.



 

Discursos dados por Sai Baba

10. 28/5/90 Las tres gunas

28 de Mayo de 1990

¡Estudiantes! ¡Encarnaciones del amor divino!

Lo Divino brilla en los rayos del sol y le revela al hombre, a través de sus ojos, la vastedad y la gloria del mundo. La blancura y frescura de la luna que confieren paz a los hombres provienen de lo Divino. El universo, basado en la triple naturaleza del tiempo, sostenido por la trinidad: Brahma, Vishnú y Maheshwara, es permeado por lo Divino en la forma de las tres modalidades o gunas: equilibrio o pureza (satva), actividad o pasión (rajas) y lo inerte (tamas). En resumen, todo el cosmos es en esencia Brahman.

La naturaleza muestra una imagen maravillosa, nadie puede comprenderla totalmente. Así sea una bendición una aflicción, una alegría o un dolor, una ganancia o una pérdida, todo proviene de la naturaleza (prakriti); ella preside el destino de todas las criaturas. Esta naturaleza comprende las tres modalidades (gunas). La trinidad representa a esos tres gunas, que también son responsables de los procesos de la creación, preservación y disolución. Las más diversas experiencias en el mundo surgen de estos tres gunas. El hombre debe aspirar no a una vida longeva sino a una vida divina. En el cosmos, permeado por lo Divino, el hombre debe buscar primordialmente cómo divinizar o deificar su vida trascendiendo esas tres modalidades o características de la naturaleza.

El secreto de la creación lo conoce sólo el Creador; los demás ni siquiera pueden desentrañarlo. Los científicos se dedican a explorar los secretos de la creación, pero ninguno puede medir las profundidades del misterio de la naturaleza. En las investigaciones científicas, al descubrimiento de hoy lo remplazan los hallazgos del mañana, y éstos a su vez son obsoletos al siguiente día. El cambio continuo es la naturaleza misma de la creación, nada es permanente o inmutable; el Creador es la única Realidad eterna e incambiable. El camino espiritual busca indagar la naturaleza del Creador y al final volverse uno con él.

El cosmos entero, integrado por objetos animados e inanimados, está permeado por los tres gunas. El hombre debe esforzarse en comprender el principio que trasciende los tres gunas. Dios es la personificación del Atma; términos como Sathya, Jñana, Anantam, Brahman, Atma, Bhagavan y Dios son sinónimos.

Al principio, los cinco elementos sutiles, espacio, aire, fuego, agua y tierra, emergieron del Atma, y todos están constituidos por los tres gunas. Bajo la influencia de los tres gunas, los cinco elementos sutiles se transformaron en los cinco elementos densos y en el cosmos entero, a través del proceso de fusión por permuta y combinación.

El cosmos está permeado por los tres gunas, a saber: lo bueno (satva), lo activo y pasional (rajas) y lo inerte (tamas). Primero debe entenderse la naturaleza de la creación debida a la modalidad de satva guna. En el hombre, el instrumento interno representa la cualidad sátvica total de los cinco elementos. El espacio (akasha), es el primero de los cinco elementos, del akasha emergió lo que se conoce como satva puro. Este aspecto originó la forma humana. Al aspecto sátvico de akasha también se debe la formación del órgano auditivo, el oído. El segundo elemento es el aire; la piel es el producto del componente sátvico del aire. El ojo es el órgano que representa el principio sátvico del elemento fuego. El aspecto individualizado del cuarto elemento, el agua, es la lengua. La nariz representa el aspecto individualizado del quinto elemento, la tierra. Así es como los componentes sátvicos de estos cinco elementos son responsables de los cinco sentidos: oído, tacto, vista, gusto y olfato. Como todas estas facultades han emergido sólo de un elemento particular, las cinco son distintas en toda persona y realizan funciones diferentes sin sobreponerse.

El akasha es representado por el sonido y el órgano correspondiente es el oído; éste sólo puede realizar su función y no ejecuta ninguna otra. Asimismo, la piel sólo puede experimentar el sentido del tacto asociada con el aire. El ojo, que es el órgano asociado con el fuego, sólo puede ver y nada más. La lengua, que representa el elemento agua, sólo puede paladear. La nariz, que representa el elemento tierra, sólo puede oler pero no gustar. Así, cada órgano de los sentidos refleja en su funcionamiento la facultad de un elemento particular, del cual ha evolucionado.

Mientras cada uno de los órganos de los sentidos se limita funcionalmente a su actividad específica, el ser interno combina las funciones de los cinco órganos, porque es el producto acumulado de los cinco elementos. Este sólo tiene la capacidad de experimentar las percepciones de los cinco sentidos (jñanendriyas). ¿Estos órganos de percepción funcionan externa o internamente? La respuesta es que realizan un papel dual, tanto interno como externo. Si sólo el órgano físico, el oído, está presente pero la facultad auditiva está ausente, el oído será incapaz de oír. Si la facultad auditiva está presente pero no hay oído para recibir los sonidos del mundo exterior, la facultad es nula. La operación combinada de los órganos externos de percepción (jñanendriyas) y los correspondientes centros sensoriales internos y visibles en el cerebro, es la responsable del funcionamiento de la personalidad humana. Por ejemplo, si desean que su voz llegue a una vasta audiencia, deben tener el micrófono en el interior y el altoparlante en el exterior. El altoparlante sin micrófono y viceversa no sirven para ningún fin.

Mientras la operación combinada de los cinco elementos en su aspecto sátvico se ve en el ser interno, el funcionamiento colectivo de los cinco elementos en su aspecto rajásico se expresa como fuerza vital o prana. De los cinco elementos en la expresión individual de su cualidad rajásica, el akasha se representa por el habla (vak); el aire se expresa en la mano; el fuego se manifiesta en su aspecto rajásico individualizado como el pie; el cuarto y quinto elementos, el agua y la tierra respectivamente, se expresan de forma rajásica en los dos órganos excretorios del cuerpo.

En este contexto, debemos notar algunos hechos significativos en el funcionamiento de estos elementos. En su aspecto sátvico, akasha se expresa como el oído, pero el mismo akasha, en su aspecto rajásico, aparece como la facultad del habla (vak). De esto se puede inferir que akasha tiene dos hijos: el oído, que representa a satva, y la voz, que representa a rajas. El oído, que es el primer hijo de akasha, recibe los sonidos que vienen del exterior. El segundo hijo, la voz, transmite su reacción del interior hacia el exterior en la forma de palabras. Asimismo, la piel es el primer hijo de vayu o el aire en su aspecto sátvico. El segundo hijo, en su aspecto rajásico, es la mano. Por ejemplo, la piel percibe a una hormiga que camina por el cuerpo y de inmediato la mano trata de apartarla. En estos ejemplos notarán que la cualidad sátvica recibe impresiones del exterior, mientras que la rajásica las manifiesta por medio de la reacción. En otras palabras, los sentidos de percepción, que se originan de satva, reciben los estímulos del exterior, y los sentidos de la acción (karmendriyas), provenientes de rajas, responden a los estímulos.

En la actualidad, lo que sucede es exactamente lo opuesto. Se absorbe lo rajásico y se rechaza lo sátvico. En el esquema natural de la creación, lo que debe recibirse es lo sátvico y lo que debería rechazarse es lo rajásico.

La cualidad primordial de la naturaleza (prakriti) es satva. Prakriti se llama Stri y está formada de tres sílabas: sa, ta y ra; el significado de este término es: el primero, sa, debe absorber lo sátvico; el segundo, ta, implica fomentar algunas cualidades tamásicas, como la obediencia, la humildad y la modestia; ra, que representa la modalidad rajas, implica que hay ocasiones en la vida en las cuales habrá que asumir algunas resoluciones firmes y acciones drásticas. La cualidad rajásica proviene del concepto último, y significa que las acciones rajásicas deben ejecutarse como un último recurso, cuando son inevitables.

En el proceso cósmico, lo que acontece primero es la cualidad sátvica, el sa kara o la sílaba sa. Por lo tanto, todos deben fomentar la cualidad sátvica en cada aspecto: en los pensamientos, actitudes, palabras y acciones.

El siguiente aspecto que debe comprenderse es que, bajo la influencia de la modalidad de tamas, los cinco elementos sutiles se desarrollan en los cinco elementos densos por medio del proceso de fusión a través de la permuta y la combinación. Este proceso altamente complejo puede ilustrarse con un ejemplo para su fácil comprensión. Supongan que los cinco elementos se reúnen como cinco individuos que tienen cada uno una rupia. Ahora bien, cada uno intercambia su moneda de una rupia por una moneda de media rupia y cuatro monedas de dos annas. Una moneda de dos annas equivale a un octavo de rupia, entonces, el akasha retiene una media rupia y les da un octavo de rupia a cada uno de los otros cuatro elementos. El segundo elemento, aire, también hace lo mismo y retiene una media rupia para sí; el fuego, el agua y la tierra también siguen el mismo procedimiento. Como resultado de esta redistribución, cada uno tiene una rupia pero su composición es afectada por el intercambio que han hecho de partes de su respectiva naturaleza. Originalmente, cada elemento era un todo en sí mismo. El intercambio en este proceso origina la presencia de los cinco elementos en cada "rupia". Esto significa que al final, cada elemento está compuesto de la mitad de su naturaleza original, por lo cual, la segunda mitad es un octavo de cada uno de los otros cuatro elementos. Por ejemplo: la composición de la tierra será 1/2 de tierra + 1/8 de espacio + 1/8 de aire + 1/8 de fuego + 1/8 de agua. Similar será la composición de los otros cuatro elementos. Respecto a la existencia del ser humano, el intercambio ocasiona que el hombre sea una mezcla de los cinco elementos y crea la diversidad a partir de la unidad; éstos han sido descritos en idioma espiritual como los dieciséis aspectos (shodasa kalas). ¿Cuáles son estos dieciséis aspectos? Son los cinco sentidos de percepción (jñanendriyas), los cinco sentidos de acción (karmendriyas), los cinco elementos y la mente. Cada hombre tiene estos dieciséis componentes, aunque los dieciséis kalas se atribuyen sólo a lo Divino. La implicación es que el hombre debe realizar su divinidad.

El deseo del hombre de hoy por los placeres mundanos excede todos los límites y, lo que es más, él anhela el cumplimiento rápido de sus innumerables deseos recurriendo a atajos; pero debe percatarse de que los atajos son siempre peligrosos y llenos de espinas, piedras, etcétera. La carretera siempre es preferible aunque parezca más larga. Los caminos de lo Divino no son fáciles de comprender. Deseando el bienestar de todos en el universo, lo Divino usa una miríada de métodos. Esto se puede ilustrar con la historia de un devoto que aspiraba a las riquezas y llevó a cabo severas austeridades para obtener un don de Lakshmi, la diosa de la riqueza. El hombre está dispuesto a sufrir cualquier prueba para lograr la riqueza material, pero no desea hacer ningún sacrificio para realizar lo Divino. Lakshmi apareció frente al devoto y le preguntó qué era lo que deseaba; él respondió que quería a ella misma. Lakshmi aceptó y le dijo que se engalanaría con todas sus joyas y que lo seguiría, pidiéndole que él marchara adelante. Le dijo que acudiría a su casa para entregarle todas sus joyas. Sin embargo, impuso una condición: "Debes ir delante de mí y nunca volver la mirada hacia atrás. Si lo haces me quedaré inmóvil en el mismo sitio". Lleno de alegría, el devoto empezó a caminar al frente, rumbo a su casa. Las joyas de la diosa tintineaban detrás de él, e incapaz de controlar su curiosidad para averiguar qué cantidad de joyas llevaba ella, se volvió para mirarla. En el instante en que miró hacia atrás Lakshmi se detuvo y no lo siguió más. Aun cuando obtuvo la gracia de lo Divino, el devoto no logró beneficiarse de ella. Esto significa que, aunque sean benditos con un caudal de gracia divina, deben ser capaces de beneficiarse de ella. Para obtener esta capacidad, deben obedecer sin reservas los mandatos de lo Divino; si el devoto de la historia se hubiera sometido a las condiciones de Lakshmi, se habría beneficiado de su riqueza; al no hacerlo, perdió lo que se le había ofrecido.

La situación en el mundo es similar. El mundo está permeado por el poder de los tres gunas; aun nuestra visión del mundo es influida por esos tres gunas. Examinen su ojo, el borde externo es rojo, representando el guna de rajas. Después tienen el área blanca, que es satva. En el centro está la córnea, o sea el guna de tamas. Así, aun nuestra visión es manchada por los tres colores, rojo, blanco y negro, que representan a los tres gunas.

Cuando preguntan: ¿Dónde está Dios?, la respuesta la da la naturaleza misma. La rotación de la Tierra sobre su propio eje a la velocidad aproximada de 1.600 km por hora, ocasiona el fenómeno del día y la noche. La traslación de la Tierra alrededor del sol a una velocidad aproximada de 106.000 km por hora, causa las estaciones, la lluvia y el cultivo de los alimentos. Así, los movimientos divinamente ordenados de la Tierra les permiten a los seres humanos obtener su alimento; ésta es una prueba visible de la existencia de Dios. Las escrituras declaran que la persona tonta, aun cuando vea los actos de Dios, afirmará que no lo ha visto, no se da cuenta de que la naturaleza es la vestidura de Dios. ¿Cuál es la lección que deben aprender al observar a la naturaleza? Es la de que siempre está activa en el cumplimiento de su deber. Debido a que la naturaleza cumple incesantemente con su deber, el mundo obtiene muchos beneficios.

El secreto y misterio de la creación reside en el correcto cumplimiento del deber, con seriedad y sinceridad. Al perseguir el espejismo de la felicidad sensual, los hombres marchan por el camino equivocado. Esto se puede ver en el estilo de vida de la gente que trabaja o realiza negocios. Después de lo que consideran un arduo día de trabajo, asisten a clubes, donde se vuelven esclavos de la bebida y, finalmente, se arruinan porque

Primero: el hombre bebe el vino.

Segundo: el vino bebe al vino.

Tercero: el vino bebe al hombre.

La verdadera felicidad sólo se puede obtener ofreciendo servicio a la gente. Ayuden a los pobres y a los afligidos. Obtendrán fortaleza y paz de ese servicio y su conciencia también se sentirá satisfecha. Es una pena que ni los ricos ni los gobernantes estén dispuestos a realizar tal servicio. Por ello es esencial que los estudiantes hagan suyos algunos ideales para que sirvan a la sociedad con desinterés. Deben comprender que forman parte de la sociedad y que su bienestar está ligado al bien de la misma como un todo. Apliquen sus conocimientos y habilidades para beneficiarla y reconozcan que "el nocimiento sin acción es inútil y la acción sin conocimiento es una tontería".

No importa si realizan o no la práctica espiritual; su preocupación esencial debe ser desarrollar el amor a Dios; si alientan ese amor puro, lograrán cualquier cosa.

En este contexto, es relevante el consejo de Hanumán a Vibhishana, cuando éste se lamentó de que, aunque había cantado el nombre de Rama durante mucho tiempo, no había obtenido el beneficio de una visión de Rama. Hanumán le dijo a Vibhishana que no era suficiente con cantar el nombre, que debía uno servir a la Divinidad, y declaró que, mientras meditaba en el nombre de Rama, él también estaba dedicado al constante servicio del Señor. De esa forma obtuvo la gracia de Rama y obtuvo su amor y cercanía.

En otra ocasión, Vibhishana volvió a quejarse con Hanumán diciéndole: "Amado amigo, estoy rodeado de crueles demonios (rakshasas) de la misma forma en que la lengua está rodeada de agudos dientes. Por eso soy incapaz de concentrarme en Rama". Hanumán le contestó rápidamente: "¡Mi amado Vibhishana! No te preocupes por ello, en la vejez los dientes caen pero la lengua permanece intacta; asimismo, los demonios serán destruidos a su debido tiempo, al igual que los dientes, y tú permanecerás seguro como la lengua; ¡así que sé feliz!"

Por eso Vibhishana alababa a Hanumán como un ser altamente virtuoso, muy fuerte y poderoso pero siempre sereno y apacible. Recuerden que así como Hanumán, ustedes también pueden obtener fuerza y paz sólo a través del amor, el servicio y el control de los sentidos. El joven estudiante Prahlada le dijo a su padre, Hiranyakashipu: "Tú has conquistado todos los mundos en un instante, pero eres incapaz de controlar tus sentidos. ¿Cómo puedes llamarte gobernante si te dominan tus sentidos?" Por lo tanto, los estudiantes deben hacer un esfuerzo para controlar sus sentidos y desarrollar el amor a Dios, la moral en la sociedad y el temor al pecado.