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Libros escritos por Sai Baba

24. El Cuerpo Divino

24.- EL CUERPO DIVINO

Es necesario comprender claramente la base sociológica de la cultura bharatiya. Si se consideran la naturaleza y las inclinaciones innatas, la humanidad puede ser dividida en cuatro grupos que se denominan: brahmín, kshatriya, vaisya y sudra. Estas demarcaciones no constituyen una especie de conspiración egoísta y malintencionada que les permite a los "superiores" pisotear a los "inferiores", ni es la consecuencia de una maquinación envidiosa para obEtruir el progreso humano. Es más correcto juzgarla como un plan para promover la expansión de los logros humanos gracias al fomento de las tendencias y rasgos de cada persona. Es el camino real para llegar al progreso humano. Y su acción en pro de la elevación y la regulación de la actividad humana se manifiesta de modo que se aseguren la armonía y el bienestar social.

El Gitacharya, el Señor Krishna, declaró como ya lo saben los lectores : "He creado los cuatro varnas (clases): brahmín, kshatriya, vaisya y sudra sobre la base de la vocación y disposición natural de cada cual. Sepan que soy el autor y no autor de ellos, lo Inmutable".

De este modo, el sistema de castas se fundamenta en atributos y actividades. En un principio, el mundo era predominantemente sátvico en su naturaleza, de modo que todos eran brahmines. Más tarde, por la adopción de diferentes oficios y el desarrollo de varias inclinaciones y preferencias, se fueron demarcando tipos de personas en forma de castas. La única clase brahmín, de los rishis y los sabios, hubo de sectorizarse más adelante, en bien de la justicia y la armonía sociales, cuando varió la calidad del carácter. En el Shanti Parva (Mahabharata), el sabio Bhrigu contesta detalladamente un interrogante que le plantea respecto de este desarrollo el sabio Bharadvaja. Es el siguiente: "Los brahmines que gustan de los placeres mundanos, que son afectados por el egoísmo y padecen de ira, lujuria y otras pasiones, tienen al rajoguna* mezclado en su naturaleza sátvica innata y por ello se les ha clasificado como kshatriyas. De hecho, no todos los brahmines pueden ser de naturaleza predominantemente sátvica, ni pueden todos estar dedicados a una actividad puramente ritual. Los que no siguen el ideal sátvico de la Verdad y muestran cualidades del tamoguna entremezcladas con rasgos rajásicos, p bien se muestran mayormente tamásicos y rajásicos, fueron clasificados como uaisyas. El resto, que pasa la vida en ocupaciones que implican violencia, no practican la limpieza y cuyos medios de vida responden a lo tamásico, fueron clasificados como sudras. Así fue como los brahmines fueron separados en varias castas, y con ello se aseguraron el resguardo y la seguridad de la sociedad humana. Esto es lo que afirman las escrituras, los Srutis".

Todos los dotados con características sátvicas puras son brahmines; los que cuentan con cualidades rajásicas y que, consecuentemente, están dotados de valor y heroísmo son los kshatriyas, que pueden proteger al género humano contra todo daño. Aquellos que no poseen ni valor ni heroísmo, pero se muestran eficientes en el uso de la persuasión y en las tácticas del comercio y se inclinan por emplear estos talentos con

* Gunas: Cualidades o atributos de la naturaleza principalmente humana: satua, claridad, equilibrio, bondad; rajas, pasión actividad sin control ni propósito; tarnas, inercia, oscuridad, ignorancia.

métodos correctos, son los uaisyas. En esta clase se entremezclan el rajo y el tamoguna. El resto, que carece de inclinaciones hacia el ascetismo o bien que, por adquirir saber, no practican perfeccionamiento espiritual, carecen del vigor físico y de la valentía mental necesarias para la batalla y no poseen el talento requerido para los negocios y el comercio, son de naturaleza támasica y se dedican a profesiones támasicas. Estos son los sudras. Se realizan a través de sus labores, por medio de las cuales contribuyen a la prosperidad y la paz del mundo.

Las cuatro castas mencionadas son los miembros de un mismo cuerpo. No existe base alguna para considerar que una sea superior y otra inferior. Cada una lleva a cabo sus funciones para que el cuerpo pueda estar saludable y feliz, permitiéndole a cada individuo lograr el más alto estado de conciencia sobre la base del propio papel que desempeña. Fue por este motivo que la antigua organización védica de los uarnas se consideró un plan divino. El plan testimoniaba la verdad de que las cuatro castas eran los cuatro miembros de la Divina Persona Cósmica o Purusha.

Esta verdad se aclara si tomamos en cuenta la divina declaración del Purusha Sukta que se encuentra en el Rig Veda:

Braahmanasya mukham aasit

Baahu raajanyoh Krithah

(Jru thad asga yad Vaisyah

Padbhyaam Sudro ajaayatha.

En esta declaración se establece que quienes muestran una pura naturaleza sátvica y están ubicados en el conocimiento superior o sabiduría, es decir, los brahmines, conforman el rostro de la Persona Cósmica. Los que son predominantemente valientes, fuertes físicamente, que muestran características sátvicas y rajásicas en su naturaleza, los kshatriyas, son los brazos. Los que tienen una naturaleza rajásica con rasgos de tamas y son eficientes en el comercio y las artes correspondientes los uaisyas se asocian a los muslos de la Persona Cósmica. Los activos y dedicados al trabajo físico, dotados de tamas los sudras vienen a ser los pies de la Persona Cósmica. En el Rig Veda se describe al Señor como la maravillosa y esplendorosa corporificación de tales componentes.

Por desdicha, esta sagrada y profundamente importante organización del uarna cayó en manos de hombres egoístas, de limitada visión y estrechos ideales, quienes la expusieron por escrito, siguiendo los dictados de su propio capricho. Y con ello, causaron gran perjuicio al mundo. ¡De ello resultó que este sistema se interprete hoy en día como un plan concebido por la mayoría para suprimir a la minoría!

La casta es la Persona Cósmica misma que se manifiesta como la sociedad humana. Constituye la forma del Señor, encantadora en cada uno de sus miembros. Es una gran pena que tal verdad no sea ampliamente reconocida. Y es la buena suerte de este país, Bharat, que en esta visión, el Señor como la integración física de los "miembros de las castas", promueva la paz y la armonía, la prosperidad y el bienestar para todo el género humano. Sin tener conciencia de esto, la gente declara que este sistema no es más que un artilugio humano y que, de hecho, todos los seres humanos son iguales. Basan esta conclusión en las características exteriores y generan agitaciones fundamentadas en que el género humano es una sola especie. Por cierto que es verídico que todos los hombres pertenecen a una especie, pero es igualmente cierto que se van formando distintos grupos que resultan de las diferencias del carácter y de las profesiones que adoptan. Este es un desarrollo inevitable; nadie lo podría negar. En este mundo de la humanidad, no todos poseen una naturaleza sátvica; sólo unos pocos. A juzgar por la mera apariencia, uno no puede declarar que todos los hombres son uno. Debemos distinguir y discriminar y agrupar separadamente a los que muestran una naturaleza sátvica, rajásica, tamásica, o combinaciones de dos o más de ellas. Nadie puede sostener que esto es erróneo.

De manera general, las personas en quienes predomina la naturaleza tamásica se agrupan como sudras. Mas ¿no encontramos entre ellos a muchos que manifiestan una pura cualidad sátvica? Entre los agrupados como brahmines, ¿no encontramos a muchos que son más bien tamásicos, cuando deberían representar al puro tipo sátvico? Por tal motivo, la religión védica de Bharat estableció claramente que la sola pertenencia o el nacimiento no pueden determinar, por sí mismos, la casta: esta se decide sobre la base del carácter y la ocupación.

Los cuatro uarnas son los miembros del cuerpo divino, del Señor solo y único. Por el papel que desempeñan, cada uno es importante e indispensable. El objetivo de cada uno es servir al Señor por medio del servicio al hombre, prestado de acuerdo con el correspondiente dharma, los modos reconocidos de conducta y comportamiento.

Hay algunos que afirman que los sudras no tienen derecho ni responsabilidad de practicar disciplina espiritual o prácticas ascéticas, que ello les corresponde a los brahmines. Lo que debemos recordar aquí es que la restricción se refiere a la naturaleza del sudra y no a los individuos que han nacido como tales; y el permiso es para la naturaleza del brahmín y no para todos los individuos que han nacido en esa casta. Las vacas son inútiles como animales de montura; los caballos son inútiles como productores de leche. Decir esto no implica un odio a la especie o una maldad con los animales señalados, sino que se basa en las características y naturaleza del animal en cuestión. Ambos son cuadrúpedos, sin embargo, sus diferentes naturalezas deciden que uno resulta útil por la leche que produce y el otro porque puede ser medio de transporte. Así también, las castas no se basan en la raza o el nacimiento, sino en la naturaleza y las tendencias innatas y las profesiones que se hayan adoptado y se sigan.

Todas las chispas son fuego. No existe sino una sola casta: la humanidad. Las castas no pueden considerarse separadas ni hay necesidad alguna de afirmar que no están separadas. Tampoco los hombres o los seres individuales están separados de Brahman o el Absoluto Universal ni hay necesidad alguna de afirmar que no están

separados. La relación entre Brahman y el individuo no es una relación de identidad o de unicidad, sino una de causa y efecto. Hasta tanto no se alcance la liberación, lo particular es distinto y está separado. Cuando se ha liberado, puesto que está ausente la causa de la individualización, el individuo es uno con Brahman. Su separación y unidad con Brahman son consecuencia de la ilusión de la esclavitud y de la conciencia de la libertad, respectivamente.

Brahman es resplandeciente por sí mismo, es su propia luz. No es el "objeto" de la conciencia: conoce todos los objetos. Todas las cosas y seres pertenecen a la categoría de "vistos", "observados" o "conocidos". El es el "vidente", no lo visto. Cuando la forma es "vista", la mente es el "vidente"; cuando la mente y las actividades del intelecto son "vistas" u "observadas", entonces el "vidente" es la Conciencia testigo.

Este Testigo no puede ser visto por nadie. Todas las cosas cognoscibles son el cuerpo del Alma, no el Alma. Son combinaciones de nombre forma, como vasijas de barro que chocan con la conciencia como "vistas" o la engañan como la "plata" en la madreperla. El Alma es; existe mediante y por sí misma. El universo es el "otro" para los otros; es "real" y accesible para los otros. El universo no posee una realidad innata. Emana de Brahman y su realidad se basa en la realidad de Brahman. De este modo, su realidad es inferior a la de Brahman.

La ilusión creada por un mago para engañar a otros no puede afectar al propio mago. Del mismo modo, puesto que el universo ha sido ideado por Brahman, es obvio que no puede afectar a Brahman mismo.

El universo aparece como emanado, como experimentado y desintegrándose. Estas no son sino tres ideaciones superpuestas a la (Jnica Realidad invariable, del mismo modo en que se superpone la serpiente a la soga en la penumbra del atardecer. Esta ideación es maya, porque revela y oculta al mismo tiempo. No se puede decir que maya sea irreal. La cuerda que aparece como serpiente se reconoce nuevamente como cuerda una vez que desaparece la "serpiente", mas el universo no desaparece de la misma manera. Su existencia no puede ser explicada; es un fenómeno único; no podemos compararlo con ningún otro. No podemos desecharlo como irreal ni aceptarlo como real; es satasat, no asat. Vale decir, real irreal, mas no irreal. Persiste por algún tiempo y, por ende, es real, pero no perdura para siempre y, por ende, es irreal.

Una cosa puede ser verdadera sólo en cuanto no sea algo diferente; mientras se trata con él en el nivel temporalmente práctico y relativo, el universo permanece como universo. Es relativamente real. La Verdad es una y tiene un solo rasgo. El universo posee múltiples rasgos a través del tiempo, el espacio y la causación. Por ello, es irreal. Shankara proclamó que el universo era irreal. Cuando se llega a conocer la más alta Verdad, el universo se revela sólo como una apariencia sobre lo real y como diferente al Brahman básico. Puesto que el cosmos es superpuesto a la verdad de Brahman por la mente, debe ser tratado por ello como un fenómeno brahmánico: "Todo esto es en verdad Brahman".

De hecho, Brahman y maya guardan una íntima relación. La Verdad, una vez establecida y fijada, permanece para siempre inafectada. Y maya no es fundamentalmente verdadera. Aquello que es aprendido por el impacto de la apariencia es un seudoconocimiento (mithya jñana) es no conocimiento (auidya). Ambos se desvanecerán tan pronto se niegue la apariencia y se capte la Verdad. Maya no es ni válida ni inválida. El universo aparece para cada uno, de acuerdo con su punto de vista o el ángulo desde el que mire. No posee una existencia independiente, fuera de las ideaciones que son proyectadas por y desde el observador. Su soporte y sustento es Brahman. Brahman es la causa no afectada. El efecto no tendrá a su vez efecto alguno sobre él. Maya es el efecto sujeto al cambio inevitable. Brahman es la Verdad Suprema Unica, que ha asumido la multiplicidad del universo o cosmos, consecuente con la influencia de maya. Cuando se conoce a Brahman como dotado de maya, se convierte en la Causa material del cosmos (jagat). Está en el jagat como jagat. Se dice que Brahman es la Causa instrumental del cosmos, pero maya es la influencia impulsora. Brahman se sitúa más allá, tanto de causa como de efecto. No puede ser una causa, ya sea instrumental o material.

El cosmos puede ser concebido como un cuadro, en el cual la tela en blanco es Brahman y los colores dispuestos sobre ella son el cosmos, la apariencia inmanente sobre la tela. Las figuras humanas son oscuras. El individuo es quien experimenta el dolor y el pesar por su involucración con el cosmos. El es lo "visto", lo "observado". Brahman es Verdad; el cosmos es el drama, la farsa, el juego. Es la manifestación de la voluntad que se encuentra latente en Brahman. Llegar a reconocer la voluntad que se oculta tras el drama significa alcanzar la liberación.

La meditación (dhyana), adoración (puja), ritos y rituales (karma) y otras actividades han sido establecidos para los que son tan obtusos que no pueden reconocer esa Voluntad. Sólo aquellos capaces de renunciar al triple fruto de las empresas del mundo pueden reclamar el derecho a seguir la senda de la sabiduría (jñana). Los aspirantes espirituales que recorren la senda del Vedanta deben estar provistos de: 1) la discriminación para distinguir lo transitorio de lo eterno, 2) la determinación para desistir de los placeres mundanos y ultramundanos, 3) la adquisición del control de los sentidos, el autocontrol, el desapego, la fortaleza, la fe y la ecuanimidad, y 4) el vehemente anhelo por la liberación.

Todas las cosas deben ser consideradas como productos de la Voluntad Divina y deben ser usadas con la reverencia que este conocimiento generará en la conciencia.

Las sendas de la actividad santa (karma) y la de la discriminación intelectual (jñana) están orientadas hacia aspirantes espirituales diferentes. No es posible mezclarlas y seguir ambas. La vida recta puede conferir una nueva vida; la prosperidad es el regalo del conocimiento del Dharma; la liberación es el regalo del conocimiento de Brahman. La conciencia clara de Brahman no exige la práctica de ninguna disciplina espiritual para que pueda continuar y mantenerse. No depende de la realización de deberes o quehaceres específicos.

La liberación es de dos tipos: la inmediata y la gradual. La primera es el resultado de la adquisición de la Sabiduría. La segunda es el resultado del estudio espiritual y de la disciplina espiritual. La Sabiduría (Jñana) es una pura y simple experiencia monista. La devoción es de la naturaleza del Amor Supremo, caracterizada por el Amor por Dios, únicamente por el Señor.