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Libros escritos por Sai Baba

28. Realiza buenas obras y satura la mente de Dios

28. Realiza buenas obras y satura la mente de Dios

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Las manos deberán ser usadas para realizar buenas acciones. Mantengan el nombre de Dios adentro y la práctica del deber que les es propio, afuera. Con las manos ocupadas en el servicio del Señor, dejen que su mente se concentre en todo eso; entonces no hará daño. Cuando la lluvia cae en las cimas de las montañas y el agua se precipita en las laderas, no sé forma ningún río. Mas cuando las aguas fluyen en una sola dirección, primero se forma un arroyo, después una corriente, luego un torrente y finalmente un río caudaloso hasta que llegan las lluvias al mar; el agua que fluye en cuatro direcciones es absorbida y se pierde.

Los Samskaras son de este tipo. ¿De qué utilidad son, si simplemente llegan y se van, en esta forma hoy y en otra mañana? La sagrada corriente de buenos Samskaras debe fluir completa y firme a lo largo de los campos de pensamientos sanos y finalmente morir en el gran océano de la felicidad, en el momento de la muerte. ¡Verdaderamente glorioso es aquel que alcanza la meta!

Puede que veinte golpes de martillo no logren romper una piedra: quizá el golpe veintiuno lo logre. ¿Pero significa esto que los veinte golpes no fueron de utilidad alguna? No. Cada uno de ellos contribuyó con su parte al éxito final; el resultado final fue el efecto acumulado de los veintiún golpes. Así también, la mente está empeñada en una lucha con el mundo tanto interno como externo. (yo es necesario decir que el éxito no puede ser siempre el destino. Sin embargo, el hombre puede lograr felicidad eterna al entregarse a obras buenas y saturar la mente en el amor de Dios. Impregnen cada momento de la vida con ese amor. Entonces, las malas tendencias no se atreverán a estorbar el camino. Puesto que si la mente siempre mora en Dios, automáticamente será impelida únicamente hacia buenas acciones.

El objeto de todas las prácticas espirituales es la destrucción de la mente; algún día una buena acción logrará destruirla, exactamente como el golpe veintiuno rompió la piedra. Para este triunfo han contribuido todas las acciones buenas hechas en el pasado; cada pequeña cosa cuenta; ninguna buena acción es desperdiciada.