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07. 27/05/91 Prasnopanishad – Respuestas a los Segundos y Terceros Estudiantes | 27 de Mayo de 1991
Brindavan
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Así como el reflejo no se adhiere al espejo, así como las hojas de loto no se mojan con el agua en la que habitan, los pecados no pueden adherirse a un devoto. Nacimiento y muerte son una pareja inseparable, como las dos ruedas de un carruaje. Si uno de ellos deja de existir, también lo hará la Creación. Este es el secreto del Cosmos.
Encarnaciones del amor:
El Uno se ha convertido en muchos («Ekoham bahusyaam»). La voluntad de Dios que preside la creación (*Prajapati*) dio origen a las parejas de base y basado (*moolam* y *sthoolam*), inerte y consciente (*jada* y *chaitanya*), fuerza vital y ser vivo (*praana* y *prani*), materia y energía. La interacción de estas dualidades resultó en el universo viviente y no viviente. El fundamento del mundo es la unión de los principios del Sol y la Luna. El Sol representa la fuerza vital (*prana*) y la Luna, el ser vivo (*prani*). Ayer vieron que esta sabiduría fue impartida por el sabio Pippalada a Kabandhi, hijo del sabio Katya. Kabandhi escuchó atentamente las palabras del sabio, apreció los secretos de la creación y experimentó felicidad suprema.
En ese momento, un discípulo del reino de Vidarbha, llamado Bhargava, entró en la ermita. Bhargava saludó al sabio Pippalada y preguntó: «¡Swami! Nacimiento y muerte parecen ser enfermedades incurables. Todas las escrituras proclaman que la muerte sigue al nacimiento y viceversa. ¿No es la existencia más que este ciclo de vida y muerte? ¿No hay fin para este ciclo?».
Pippalada respondió:
¡Hijo mío! Dios no tiene principio ni fin. El mundo vivo y no vivo es transitorio (*mithya*). Aunque hay verdad (*sathya*) en este mundo pasajero (*mithya*), esta carece de forma. Todo debe perecer algún día.
El Sol causa los días, las estaciones y los años. Estos son los engranajes de la rueda del tiempo. El camino del Sol es la base del tiempo. Estas divisiones del tiempo existen según la voluntad de *Prajapati* (Dios, el Creador). El tiempo es una forma de *Prajapati*.
El tiempo se divide en dos mitades: el viaje al norte y el viaje al sur (*uttarayana* y *dakshinayana*). *Ayana* significa viaje. Cuando el Sol se desplaza hacia el norte, este periodo se llama *uttarayana*. La trayectoria del Sol hacia el sur ocurre durante el *dakshinayana*. El viaje al norte se caracteriza por la luminosidad, la paz, la satisfacción, la valentía y la pureza. El viaje al sur es un periodo de oscuridad, inquietud, miedo y confusión.
Quienes buscan viajar durante el *dakshinayana* realizan diversos rituales y actos de caridad y emprenden el rumbo hacia el «sur». Su viaje los lleva hasta la Luna. La Luna representa la materia. En otras palabras, con impresiones de deseos mundanos, solo alcanzarán el mundo material, no a Dios. Mientras los frutos de sus buenas acciones lo permitan, permanecen en el mundo llamado «plano lunar de la existencia» (*chandra loka*). Cuando ese cúmulo de méritos se agota, regresan a este mundo. Las escrituras dicen: «El agotamiento de los méritos fuerza el retorno al mundo de los mortales» (*Ksheene punye marthya lokam visanti*).
Tomen un ejemplo. El ganador de una elección política se convierte en miembro de la asamblea legislativa por cinco años. Con cada año que pasa, se aleja más y más de la asamblea. Su membresía termina después de cinco años. De manera similar, una persona alcanza el plano lunar de existencia con buenas acciones, pero regresa para renacer en el mundo físico cuando los frutos de sus méritos se agotan.
Quien viaja durante el *uttarayana* adquiere apego por *Brahman*, lo que lo lleva al conocimiento de *Brahman*. Alcanza el plano solar de existencia (*surya mandala*). Este plano solar representa la fuerza vital (*prana*). Quien se funde en la fuerza vital no vuelve a nacer.
Por lo tanto, hijo, solo cuando tu fuerza vital (*prana*) se funde en la fuerza vital universal escapas del nacimiento y de la muerte. Mientras tengas confusión (*bhrama*), no puedes alcanzar a Dios (*Brahma*). Cultiva el sentimiento de *Brahma* (*brahma bhava*) y llega al mundo del Sol. Quien reconoce a *Brahman* se convierte en *Brahman* mismo (*Brahmavid Brahmana bhavati*). Así, comprende la conexión entre el viaje al norte, el viaje al sur y el renacimiento. Quienes viajan durante el *dakshinayana* renacen, mientras que el *uttarayana* conduce a la inmortalidad.
Los cinco elementos son como las cinco partes del Sol. Tenemos doce meses. En cada mes, el Sol entra en una casa específica. A medida que el Sol traza su camino por estas casas, su resplandor cambia y da origen a los siete colores. Cada mes tiene dos quincenas: la mitad brillante y la mitad oscura (*sukla paksha* y *krishna paksha*). ¿Qué son estas mitades brillante y oscura?
La Luna está frente al Sol y captura su aura, brillando con 16 aspectos (*kalas*). Esto significa que, debido a su cercanía al Sol (fuerza vital), la Luna (ser viviente) resplandece plenamente con todos sus 16 aspectos. Esto se llama luna llena (*poornima*).
Durante el día de luna nueva, la Luna se funde en el Sol y no se ve. La mitad oscura (*krishna paksha*) es el periodo desde la luna llena hasta la luna nueva, cuando el brillo de la Luna disminuye. Desde la luna nueva hasta la luna llena, el brillo de la Luna aumenta. Esto es la mitad brillante (*sukla paksha*). La quincena brillante es la fuerza vital (*prana*), y la quincena oscura es el ser viviente (*prani*). La combinación de *prana* y *prani* es este mundo divino. Todo esto es simplemente el resultado de la voluntad de *Prajapati* (el Creador).
El Uno se manifiesta como muchos («Ekoham bahusyaam»). ¿Cómo? Cuando siembran una semilla en la tierra, esta se convierte en un árbol gigantesco con miles de frutos, cada uno de los cuales contiene innumerables semillas. Estas semillas dan origen a muchos otros árboles a su vez. Así, una semilla se convierte en muchos árboles. Una fuerza vital (*prana*) se ha transformado en innumerables seres vivos (*pranis*). La Creación no tiene límites.
En el principio mismo, solo había *prani* y *prana*. Su unión dio lugar al universo. El mundo no tiene principio ni fin. Dado que la gente ve diversidad en esta manifestación de la voluntad de Dios, la percibe como finita. Creación, sustento y destrucción no son únicamente la voluntad de Dios; el esfuerzo humano también importa hasta cierto punto. Dependiendo de las acciones y pensamientos de una persona, esta alcanza el destino que decide para sí misma, sea bueno o malo. La gente (*manava*), nacida de Dios (*Madhava*), ha olvidado su divinidad. Así, se convierten en demonios, se comportan como animales y desperdician su potencial innato.
Hijo, la muerte es ineludible. Sin embargo, uno tiene la capacidad de prevenir más renacimientos. Tomen una semilla de poroto mung. Cuando la siembran, se convierte en una planta con muchos frutos. Pero nadie conoce a los padres de la semilla, su abuelo, su bisabuelo, y así sucesivamente. Nadie sabe cuánto tiempo ha estado naciendo como semilla de poroto mung. Por lo tanto, el comienzo está más allá del alcance de cualquiera. Pero pónganla en la boca y mastíquenla: su vida termina. El principio nos sobrepasa, ¡pero el fin está bajo nuestro control! De manera similar, nadie puede decir cuándo comenzó la existencia de la humanidad ni de qué manera. Sin embargo, el fin depende de nuestro esfuerzo espiritual (*sadhana*). Cuando viajan por el camino del norte (*uttarayana*), se vuelven uno con *Brahman*.
Estudiantes, una semilla de arroz está cubierta de cáscara. Mientras la cáscara permanezca, pueden plantarla y regarla, y germina. Esto es: nacimiento y muerte repetidos (*punarapi jananam, punarapi maranam*). Quiten la cáscara y se convierte en arroz. El arroz nunca germinará en el suelo, por mucho que lo intenten. Esto es: no más renacimientos (*punarjanma na vidvate*). El arroz con cáscara renace, el arroz sin cáscara no. La cáscara distingue al arroz con cáscara del arroz limpio. La cáscara representa el deseo. Los deseos los obligan a nacer una y otra vez. Sin deseos, están libres.
Pasamos toda nuestra vida en materia, materia, materia... Esto es la Luna (*chandra*). La «Luna» en los *Upanishads* no se refiere al cuerpo planetario que gira alrededor de la Tierra. «De su mente surgió la Luna y de sus ojos, el Sol» (*Chadramaa manaso jaatah, chaksho suryo ajaayatah*).
El renacimiento es inevitable mientras la mente albergue pensamientos y contradicciones (*sankalpas* y *vikalpas*). Cuando anulan tanto los gustos como las aversiones en la consciencia de *Brahman* (*brahma bhaavam*), destruyen la mente y vencen al renacimiento. Por lo tanto, oh Bhargava, no temas que el nacimiento y la muerte sean fatalidades sombrías. Hay un estado más allá del nacimiento y la muerte, y es posible alcanzarlo.
Estas fueron las hermosas palabras de Pippalada.
Entonces entró el tercer discípulo. Se postró ante el gurú. «Swami, en cada ser vivo (*jivi*), ¿qué tipo de fuerzas vitales sostienen y protegen la energía de la vida? Swami, ¿quién es el más exaltado de todos los seres? ¿Cuál es el poder que impregna las diversas partes de un ser vivo?», preguntó Asvalaayana, hijo de Asvala.
Pippalada respondió:
Hijo, el viento, el fuego, el agua y la tierra nacen del éter. Sus manifestaciones en el cuerpo humano son el habla, la visión, el oído y la mente. Estas cuatro facultades protegen al ser vivo. De estas, el principio del Sol o fuerza vital (*prana*) es primordial. Sin la fuerza vital, los ojos no pueden ver, los oídos no pueden escuchar, la boca no puede hablar y la mente no puede pensar. La fuerza vital es más importante que cualquier otra parte del cuerpo. El cuerpo es el hogar de la fuerza vital, su morada, su templo. El cuerpo es el templo, el Residente es el eterno (*Deho devaalayam prokto, jeevo Devo sanaatanah*). La fuerza vital es eterna; encuentra refugio en el cuerpo temporal.
El cuerpo contiene miles de *nadis*. No consideren el cuerpo humano como algo ordinario. En verdad, hay 720 millones de *nadis* en el cuerpo humano. Una fuerza vital llamada *vyana* viaja por estos *nadis*. Sin *vyana*, los *nadis* no pueden funcionar. Hay otra fuerza, *udana*, que presencia el bien y el mal hecho por una persona y los lleva a los destinos correspondientes. Nuestro estado de existencia depende de nuestras acciones. Por eso, las Escrituras nos aconsejan no exaltarnos en la alegría ni deprimirnos en la tristeza, sino seguir el principio eterno de la ecuanimidad.
Las dificultades no las causa alguna otra persona. Las alegrías tampoco son favores que otros nos hacen. Debido a la debilidad, culpas a otros por tu pena y los alabas por tu alegría, pero ambas acciones carecen de fundamento. Para la alegría y la tristeza, la ganancia y la pérdida, el honor y el deshonor, solo tus pensamientos y acciones son responsables. El pecado no existe en algún lugar, esperando atraparte. Dios tampoco reside en un rincón apartado. Tanto Dios como el pecado habitan en tu propio cuerpo, en tus acciones. Alcanzamos el cielo, el infierno, la liberación o cualquier otro estado después de la muerte, solo según nuestros *karmas*. El principio de *udana* decide este destino.
Hay cinco tipos de fuerzas vitales (*pranas*): *prana*, *apana*, *samana*, *udana* y *vyana*. Residen en el cuerpo y en los cinco elementos afuera. El Sol está compuesto de *prana*. De la tierra emana *apana*. Del cielo o éter, *samana*. Del viento, *udana*. Del fuego, *vyana*. En cada uno de los cinco elementos, su correspondiente fuerza vital está presente. Aferrándose inseparablemente a las cinco fuerzas vitales están las repercusiones del bien y el mal hechos por el hombre.
Los secretos de la Creación no los explica fácilmente cualquiera. Cada objeto tiene una sombra asociada. Los resultados de las acciones (*karmas*) siguen a la fuerza vital (*prana*) como una sombra. Dondequiera que la fuerza vital se aventure, las acciones la siguen. Los resultados de las acciones también están ligados a tu cuerpo presente. Cuando la fuerza vital deja tu cuerpo y adopta otro, las sombras kármicas van al nuevo cuerpo en lugar de quedarse con el cuerpo muerto.
¿A dónde va la fuerza vital? Tras la muerte, tu fuerza vital no adquiere simplemente un cuerpo al azar. Obtiene el tipo de cuerpo determinado por tus acciones. Obtenemos un buen renacimiento solo cuando realizamos buenas acciones y albergamos buenos pensamientos. ¿Puedes esperar que dulces mangos surjan de las semillas del agrio limón? La gente olvida esta verdad.
«Haré esto, lograré aquello».
No se cansen con tales planes.
Cualquiera sea la semilla que hayan sembrado ayer,
obtendrán los resultados correspondientes hoy.
Cuando sus semillas no encajan con los frutos que esperan,
¿cómo podrían lograrse sus ambiciones?
Todas sus acciones están registradas, una por una,
ya sean buenas o malas, sin excepción.
*Brahma* les envía un pesado collar,
el collar de los resultados de las acciones pasadas.
Cuando ustedes nacen, no se ve ningún collar alrededor de su cuello. No hay un hilo de perlas que los adorne, ni una cadena de oro, ni un conjunto de diamantes brillando espléndidamente, ni un adorno de verdes esmeraldas. Pero está ahí: un collar irrompible, tejido con los resultados de las acciones pasadas. *Brahma* les envía un pesado collar: el collar de los resultados de las acciones pasadas.
Por lo tanto, ¡oh gente! Sus alegrías y penas son repercusiones de sus propias acciones buenas y malas. Primero, reconozcan esta verdad. Luego, participen en buenos pensamientos, palabras y acciones, para obtener una buena vida y una buena existencia después de la muerte. Cosechan lo que siembran, ni más ni menos. ¡Lo que comen, eso experimentan en su eructo! [risas] Cuando comen un pepino, ¿es posible saborear un mango en su eructo? Dios no es responsable de sus alegrías ni de sus penas. Dios es simplemente un testigo.
Dicho esto, tengan en cuenta: no importa cuán grande sea la pila de los resultados de sus malas acciones (*karmas*), si oran a Dios con un sentimiento genuino que emana de lo profundo de su corazón, todos los *karmas* desaparecen como nieve en un día de verano.
El reflejo aparece dentro del espejo, pero no está adherido al espejo. El loto habita en un lago, pero sus hojas no se mojan con el agua. De manera similar, ningún *karma*, por atroz o numeroso que sea, puede perturbar a una persona que tiene devoción pura. Una pequeña chispa puede consumir montañas de algodón. La chispa más diminuta es suficiente. Por lo tanto:
Lloran por esposa, hijos, amigos,
riqueza, negocios, placeres, nombre y fama.
Si anhelan los Pies de Loto de Krishna por un momento,
pueden cruzar fácilmente las terribles puertas de la muerte.
Por la cantidad de tiempo que pasan llorando por esposa, hijos, amigos y fama, si apartan tan solo un momento —un solo momento— para una contemplación sincera del Señor, se dice que las terribles puertas del infierno pueden ser trascendidas. ¿Cómo podemos esperar paz si no dedicamos ni una fracción de nuestro tiempo a meditar en Dios?
Por lo tanto, hijo, la fuerza vital (*prana*) es lo más importante. Necesitan seguir un camino específico. Fundan sus sentidos en su mente. Fundan su mente en su *Atma*. En otras palabras, cualquier acción que realicen, dedíquenla al *Atma*. Realicen acciones con la motivación de hacerse queridos por el Señor (*Sarva karma Bhagavat preetyartham*). No permanezcan inactivos.
Pueden ser abogados, médicos, banqueros, empresarios. Sea cual sea su vocación, el trabajo se transforma en adoración con esta pura perspectiva. Transformen el trabajo en adoración, ofrézcanlo al Señor. Con el trabajo realizado de esta manera, no tendrán renacimiento.
No basta con repetir con la lengua «Ofrecido a Krishna» (*Krishnaarpanam*). ¡Debe venir de su corazón! La dedicación solo con palabras producirá meros resultados verbales. ¿Cómo? Por ejemplo, si me dicen: «Swami, por favor bendice mi hogar con una visita», mi respuesta es: «Definitivamente, vendré». Pero si, en realidad, no me están invitando, ¡no voy a venir! Cuando me llaman desde lo más profundo de su corazón, definitivamente vendré, con todo mi corazón. Como es su sentimiento, así es el resultado que experimentan (*Yat bhaavam tat bhavati*).
Como es su deseo, así es su sentimiento. Como es su sentimiento, así es el resultado que experimentan. Es importante que, hagan lo que hagan, lo hagan con el corazón. El corazón es el punto de unión de todos los canales de energía (*nadis*) en el cuerpo humano. Cuando surgen intenciones piadosas en el corazón, todo el cuerpo se llena de entusiasmo y divinidad.
Todo se origina en el corazón. No es el corazón físico, sino el corazón espiritual. El camino para superar el nacimiento y la muerte es aprovechar este corazón a través del amor.
Así, seis estudiantes se acercaron a Pippalada con dudas básicas que asaltan a todo ser humano. El gran sabio les dio respuestas detalladas y satisfactorias. La primera pregunta la planteó Kabandhi: «¿Cuál es la causa de la Creación?». El pensamiento es la causa de la Creación. Pippalada dio una analogía simple: «Hijo, ¿qué causa los sueños? Algunos creen que la indigestión causa sueños. Otros dicen que son pensamientos excesivos o debilidad en el cuerpo. Nada de esto es cierto. En verdad, ¡solo el sueño causa los sueños! Quien no duerme nunca puede soñar. Por lo tanto, el pensamiento causa la Creación. Cuando el pensamiento se destruye, la Creación ya no existe. Entonces, la visión (*drishti*) se convierte en el vidente (*drashta*). Todo se percibe como Uno, lleno de la felicidad suprema». Pippalada enseñó a sus discípulos a limitar gradualmente los pensamientos y a controlar la mente.
Mañana hablaremos del cuarto discípulo y la pregunta que planteó. Los niños de educación espiritual (*bal vikas*) de Sathya Sai Vidya Vihar están listos, esperando con disfraces y maquillaje. Han preparado un hermoso espectáculo de actuación y danza. Por esta razón, concluyo con nuestro comentario del tercer discípulo.
[Swami cantó: «¡Govinda Krishna Jai, Gopala Krishna Jai, Gopala Pala Bala Radha Krishna Jai!»]
Nota : Dejar las palabras entre asteriscos ( como *Brahman* ) indican su origen sánscrito. Brahman ( no confundirlo con Brahma ) es el único, el absoluto.
Traduccion SBd
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