se habían reunido para presenciarlo. Kamsa estaba sentado en una amplia plataforma elevada construida especialmente para él. Balarama y Krishna caminaron hacia el centro del terreno sin miedo, con paso de leones. Kamsa parecía fuerte por fuera, pero su corazón se debilitaba a medida que Krishna se acercaba. El cuerpo de Kamsa comenzó a temblar y sacudirse. Muchos pensaron: «¡Miren al rey! ¡Está tan furioso que su cuerpo tiembla de rabia!». En realidad, el cuerpo de Kamsa temblaba no de ira, sino de miedo. «Yat Bhavam Thath Bhavati»: como es el sentimiento, así es el resultado. La maldad de Kamsa era lo que entonces lo hacía experimentar miedo. Esto también se llama «conciencia culpable».

Todo el ejército de Kamsa estaba desplegado a su alrededor para protegerlo del acercamiento de Krishna. Pero Balarama y Krishna ignoraron a Kamsa. Caminaron directamente hacia el «Dhanus», el Arco Divino, colocado en el centro del recinto. Nadie podía mover el arco, mucho menos levantarlo. Krishna lo sostuvo con soltura en la mano izquierda y lo levantó como si fuera una pluma. Al doblar el arco para atar su cuerda, el arco se rompió en sus manos. El sonido fue ensordecedor, como una bomba. Todos estaban aterrorizados.

En ese momento, Nanda se acercaba a Kamsa para pagar los impuestos recolectados de Brindavan. Otros jefes de aldeas hacían lo mismo. Los ojos de Nanda seguían cada acción de Krishna. Esperaba más de sus hazañas. No estaba preocupado, porque sabía que los hermanos eran divinos. El Arco Divino, el foco del «yaga», estaba roto. Kamsa se levantó de su trono, y toda la asamblea se levantó con él. Kamsa ordenó a su ejército destruir a Krishna y Balarama.

Kamsa era de complexión robusta. Krishna y Balarama eran pequeños y ágiles. Como pequeños ciervos, corrieron entre las piernas de los soldados que intervenían. Al llegar al estrado, ambos saltaron sobre Kamsa. Tomaron el cabello de Kamsa, lo arrojaron al suelo y pusieron fin a su vida. Todo terminó en escasos momentos. Todos quedaron atónitos, sin palabras. Por supuesto, la profecía celestial estaba destinada a cumplirse. Todos reconocieron a Krishna como Narayana y se inclinaron con las manos juntas.

Sin perder tiempo, Krishna y Balarama se apresuraron a las mazmorras de Kamsa. Se postraron a los pies de Devaki y Vasudeva. Los liberaron de sus grilletes y los sacaron al aire libre. Luego fueron a la celda donde Ugrasena había sido encarcelado por Kamsa. También lo liberaron y lo llevaron al salón del «yaga». Con el cuerpo muerto de su hijo yaciendo allí, Ugrasena fue coronado rey de Mathura.

Tras la coronación, Yasoda, Nanda, Devaki, Vasudeva y Rohini, todos abrazaron a Balarama y Krishna. Las tres madres estaban allí. Todo Brindavan estaba allí, excepto las «gopikas». No había límite para la felicidad y la emoción. Devaki llevó a Krishna y Balarama al palacio y dijo: —Hijos, no pude presenciar su infancia, solo escuchar de otros acerca de sus hazañas y travesuras. ¡Qué lamentable! Krishna, no pude verte matar a la demonia Putana. Cuando Yasoda quiso atarte a una roca, ninguna soga fue suficiente para rodear tu abdomen, eso he oído. Yo les di a luz, pero toda la diversión y Tus juegos pertenecieron a Yasoda. Te llaman «hijo de Yasoda». ¡Qué bendita es ella! Aunque tengo hijos, es como si no los tuviera. Balarama y Krishna consolaron a sus padres y les otorgaron la felicidad suprema con palabras amorosas: —El pasado es pasado. No se aflijan. De ahora en adelante, estamos siempre con ustedes. Experimentarán toda la felicidad posible en nuestra compañía. Saben que no somos niños comunes. Pondremos al mundo entero bajo nuestro control. Les di mi «darshan» poco después de mi nacimiento. Preserven esa visión en el corazón. Visualícenla también afuera. «Antar Bahischa Thath Sarva Vyaapya Narayana Sthitah»: Dios está dentro, fuera, en todas partes. Disminuyan su apego al cuerpo. Fortalezcan su vínculo con el Atma. El apego es la raíz de la tristeza. Ambos sufrieron en prisión porque estaban apegados a sus hijos. Comprendan que no somos comunes, que somos Dios. Reconozcan la realidad de sus hijos. De esta manera, Krishna y Balarama consolaron tiernamente a su madre y le enseñaron la Verdad.

Tras la muerte de Kamsa, Krishna fue a la casa de Akrura. Había dado su palabra. El Señor nunca rompe su promesa. Akrura le dijo a Krishna: —¡Swami! Dudé si tendrías piedad de mí. Mataste a Kamsa sin ninguna indulgencia, aunque era tu tío. No tienes rastro de apego. Estamos apegados a ti, pero Tú no estás apegado a nadie. Todos son iguales para Ti, todos son tus parientes. Hoy he reconocido esta verdad sobre Ti.

Mataste a Tataki, aunque era mujer. Le pediste limosna al rey Bali. Él te entregó todo, ¡y mira lo que hiciste! ¡Lo presionaste con tus pies hacia los mundos inferiores! Mi mente estaba confundida. ¿Cómo podría un Señor tan estricto sentir bondad y piedad hacia mí? Después de todo, ¿quién soy yo? Diciendo así, Akrura corrió hacia Krishna y lo abrazó fuertemente tan pronto como entró en su casa. Akrura era un alma altamente purificada. Era completamente «sátvico» en carácter. Kamsa también sabía esta verdad. Por eso Kamsa eligió a Akrura para la tarea de invitar a Krishna a Mathura. Kamsa sabía que Krishna y Balarama nunca irían a Mathura si los invitaba cualquier otra persona en vez de Akrura. El corazón de Akrura era tan puro que Dios nunca podía negarle nada.

Las personas que no están familiarizadas con el Bhagavatham consideran a Akrura un hombre común, o un hombre cruel. No, no. Akrura era la encarnación de la pureza. No tenía apego corporal. Consideraba todo como propiedad de Dios y actuaba según el mandato divino. No tenía rastro de apego, ni siquiera hacia su esposa e hijos. Contemplaba incesantemente al Señor Narayana. Comprendan el carácter de tan puros devotos, y adquieran sus cualidades.

[Bhagavan concluyó con el «bhajan» «Govinda Krishna Jai, Gopala Krishna Jai, Gopala Bala Bala Radha Krishna Jai»]


Traduccion SBd