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Discursos dados por Sai Baba

01. 01/01/83 Declaraciones védicas

Declaraciones védicas

Declaraciones védicas

1 de Enero de 1983

No se debe anhelar la prolongación de la vida, sino la purificación de la vida. Unos momentos como Hamsa (el cisne celestial) son mucho más preciosos que muchos años como cuervo. Los Vedas (escrituras antiguas reveladas) han dejado muchas lecciones en axiomas profundos que resumen verdades realizables con el fin de sublimar los anhelos bajos del hombre, conducirlo por el sendero de la santidad y mostrarle el destino glorioso de su unidad con la Conciencia cósmica, la identidad entre jiva (lo individual) y deva (lo universal). Cada Veda contiene una declaración central, llamada mahavakya o mahamantra, en torno de la cual gira.

“ Prajñanam Brahma” es la declaración sagrada del Rig Veda. Prajñanam quiere decir conciencia constante integrada, que está presente y activa en todas las cosas, en todos los lugares, todo el tiempo. Ella energiza los dominios físico, mental y espiritual, las regiones inferior, media y superior y a los seres infrahumanos, humanos y suprahumanos. Los tres periodos del tiempo, los mundos inferior, espacial y celestial y los tres modos del ser (bondad, pasión e inercia; satva, rajas y tamas, respectivamente); todos ellos están saturados e impregnados por Prajñanam (conciencia total) o Chaitanya (conciencia pura).

Aham implica una personalidad total

“Aham Brahmasmi” es la declaración sagrada del Yajur Veda; se compone de tres palabras: aham, Brahma y asmi. Aham implica una personalidad total y compuesta. El hombre está sujeto a innumerables pensamientos, deseos y resoluciones llamados sankalpa. El primer sankalpa verdadero que anida en la mente del hombre es aham, el sentido de yo. Otras ideas y pensamientos que conducen a la acción pueden entrar en la mente sólo después de que aham ha echado raíces. Previamente a este acto, ninguna aceptación o rechazo, ningún sankalpa puede tener lugar.

El sentido de yo persiste en el cuerpo denso del estado de vigilia o despierto, en el cuerpo sutil del estado de sueño y en el cuerpo causal del estado de sueño profundo. Persiste a lo largo de las tres etapas. El Uno que impregna a los tres es el yo, el aham. “Yo” es la respuesta universal cuando pregunto quién es Gokak, quién es Sudharshan o quién es Chakravarti. La respuesta en cada caso es: yo, yo, yo. Yo está en cada uno, es el núcleo de todos.

Después tenemos la expresión “Brahma asmi” (yo soy Brahman). Esta verdad puede quedar clara con un ejemplo: para cuajar la leche le añadimos una pequeña cantidad de leche ya cuajada, con lo cual después toda la leche se cuaja. Ahora bien, ¿de dónde obtuvimos inicialmente la leche cuajada? De aquella que había sido tratada de modo similar. Los años de la vida son la leche; el principio divino, Brahman, es la leche cuajada; cuando se le permite saturar la vida, la convierte en una saga divina. A esto se refieren los Upanishads cuando declaran que quien conoce a Brahman se vuelve Brahman (“Brahmavith Brahmaiva Bhavathi”). Asmi es el proceso de mezclar, la consumación del añadido, del fundirse, de la unión. Cuando ocurre, aham se vuelve Brahman. Cuando lo humano se impregna de lo divino, el hombre se vuelve Dios.

Pues, ¿qué sucede subsecuentemente? La leche que se ha cuajado se bate mediante la investigación y la prueba interior; entonces emana la fragancia dulce y suave de la mantequilla de ananda (la felicidad divina). Este ananda se puede lograr sólo por medio de y desde lo divino. De ahí que todas las lenguas proclamen que ananda es el centro de todos los Vedas, el fruto de todos los Shastras, la meta de todas las escrituras. Se debe tener fe en esta verdad, de otra manera se perderá el fruto. Es por ello que tan a menudo enfatizo la necesidad de la fe, pues donde hay fe hay amor; donde hay amor hay paz, donde hay paz hay verdad, donde hay verdad hay dicha y donde hay dicha, está Dios.

La fe nace mediante la convicción

La gente, en nuestros días, ha debilitado y hasta perdido la fe, y sin embargo quiere obtener ananda. Ananda no puede comprarse en ninguna tienda ni se puede solicitar a alguna compañía. Muchos se preguntan: “¿Cómo puede usted desarrollar fe? ¿Cuáles son las razones para tener fe?” Las razones no se pueden definir ni delimitar: la fe nace del corazón, por medio de una convicción imperceptible. Se tiene fe en el hijo, en el padre, en el esposo o la esposa, pero nadie puede explicar por qué. La fe no crece en la mente ni es resultado de causas externas.

El yo o ego no debe ser moldeado ni encerrado en un ismo, pues entonces se vuelve dañino y egoísta. Si el yo se limita al cuerpo y se le etiqueta de acuerdo con la forma, es perjudicial y genera orgullo y egoísmo. Si se le identifica con el Atma (el Ser verdadero) se vuelve sagrado y lleva a la fusión con Brahman (Dios). No tomen al cuerpo temporal y trivial, el cual es como una burbuja, como aham, porque, ¿qué es exactamente tal “yo”? Ustedes emplean las palabras “yo” y “mío” todo el día repitiendo: mi casa, mi cuerpo, mi vida, mis sentidos, mi, mi, sin ahondar en el “yo” que posee todos aquellos objetos. Cuando están dormidos profundamente, no sienten ni piensan en el “yo”; tampoco se preocupan de ningún “mío”. ¿Adónde va entonces? Si el “yo” los abandona durante las pocas horas de sueño, ¿cómo es que puede estar con ustedes durante el sueño permanente del cual no despiertan? El sueño es una pequeña muerte; la muerte es un sueño largo. Consideren los vínculos que se desarrollan entre el uno y el otro, entonces podrán llegar a la verdad de “Aham Brahmasmi”.

No hay nada más alto que Dios

“Tath Tuam Asi” es la declaración sagrada del Sama Veda: “Tú eres Eso”. Tath (Eso) existía antes de la creación y continúa existiendo después. Es el principio de la Conciencia total, la totalidad del ser y del llegar a ser que abarca y trasciende lo físico, mental y espiritual, “más allá del horizonte de la expresión y la imaginación”. El cosmos no se originó de Dios, es Dios. No hay ningún otro, no hay un segundo. Algunas personas preguntan: “¿Has visto a Dios?”; la respuesta es: “Sí, lo he visto”. Entonces preguntan: “¿Dónde está? Muéstranoslo”. Si se encontrara en un lugar específico, entonces podrían señalar con el dedo hacia esa dirección y decir “allá está”; pero este micrófono delante de mí es Dios; esta guirnalda sobre la mesa es Dios, este pañuelo es Dios. No hay nada en el universo más elevado que Dios, diferente o distinto de Dios. Él es el Tath (Eso); es el Omnipresente, la Conciencia eterna (Chaitanya). Nos referimos a él como Tath (Eso) cuando lo imaginamos distante, lejos de nosotros. ¿Lejos de dónde? Lejos de su cuerpo, de sus sentidos, de su mente, de su facultad de razonar, todos los cuales están equipados sólo con capacidad limitada, pero una vez que se despierte su conciencia intuitiva, el lejos se vuelve cerca.

El Atma brilla en la caverna del corazón

Los Vedas lo aclaman como “Duuraath duure, anthike cha” (más lejos que lo más lejano, también más cerca que lo más cercano). Tuam (tú) es el complejo cuerpo sentidos mente razón. Éste también es Eso, como lo confirma el verbo asi (eres). ¿Qué es lo que sucede exactamente cuando están ocupados leyendo las oraciones de un libro? En esos momentos la mano está sosteniendo el libro, los ojos están viendo, la razón está juzgando y la mente está reaccionando ante el flujo de sentimientos. Tú es el compuesto de manos, ojos, razón y mente; es el molde, el akara (la forma). Eso es el núcleo, la esencia, lo genuino, el la propia naturaleza verdadera (sva bhava). Para poder realizar la identidad de los dos hay que recurrir al sadhana de la meditación. La meditación es el proceso de sublimar la concentración (que tiene que ver con el dominio de los sentidos), lo que conduce a la contemplación (que se relaciona la mente y la razón), que a su vez da como resultado la meditación real (que atañe al dominio inalcanzable para la lógica, el pensamiento y aun la imaginación).

Esta declaración está en el corazón del Sama Veda, cuyos himnos son musicales y tienen que cantarse como parte de los ritos sagrados. La música es un medio excelente para armonizar el tú y Eso, lo humano con lo divino. Naturalmente, la música debe fluir de prema (amor desinteresado) y no de la avidez por la fama o el beneficio. Cuando cae la lluvia, la cortina de agua junta a la tierra con el cielo; de igual manera, la lluvia de una canción iluminada por el amor puede juntar a tú y eso. Asi (eres) puede ser consumado.

“ Ayam Athma Brahma” es la declaración sagrada del Atarva Veda, el cuarto de los Vedas. Quiere decir “Este Atma es Brahman”. Esto implica el ser individual, el testigo no manchado e inafectado por las actividades del complejo cuerpo mente. La lámpara ilumina el área a su alrededor: una persona falsifica las cuentas para evitar pagar impuestos; otra escribe el nombre de Rama como un sadhana, otra más aprovecha la luz para echar mano a determinados artículos y robarlos. La lámpara es el testigo. También el Atma brilla dentro de la caverna del corazón.

Uno debe dedicarse a actividades sagradas, con la inspiración de esa iluminación. Mucha gente viene y me pregunta: “Swami, nos esforzamos por controlar la mente, pero ella corre como un perro alocado. ¿De qué manera podemos tener éxito?” Aquí hay un paso equivocado. La mente está más allá de todo contacto, pues está ligada a los sentidos. Controlen los sentidos; no dejen que ellos los atraigan hacia el mundo objetivo. De esta forma la mente puede volverse un instrumento de iluminación y no de ilusión o engaño. Entonces alboreará la verdad: este Atma es Brahman. El esplendor de esta conciencia alejará la sombra de la ignorancia. No puede haber tamas (ignorancia) donde está jyothi (luz). El Atma (Ser) es jyothi (luz)

El mantra “Gayatri” ayuda a desarraigar la ignorancia mediante la invocación del esplendor del Sol a fin de iluminar el budhi (intelecto), la facultad de pensamiento. Este esplendor revelará la identidad de ayam Atma, de este ser (individualizado), con Brahman (el Ser cósmico supremo).

Discurso del día de año nuevo en el Instituto Sri Sathya de Enseñanza Superior, Prashanti Nilayam, 1-1-83.