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Libros escritos por Sai Baba

4. Superar la enfermedad de las palabras desprovistas de experiencia

Otra enfermedad ya ha empezado a propagarse en el mundo para debilitar a la Paz. Son muchos los que, como loros, dan abundantes consejos sobre moral, religión y disciplina. Pero son ellos quienes no practican siquiera una parte de tales consejos. Los llamados mayores sólo saben cómo hablar, pero no cómo actuar. ¿Cómo pueden aquellos que no saben cómo actuar, hablar de ello? ¡Las palabras sin experiencia son la enfermedad que padece el mundo actual!

Esto debe ser tratado y erradicado, porque con ello la Paz puede ser desviada. Hablar es fácil para todos; sin embargo, el aspirante espiritual genuino es aquel que actúa y luego habla basado en la experiencia. Aquel que solamente habla pero no actúa es la persona que ocasiona el desastre. Estos peligrosos aspirantes espirituales y santos se han multiplicado y han confundido el camino verdadero. Los devotos inocentes y de mente simple que se apegan a tales individuos son arrastrados fuera del camino y engañados; que los lectores y aspirantes observen la conducta primero y escojan después. Si no hay observancia del consejo dado, el consejero merece el mismo respeto que una grabación de disco, no más. Una grabación debe ser tratada romo tal solamente, no como divinidad, hasta que alcancen la etapa en la cual la verdad de que "todo es Dios" se haga patente en ustedes. Es un error mayor y pecado dejar el "Todo es Dios" en meras palabras, mientras que en la práctica se trata a algunas personas como pecadores.

Muchos consideran que la discreción y la dulzura son muy importantes y por supuesto lo son, pero sólo hasta cierto punto. La dulzura debe estar presente siempre que el habla se recuerde en la memoria y además no deberá amargarse con el transcurso del tiempo; solamente entonces esas palabras serán "amrita" (néctar de los dioses). Hoy en día la dulzura no persiste, enseguida se torna amarga y la razón de esto es que no hay coordinación entre el que habla, el tema y su conducta. Por consiguiente, en vez de "amrita", las palabras se hacen "anrita" (mentira, falsedad). La impresión será incambiable y permanente si un buen tema es tratado en un estilo apropiado y presentado con el debido sentimiento sobre la base de una experiencia.

Lo que los aspirantes al progreso espiritual tienen que hacer ahora es lo siguiente: primero desarrollar discernimiento; es decir, la capacidad de distinguir lo eterno de lo transitorio y decidir qué es lo que tiene valor; en segundo lugar deben hacer un sincero intento por experimentar lo que consideran valioso y verdadero. Por último, tal intento no debe abandonarse pase lo que pase. Estos tres pasos pueden llamarse prácticas ascéticas. De estas prácticas nacen la paz real y la alegría.

Ahora bien: todo, desde una hormiga hasta el Omnipotente, está sujeto a algún cambio en todo momento. No hay objeto ni ser viviente que sea excepción de esta ley; pero esta mutabilidad es de dos clases: externa e interna. El cambio externo puede ser fácilmente visto; el interno no es tan patente ni fácil de entender. Por eso resulta tan necesario comenzar por adiestrarse para comprender los cambios externos, que son más claros; y luego ir gradualmente acercándose al problema de la transformación interior. Cualquiera que sea el cambio que estén tratando de lograr, háganlo de todo corazón, para satisfacción de sus propias conciencias, no sólo para obtener la estima de otros, agradarlos o ser alabados por ellos como grandes devotos. Tal actitud es una traición al propio Ser.

El Señor ama lo interior, no lo exterior, pero no por eso ustedes deben descuidar lo segundo. Aun en el comportamiento y las acciones debe mostrarse el sentimiento interior: eso les dará una oportunidad para experimentar la sensación de quietud y paz en toda su extensión. Y es que el sabor de tal Paz debe ser degustado a través del pensamiento, la palabra, el gesto y la acción. Solamente cuando la Paz es percibida en estas formas, se vuelve completa. En otras palabras, la mente desaparece y se alcanza el estado designado como Shanti o Yoga.

El mundo de hoy está lleno de filosofías incomprensibles, y de escrituras que no son practicadas, por lo que no vamos a hablar de ellas. El cambio real debe hacerse en la conducta y comportamiento habituales; pues siendo parte de la vida cotidiana de todos los hombres, pueden ser practicados fácilmente y su propósito entendido claramente. Solamente cuando éstas son transformadas, el Alma interna, profunda, muy misteriosa y esencial, puede ser comprendida. En cada pequeño acto, actividad o palabra, uno debe discernir y adoptar lo mejor: es la cualidad más importante de un genuino aspirante espiritual.