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Discursos dados por Sai Baba

30. 20/10/63 El hombre divino y el ser supremo ( Purusha y Purushotthama)

20 de Octubre de 1963

Prashanti Nilayam

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El hombre sabe casi de todo, salvo de la muerte. ¿Por qué debe morir una persona? ¿Qué beneficio trae la muerte? ¿Por qué muere? La respuesta es: a fin de que no vuelva a morir nunca más. Él nace, para no tener que volver a nacer. Habiendo nacido, el hombre adquiere tierras, casas, riquezas, granos, artículos de confort y lujo que él siente que le darán felicidad y, por ende, se vuelven el objeto de su lucha. Pero se olvida de realizar a Dios. Pueden preguntar: ¿por qué debe uno buscar buena compañía, hacer buenas obras y dirigir su mente con buenos pensamientos? Me están escuchando y, ¿qué obtienen de escucharme? Están de acuerdo en que yo les estoy dando felicidad ¿no es así? Bien, ¿qué me dan a cambio? Denme la práctica de lo que les estoy diciendo; practiquen lo que les enseño, esto es suficiente, Es todo lo que les pido.

El hombre no debe morir como un gato o un perro. Él debe dejar este mundo más elevado y más feliz que cuando apareció en él. Debe irse lleno de gratitud por la oportunidad que le ha sido dada de ver a Dios en todo lo que veía, oía, tocaba, olía y gustaba. Él debe recordar al Señor con su último aliento.

Para poder recordar al Señor se necesita una vida de práctica. Cuando están al volante de su automóvil, pueden oír la charla dentro del carro y hasta unirse a ella, pueden estar haciendo muchas otras cosas, pero su atención estará siempre en la carretera. Cuando la madre regresa del pozo con tres vasijas, una encima de la otra sobre su cabeza, hablando con su vecina, su mente está concentrada en el niño que ella ha dejado en la cuna. Así también, cuando estén ocupados en los varios deberes y obligaciones del mundo, no permitan nunca que su atención se aleje de Dios, que es la meta. Estén siempre atentos a las señales de su gloria, de su misericordia y de su omnipresencia. Un soldado es el resultado de muchos años de intenso adiestramiento, su valor y su serenidad en el frente son el producto de varios años de ejercicio y disciplina para este fin. Como lo dijo Rani Narasimha Shastri, es sólo después de años de intenso estudio que uno puede presentarse para un examen y los resultados no son anunciados enseguida; hay que esperar algún tiempo para ello. Así, cultiven el hábito de recordar al Señor con cada aliento; sólo entonces podrán recordarlo en el último aliento.

Hubo una vez un viejo en su lecho de muerte; creo que era de la región de Kannada. Mientras se encontraba en sus últimos momentos, sólo podía balbucir alguna palabra que sus hijos no podían comprender; llamaron a un doctor y le pidieron que le suministrara oxígeno o algo para que las palabras fueran más claras, pensando que les quería comunicar dónde exactamente había guardado el dinero que había ahorrado. Por eso hicieron todo lo posible por entender las palabras correctamente. Podían distinguir solamente el sonido "ka". Así, se preguntaron si quería decir kanaka (oro), karu (becerro), kanaja (granero), kasabarike (escoba)... Cuando se le mostró la escoba, el viejo inclinó la cabeza y murió ¡de modo que tuvo que nacer de nuevo como una escoba!

No deben morir como ese hombre; deben morir como Bhishma. Estaba recostado en el lecho de flechas mientras enseñaba el Shanthiparva a los pandavas, y murió con Krishna delante de él y en su corazón. La muerte es considerada como algo que debe temerse, como algo de lo que no debe hablarse en momentos felices. Pero la muerte no es ni buena ni mala. No tienen elección en el asunto. No puede venir más temprano si la desean ni pueden evitarla si la condenan como mala. Es una consumación inevitable; desde el momento del nacimiento, la marcha hacia el lugar de cremación ha empezado. Algunos llegan allí más rápido que otros, algunos van por una ruta tortuosa y llegan tarde. Ésa es la única diferencia entre hombre y hombre. Sin embargo, el hombre anda como si la muerte fuera sólo una calamidad distante. Cuando algún vecino pierde a su hijo, lo consuelan diciéndole que todo es un sueño, que los niños nacen y mueren porque son acreedores que han venido a cobrar viejas deudas en que incurrieron en nacimientos anteriores, etcétera. Pero cuando pierden a su propio hijo, no se consuelan con los mismos argumentos. Sólo son para el consuelo de los demás.

Arjuna se dirige a Krishna como a Purushottama, pues sólo él es supremo entre los Purushas. Purusha significa aquel que está en esta ciudad pura fortificada, es decir, este cuerpo. Cada cuerpo tiene al Purusha en él y el universo entero tiene al Purushottama inmanente en él. De manera que, después de todo, lo que muere es el cuerpo, no el ocupante del cuerpo, el Purusha. La fe en que tienen al Purusha en ustedes los hará limpiar su mente de toda maldad y los sentidos de toda mala tendencia. El recipiente también debe estar limpio, no sólo la bebida: sin esto, la recordación o meditación, sin importar cuán largo tiempo sean practicadas, no darán frutos. Ésta es la razón por la cual los Vedas fueron confiados a los brahmines junto con rigurosas reglas de disciplina. Sin mentes purificadas por esa disciplina, el estudio de los Vedas es un ejercicio vano.

Un hombre estaba a punto de morir. Su esposa le preguntó: "¿Qué será de mí?". Sus padres hicieron la misma pregunta y los niños también preguntaren: "¿Qué será de nosotros?" y aun los sirvientes preguntaron lastimosamente: "¿Qué será de nosotros?". El moribundo los miró impotente y a su vez preguntó a todos ellos; "¿Qué será de mí?". Si hubiera sido prudente y se hubiera preparado con una respuesta para esa pregunta y para ese momento, habría muerto en paz y, viéndolo morir tan tranquilamente, sus hijos también se habrían beneficiado al contemplar una muerte gozosa.

Ahora está de moda el decir: "¡Oh, todo es la gracia de Dios!", cuando algo que consideran bueno les sucede. Pero si ello acaece a alguien que no estiman, evidentemente no es la gracia de Dios, pues consideran a dicha gracia como exclusivamente suya y no de otros. Por otro lado; cuando les ocurre algo que no les gusta, ¿por qué no lo toman también como una señal de la gracia de Dios? Resígnense y entréguense en las manos de Dios, dejen que él les dé el éxito o el fracaso: ¿qué importa? Él puede estar haciéndolo para fortalecerlos y a la larga resultará para su propio bien. ¿Cómo pueden juzgarlo? ¿Quiénes son para juzgar? ¿Por qué juzgar? Hagan lo mejor que puedan lo que tienen que hacer y quédense callados. Fijen su mente en esta actitud.

No saben cuándo va a disparar el camarógrafo. Mathew, que toma las fotografías en Prashanti Nilayam, por lo menos salta delante de ustedes con la cámara apuntando aquí y allá; pero la muerte no les dará ningún aviso, ni dirá: "¿listos?" ni esperará a que lo estén. Por lo tanto, manténganse siempre vigilantes de manera que puedan causar una buena impresión con el nombre de Dios en sus labios y su forma dentro de su corazón, purificado, a la hora de la muerte.

No se dan cuenta de su buena suerte de tenerme a mí como su guía. No descansaré hasta que los reforme a todos ustedes. El cimiento para mi trabajo ha sido terminado: ahora, se va a elevar la estructura sobre él. Voy por todo el mundo sin afán de lucro ni publicidad, porque estoy establecido en mi propia gloria, en mi propia verdad, tengo una relación átmica con todos y por eso siempre tengo éxito.

Para proteger a la cosecha hay que quitar las malas hierbas y abonar el terreno; ése es el trabajo de estos pandits con la vidwanmahasabha, instrumentos que estuvieron largo rato sin usar y abandonados. Únanse a esta gran obra; es para ustedes la oportunidad de su vida.