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Discursos dados por Sai Baba

03. 22/05/73 La escalera que permite llegar a ser un alma liberada

La escalera que permite llegar a ser un alma liberada

La escalera que permite llegar a ser un alma liberada

22 de Mayo de 1973

¡Jóvenes estudiantes!: Hoy en día es seguro que el interrogante respecto a que si nuestro país, India, merece ser llamado Barath, la tierra que tiene apego al Señor, habrá de surgir en cada joven. Estamos vivenciando la cultura india de manera muy ridícula en la actualidad. Por ejemplo, el único significado que ha quedado respecto al mantra del Gayatri, es el ritual de sujetar firmemente la punta de la nariz. El renunciante lleva sobre sí una carga mayor quizá que la que soporta un jefe de familia. Cuando hablamos de pranayama (práctica espiritual mediante la cual se sostiene el prana o respiración), nos parece algo trivial. Se ha deteriorado hasta convertirse en un proceso carente de sentido. En este contexto, no es una sorpresa que nos asalte la duda respecto de si la India merece realmente ser llamada por su antiguo nombre y si queda algo de significativo para nosotros en la cultura india. Es cierto y natural que en cada país, después de algún tiempo, surja una situación de este tipo y se inicie alguna clase de deterioro. El deterioro se producirá en diferentes épocas, dependiendo de la naturaleza del país, del paso del tiempo y de los individuos que viven en él. Una vez comenzado el proceso, Dios aparecerá en forma humana, ya sea bajo la forma de un Paramahamsa (sabio realizado) o como un Avatar (Dios encarnado en forma humana) con el propósito de restablecer la Rectitud y de restaurar las tradiciones originales.

Hace muchos años, cuando la Rectitud y todo lo que depende del Dharma (Virtud) estaba en decadencia en este país, apareció Adi Sankara en escena y difundió el antiguo Dharma védico en la forma del Advaita o Filosofía no dual. También estableció varias sedes de aprendizaje de renombre en toda la India.

Los primeros signos de la declinación del Dharma (deber del hombre) se hicieron notar tan remotamente como hace 5.000 años atrás. Fue entonces cuando el Señor Krishna encarnó en forma humana. Más adelante, en el año cuyo nombre era Nandana, en el mes llamado Vaisaki y el día llamado Panchami, un domingo, y en las tempranas horas de la mañana que nosotros llamamos Brahmamuhurta, llegó a nacer Sankaracharya en una aldea $e Kerala llamada Kaladi. A la temprana edad de cinco años, Adi Sankara aprendió el mantra (fórmulas orales sagradas de gran poder) del Gayatri.

Después de haberlo aprendido y a través de su práctica, llegó a aprender todo el contenido de los Vedas a la edad de catorce años. Fue así que tomó la determinación de difundir el culto de la espiritualidad por todo el mundo. Sankara fue un individuo sobresaliente que, durante su vida, tradujo todas las Upanishads a un lenguaje comprensible, para beneficio de todos.

Preparó los textos y sus comentarios adquirieron el nombre de Sankara Bhashya. Todo su tiempo disponible y todas sus energías los dedicó al propósito de difundir la sagrada cultura de la India por todo el territorio. Con este objetivo, viajó por todo el país, radicándose por algún tiempo en Benares en medio de sus viajes. En ellos lo acompañaron siempre sus catorce discípulos principales. Su rutina diaria era la de caminar por las calles, junto con sus discípulos, predicando y enseñando su filosofía. Visitó varias casas de brahmines en Benares y les clarificó respecto a la autoridad de las Escrituras. En uno de estos recorridos llegó hasta la casa de un brahmín muy anciano. El dueño de casa estaba recitando algunas reglas gramaticales. Sankara entró a la casa y se puso a conversar con él. Le preguntó al anciano qué era lo que esperaba lograr con esta recitación de reglas gramaticales. El brahmín le respondió que tenía una numerosa familia y que, al hacerlo, tenía la esperanza de adquirir algún conocimiento sobre la materia y así poder ganar algo de dinero para mantener a su familia. Sankara, entonces, le dijo al brahmín todo lo que tenía que decirle y le indicó que el recitar las reglas gramaticales no le ayudaría. Cuando regresó a su propia casa, decidió poner estos consejos en forma de versos, al igual que lo sucedido aquel día. La sustancia de las estrofas que compuso Sankara y que comenzó a cantar junto con sus devotos, es la siguiente:

Oh, persona ignorante. Canta la Gloria del Señor Gouinda, pronuncia el Nombre del Señor Gouinda. Deberías repetir el Nombre del Señor.

Ya no será posible para ti el hacerlo cuando la muerte te enfrente y te acerques a ella. EL recitar reglas gramaticales no te salvará.

Aunque la grandeza de Sankara era evidente en estas palabras, sucedió que sus discípulos también eran personas muy eruditas y querían agradar a su Gurú (Maestro espiritual) exhibiendo sus habilidades. Cada uno de ellos compuso entonces una estrofa, de modo que los catorce compusieron catorce de ellas. Cuando el último terminó con la suya, Adi Sankara se sintió tan complacido que le dio expresión a su satisfacción, componiendo lo que se conoce como la "serie de doce estrofas". Luego estuvo reflexionando y llegó a la conclusión de que la enseñanza y la prédica deberían ir acompañadas de algún tipo de bendición por parte del Maestro, para que la gente obtuviera un mayor beneficio. Para ello, compuso cuatro estrofas más. De esta manera, después de haber escrito un total de treinta y una, a las que se les dio el título de Moha Mudgara, fueron entregadas a la posteridad bajo la denominación de las series de Bhaja Govinda.

Lo más importante que se comunica en estos versos es el término "moodhamathi": alguien tan necio que es incapaz de entender o captar. En este contexto, habríamos de preguntarnos quién será el que no puede entender. Sankara mismo dio una linda respuesta a esta pregunta, la cual está encerrada en la sentencia de que "aquel que no cree en Dios, el que no acepta la existencia del Alma, es el necio a que se hace referencia". Este mismo apelativo lo utiliza Dharmaraja en el Mahabharatha, en la parte que se refiere a las preguntas que le hace Taksha. Hoy en día entendemos que un "moodhamathi" significa "la persona que es totalmente materialista".

Debemos indagar algo más en el significado de esta palabra. Hay muy pocas personas que realizan la verdad que hay en la declaración de: "Yo no soy el cuerpo. El cuerpo es algo temporal que ha de perecer. En cambio, yo soy imperecedero, soy el inmortal hijo de la Divinidad". Si consideramos esto desde el ángulo del aspecto mundano, hay varias facetas que pueden notarse. Uno ha de decirse a sí mismo: he nacido en este cuerpo, estoy creciendo en este cuerpo y tengo el derecho de disfrutar de los variados placeres de este mundo con él. Así uno puede desperdiciar su vida con estas ideas. Otro aspecto lo constituye el que, si puedo decidir respecto a lo que me agrada y lo que me desagrada, ¿cuándo entra Dios en el juego? ¿Por qué habría de tener alguna fe en Dios e invocar Sus bendiciones para mis agrados y desagrados? Y no es el caso que no existan otros aspectos que fueran opuestos a los anteriores. Algunas personas piensan que están pagando el arriendo por la casa que habitan, que pagan impuestos por las profesiones que ejercen, que pagan por el agua, la electricidad y prácticamente por todo lo que usan cotidianamente y cuestionan la necesidad de tener fe en Dios en cualquier contexto. Es cierto que esa gente está pagando impuestos por todas sus posesiones mundanas como la casa, el agua, la luz, etc. También deberían preguntarse qué impuestos le pagan a la Madre Tierra por proveerles de tantas facilidades y para satisfacer sus requerimientos diarios, posibilitándole así al hombre el vivir su vida diaria. También deberían preguntarse qué impuestos le pagan al Sol, a la Luna y al espacio que nos rodea por proveernos de la luz, el aire y la capacidad de trabajar que necesitamos. Todos estos poderes invisibles que nos mantienen vivos no reciben pago alguno a cambio.

Los científicos sólo pueden estudiar y describir las cualidades de los materiales existentes; pueden dividirlos en sus componentes, reconstituirlos en nuevos compuestos y darles nuevas formas por medio de procesos que pueden explicar. Ningún científico puede crear cosas que no existan. ¿Es capaz el hombre de producir toda el agua que necesita, mezclando sustancias elementales como el hidrógeno y el oxígeno? ¿Es capaz de producir lluvia natural cuando enfrenta la necesidad de llevarla consigo para mantener en funcionamiento sus procesos vitales? ¿Son capaces los científicos de crear el Sol y las estrellas que son las fuentes que entregan la luz y la energía necesarias para la existencia del hombre? En ocasiones, puede que los hombres de ciencia junten algunas sustancias elementales y creen artificialmente pequeñas cantidades de materiales nuevos, pero ¿son capaces de crear las sustancias que dan la vida como el oxígeno, el aire y el agua, para sustentar la vida creada en la Tierra? A nadie le es posible hacerlo. Ellas sólo pueden ser creadas por la voluntad de Dios y según su deseo. La persona que realice esta verdad de que toda la Creación obedece a la voluntad y la complacencia de Dios, se puede considerar como alguien que no es un "moodhamathi". En algunas ciudades hay escasez de agua potable y los hombres de ciencia están tratando de hacer que la salada agua del océano pueda servir para este efecto. Puede que tengan un éxito parcial en estos intentos, mas ¿cómo podrían conseguir el agua potable si no tuvieran a disposición el agua de los mares como fuente? Es así que, en todos los casos, la sustancia original o la fuente, si nos ponemos a indagar y a hacer un cuidadoso análisis, es un don de Dios y ningún científico la puede crear.

Sin que importe cuán alta sea su posición ni la capacidad que un hombre de ciencia pueda haber alcanzado en su profesión, no puede conectarse con cosas que se sitúen más allá de las cinco sustancias originales: la tierra, el agua, el fuego, el aire y el espacio. Dios está detrás del telón y más allá de estos cinco elementos. Dios exhibe sus poderes fuera del ámbito de estos cinco elementos. El hombre opera dentro del ámbito de ellos. En tanto se mantenga la íntima conexión del hombre con los cinco elementos, tal como lo sabemos por nuestra vida diaria, éste no podrá entender el verdadero significado del principio del Alma Universal. Hasta cierto punto, podemos hacer uso de los cinco elementos para facilitarnos las cosas y lograr comodidades en este mundo material, mas este proceso debería emplearse tan sólo con el propósito de entender el aspecto Divino o Alma Suprema. Por el contrario, el tratar de confinarnos dentro del dominio de los cinco elementos, con el propósito de entender las vías o el operar de Dios, en la creencia de que puede ser traído hasta el plano material en el que hemos elegido darle forma a nuestros deseos sensoriales, equivaldría a perder nuestro tiempo. Aquel que sea capaz de entender y de realizar la verdad de que estos cinco elementos son la creación de Dios y que han sido creados por su complacencia, será quien entienda las cosas en su cabal perspectiva. Quien no entienda ni acepte esta perspectiva en cuanto la Verdad última, viene a ser un "moodhamathi". Ello significa que en tanto no anhelen la Gracia de Dios y en tanto permitan que sus vidas y sus actividades se entremezclen con los cinco elementos que les rodean, se verán enfrentados a muchísimos desengaños y dificultades. Estarán desperdiciando sus vidas y no podrán escaparle a la verdad de que están viviendo la vida como "moodhamathis".

En la segunda parte de la estrofa, Sankara dice que, mientras la muerte se acerca y se aproxima vuestro fin, de nada les ayudará el recitar reglas gramaticales. Para el hombre, entre todos los temores que le asaltan, el miedo a la muerte resulta el más aterrorizante. En el momento de la muerte, no se da tan sólo la sensación de que un montón de escorpiones se arrastra por encima de ustedes, sino que, generalmente, es tan doloroso como si miles de escorpiones les estuviesen picando todo el tiempo. Sankara les dice que cuando se aproxima esa muerte a la que le tienen tanto terror, y están sufriendo grandes dolores, nada que no sea el pensar en Dios puede salvarles. Es esto lo que quiere significar al decir que, cuando se acerca la muerte, el recitar las reglas gramaticales o recordar vuestra erudición en varias materias, no les salvará.

La estrofa del Bhaja Govinda tiene varias interpretaciones de acuerdo a muchos doctos estudiosos y a la palabra Govindam se le han asignado varios significados. Pero el real significado de Govindam es que se refiere "a uno que cuida o atiende a las vacas". El significado interno es que se refiere a quien tiene el control sobre la naturaleza animal del hombre. Hay algo de la naturaleza animal que se mantiene residualmente en el hombre. Esta naturaleza animal residual ha de ser cambiada y transformada. Aquel capaz de transformarla, es Govinda. Para un animal, la naturaleza humana resulta inaccesible, pero para el hombre resulta accesible la Naturaleza Divina en cuanto meta. No obstante, como se mencionara antes, queda un residuo de naturaleza animal en él y debemos inquirir qué significa ello.

Cuando le mostramos pasto verde a un animal herbívoro, se siente atraído, se acerca y mueve la cola para expresar su placer. El mismo animal se alejará corriendo si toman una vara y le pegan. De manera similar, hoy en día el hombre se siente atraído y se les acercará si le muestran dinero, pero si están enojados y le gritan, huirá. ¿No es esto una demostración de la naturaleza animal en los seres humanos? Por otro lado, en cuanto seres humanos, no deberíamos sentir temor ni deberíamos infundirle temor a otros. No somos ganado para que nos asustemos, ni somos animales para infundir pavor. Sin embargo, cuando algunos hechos incorrectos llaman nuestra atención o cuando se dice algo que es falso, habrían de ser cualidades aceptables en el hombre el denunciarlos, separar la verdad de lo falso y castigar a la persona responsable por ellos. Y éstas no pueden ser cualidades de ningún animal. De modo que cuando pronunciamos la palabra Govinda (otro nombre que se le da a Krishna) debemos entender y discriminar entre el bien y el mal, castigar a la persona por lo malo que ha hecho y recompensarla por lo bueno. De modo que el aspecto de Govinda es el de llevar adelante el mejoramiento de la naturaleza humana, como para impulsarla a acercarse a lo Divino. Han de pensar cada día en Govinda, pronunciar Su nombre y hacer crecer la fe y la confianza en El. No es posible hacer lo contrario y ser feliz.

Otro significado de la palabra Govinda es el de un sonido pronunciado. Ya sea para las palabras que pronuncia el hombre, los sonidos que emite un animal o lo que se ha dicho en los Vedas, todo ello tiene una sola base. Puede que haya diferencias superficiales en la calidad, pero para todos ellos la base la representa el mismo sonido. Este significado alternativo, por ende, nos permite considerar a Govinda como la personificación del sonido o Sabda, como vaca o Gam, como tierra o Bhumin, como Vedas o Ved y como cielo o Swarga: "Aquel que representa todas estas cosas es Govinda".

La palabra Bhumin también nos entrega el sentido de que Govinda está detrás de todo el drama de este mundo que es representado en la Tierra. En la palabra Swarga, encontramos el sentido de que El es el Señor del lugar en el que podemos obtener todo tipo de felicidad y placer. Con referencia a los Vedas, también tenemos el sentido de que al hablar de Govinda, estamos hablando del aspecto del Señor Mismo. Es así que tenemos que reconocer que, ya sea en la apariencia densa, sutil o causal de este mundo, es Govinda el que resplandece. Fue en este contexto que Prahlada proclamara que no hay placer en este mundo. No hay placer en el nacer una y otra vez. No hay placer en el nacer sólo para morir y morir sólo para nacer de nuevo. ¿Por qué habríamos de nacer si no es más que para sufrir el repetido ciclo de nacimientos y muertes? Uno habría de nacer como para llegar a ser inmortal y no tener que nacer nunca más. Alguien que esté empeñado en encontrar la senda que lleve a tal verdad, es lo que se llama un sabio.

Si indagamos cuidadosamente en las palabras que usara Prahlada en aquella ocasión notaremos que señaló que ese tipo de inteligencia era la de un sabio y no la de un animal. Esto significa que Prahlada consideró que aquel que entiende y que anda tras la senda de la inmortalidad, es una persona sabia. Alguien que no lo entienda, será como un animal. Con ello le dio una respuesta muy satisfactoria a quienes dudan de la verdad de tal declaración. Ilustró su indicación, comparando el cuerpo a un arco, la mente a la cuerda que se tensa en él y la vida a una flecha. Esto significa que vuestro cuerpo está sometido a la cuerda que es vuestra mente. Cuando apoyan la flecha, que es vuestra vida, en la cuerda de vuestra mente y la tensan, se darán cuenta de que el arco o vuestro cuerpo se arquea. Cuanto más tiren de la cuerda de sus mentes, más rectamente irá la flecha. La cuerda habrá de tensarse con bastante fuerza y no deberá dejarse floja. Es en este contexto que se nos dice que el camino recto para alcanzar a Madhava (El Señor del Universo) lo constituye el control sobre nuestra mente. Cuando le damos demasiada importancia a nuestra mente y a nuestro cuerpo, esta mente que es inestable y este cuerpo que es como una burbuja de agua, hacen que toda nuestra vida se vuelva infructuosa.

Esta primera estrofa también establece los aspectos Annamaya , Manomaya y Pranamaya de nuestro cuerpo. Sin alimento el cuerpo no puede vivir. Si carecemos de un cuerpo, no podemos imaginarnos realmente a la mente. Si no hay mente, no podemos reconocer la vida en el cuerpo. Estos aspectos del conocimiento y la dicha son dependientes de los aspectos del alimento, la mente y la vida. Es por ello que vamos en pos de estos tres aspectos. Es verdad que son transitorios, que no son permanentes y que carecen de valor. Pero, desde el momento en que los aspectos del conocimiento y de la dicha dependen de ellos, les concedemos una cierta importancia. Para ser capaces de experimentar los aspectos del conocimiento y de la dicha, habremos de proteger nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra vida. Hay un pequeño ejemplo para ilustrarlo. Si tenemos algunas joyas y gemas valiosas en nuestra casa que necesitan ser protegidas, las guardamos en una caja fuerte relativamente barata. Esta caja de hierro no tiene valor en comparación con las joyas, pero ponemos dentro de ella las cosas valiosas. Nuestro cuerpo vendría a ser como esta caja de hierro sin valor. En este cuerpo sin valor, Dios ha guardado, para protegerlas, cosas muy valiosas como el conocimiento y la dicha. Mas, a veces, de acuerdo a nuestra conveniencia, pensamos que Dios no ha hecho lo correcto al guardar cosas tan valiosas en un cuerpo de tan poco valor y tan impermanente. Dios es la Encarnación de la Inteligencia y la Sabiduría y lo mira todo de manera total y completa. En Su Creación no puede haber nada que no tenga un propósito específico. Todo lo crea con un propósito específico. Si guardáramos las joyas valiosas en una caja de oro, nadie esperaría echarle una mirada a las joyas que hay dentro; se llevarán la caja completa tan pronto la vean. Resulta natural el guardar todo lo que tenga valor en una caja sin valor que no llame la atención, para que esté protegido. De modo que, para que podamos alcanzar el ámbito del conocimiento, la dicha y la felicidad, se hace necesario que cuidemos del bienestar del revestimiento exterior, vale decir, del cuerpo, la mente y la vida.

Hay otro pequeño asunto al que debemos prestarle algo de atención. Cuando guardamos cosas de valor en una caja, tenemos que ponerle llave y llevar la llave con nosotros. Si les faltara la llave, no les será posible sacar de la caja el conocimiento y la dicha cuando los requieran realmente. A esta llave se refería Sankara como la llave de la devoción. Cuando usan esta llave y la giran hacia el lado del desapego, les será posible abrir la caja y utilizar el conocimiento y la dicha que se encuentran en ella. Mas si la llave de la devoción se girara en sentido contrario, hacia el apego, no les será posible abrir la caja ni usar en vuestro beneficio el conocimiento y la dicha. Es por ello que, en uno u otro sentido, es importante que conserven esta llave con ustedes y que la protejan. Podrán tener esta devoción cuando tengan fe en Dios. Vemos que hay mucha gente en el mundo actual que dice no tener fe en Dios. Pero de hecho, no es posible vivir ni un instante sin fe en Dios. No debemos tener la impresión de que Dios existe en algún sitio, que tiene una forma especial y que está revestido de poderes especiales y otras cosas por el estilo. Lo que contiene vuestro corazón en cuanto un pensamiento puro y una conciencia suprema, eso es Dios mismo. Aquello es Dios y no necesitan buscarlo en otro lugar. Esta sagrada parte del propio corazón le es necesaria a todos y a cada uno. No hay nadie que no tenga este sagrado corazón. Es justamente debido a que tan sagrado corazón se encuentra presente en cada uno, que podemos decir que Dios está en todos. Aquel que no tenga fe en sí mismo no tendrá fe en Dios tampoco. No hay nadie que no se quiera a sí mismo, que no crea en sí mismo y que carezca de la ambición de llegar cada vez más alto. Incluso el hombre que no tenga fe en Dios tiene fe en sí mismo y desea tener la fuerza como para cultivar esta confianza en sí mismo. Esto es algo muy natural, que surge permanentemente desde el fondo de cada corazón. Un pequeño ejemplo para esto. Había una vez un Maestro que le comunicaba su sabiduría a quienes venían por su presencia y bendición. Los que llegaban para obtener la dicha de su presencia, solían traer algunas flores y frutas según las tradiciones indias. Un buen día en que las ofrendas de frutas fueron muy numerosas, el Maestro llamó a un discípulo y le encargó cortar la fruta y arreglarla para que fuera distribuida como alimento consagrado. El discípulo lo hizo y le informó al Maestro que todo estaba listo para la distribución, preguntándole a quién habría que darle las primeras frutas. El Maestro le pidió que comenzara por la persona en la que tuviera mayor fe y confianza. Todos los que se habían reunido pensaron que el discípulo comenzaría por darle la fruta al Maestro, para continuar luego con los demás. Mas éste no lo hizo así: tomó él mismo la primera fruta. Cuando los sorprendidos espectadores pidieron una explicación, les contestó que lo había hecho así, porque sentía la mayor confianza y afecto por sí mismo. Ello demuestra que, efectivamente, tenía confianza en sí mismo y que verdaderamente se amaba.

Cuando vemos esta historia en cuanto a sus aspectos externos, nos podría parecer que el discípulo no tenía fe en el Maestro, pero debemos darnos cuenta de que actuó de este modo debido a la suprema confianza en sí mismo. De modo que, cuando alguien no toca los pies de Dios, no asiste a un templo ni participa en una peregrinación, no deberíamos sacar por conclusión que carece de fe en sí mismo. La confianza en uno mismo es algo que sólo se puede vivenciar y no se puede exhibir. Lo importante es que uno debe tener fe en uno mismo. Aun cuando los individuos puedan tener sus propias ideas y éstas pueden diferir unas de otras, el Principio Divino es uno solo y el mismo. Sankara enseñó esta unidad del Principio Divino. Fue con el propósito de promover la fe en Dios que Sankara tomó al "moodhamathi" como instrumento en el primer verso que compusiera. Si anhelamos subir hasta lo alto de un elevado edificio, hacemos uso de las escaleras con este propósito. Para esa escalera debe haber una base y una terminal en la parte alta, extremos ambos en los que se afirma. De modo que lo que hizo Sankara, fue tomar al ignorante en cuanto a la base y al que sigue la senda de la Rectitud como al altillo o destino. Entre la base y el destino empleó veintinueve versos que describen otros tantos aspectos de la vida en cuanto escalones. Cuando sigamos adelante y entendamos bien todos los versos posteriores, no cabe duda de que nuestra ignorancia será disipada y que obtendremos una visión clara de lo que Sankara nos quiere decir en estos treinta y un versos del Bhaja Govinda.