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Libros escritos por Sai Baba

27. CAPÍTULO XXVII. Entregándome

Abandonando el orgullo por el ego y por las posesiones (sentimientos del yo y lo mío). - Entregándose.

Así como el saludable brillo del cuerpo se oculta a la vista con las ropas que lo cubren, así el Alma individual, oscurecida por el, ego, no puede revelar el esplendor del verdadero Conocimiento de Dios (Brahman) que es su más preciada posesión. Pues el egoísmo está en la raíz de todo mal, de todos los defectos, de todas las deficiencias. Nace del deseo. Queden ustedes libres también del egoísmo.

La carencia de deseo es realmente la anulación del ego. ¿Y qué es la Liberación si no la supresión de la atadura con el ego? Uno merece la Liberación cuando se aleja de la atadura del deseo. Los hombres se ocupan, en todas partes, en actividades que son motivadas solamente por el deseo de beneficiarse con los resultados y se abstienen de aquellos actos que no producen beneficio. Pero el Gita condena ambas actitudes. Pues ya sea que se persiga o no una consecuencia, no se puede escapar a la obligación de ser activo. El hombre no puede abandonar completamente la actividad. ¿Cómo, entonces, puede el hombre evitar quedar cautivo en la red de las consecuencias? El Gita enseña que el desechar todo apego al fruto del karma es la práctica más elevada que se haya creado para este propósito.

Cada acto produce una consecuencia, ya sea deseado o rechazado, esperado o no, si no inmediatamente, por lo menos después de algún tiempo. Es inevitable. La consecuencia puede ser buena o mala; pero si el acto se dedica al Señor, ni una ni otra afectarán al actor. Mediante el sacramento de la dedicación, el acto es transmutado a un orden más elevado y se convierte en divino, santo, sagrado. Por otra parte, los actos ejecutados bajo la inspiración del ego estarán preñados de ataduras.

Quienes sinceramente buscan realizar a Dios, para alcanzarlo tendrán que quedar libres de la mancha del deseo. Porque al estar desprovistos de los sentimientos del "yo" y de lo "mío", entonces logran la salvación. Esa es la meta de la vida. Esa etapa no conoce alegría ni tristeza; está por encima y más allá de ambas. Krishna quiso que su amigo y devoto Arjuna alcanzara ese estado y por eso se esforzó en salvarlo, enseñándole los medios mediante una diversidad de métodos. Además, lo usó como instrumento a fin de que recibiera este precioso don para el bien de toda la humanidad.

Antes de concluir el consejo sagrado, Krishna se dirigió a Arjuna y dijo: "Abandona todos los dharmas o deberes y ríndete a Mí. Yo te libraré de todo pecado". Es decir, abandona todo el egoísmo y el orgullo, las posesiones y los sentimientos del "yo" y de "lo mío". Destruye la identificación del ser con el cuerpo, que es solamente su jaula o su prisión; afírmate en la creencia de que todo esto es el Supremo (Paramatma) y nada más. Así que no hay otra cosa que hacer sino inclinarse ante Su voluntad y rendirse a Su plan. El hombre tiene que abandonar las actividades gemelas de comisión y omisión, de resolver y de rehusar. Tiene que seguir los mandatos del Señor; tiene que aceptar Su voluntad, ser feliz dondequiera que El le haya colocado y como quiera que lo haya formado. Debe mantenerse alejado de la indagación respecto de lo apropiado o inapropiado de sus actos y ejecutarlos como prácticas de adoración al Señor y por las cuales no se espera recompensa. Esa es la suma de su deber.

Algunos aburridos vedantinos, cargados de rosarios, aprovechan esta enseñanza de Krishna para abandonar todos los dharmas y, con la seguridad de que El ha de librarlos de todo pecado, ociosamente estiran las piernas y se quedan tendidos con los ojos cerrados. Se desentienden de sus deberes legítimos y comen, duermen y vagan como quieren o pueden. No hacen distinción entre lo que es bueno y lo que es malo, y su excusa es que el Señor les ha recomendado trascender al Dharma. Cuando sus mayores o algún otro buscador experimentado duda de su conducta, alguno de aquéllos responde: "¡Qué lástima que aun ustedes hayan de errar así! ¿No saben lo que el Señor dijo en el Gita? Yo he aceptado como base de mi conducta Su mandato de `abandonar todo Dharma'. No necesito el consejo de personas con menor autoridad". Se sienten muy orgullosos de su devoción y ortodoxia. Esas personas seleccionan entre las palabras del Señor solamente aquellas que favorecen a sus inclinaciones y las que no concuerdan con sus intereses son muy convenientemente pasadas por alto, puesto que resultan molestas, aunque se trate de porciones inseparables del mismo mandamiento. Soslayan la parte vital del mismo mandamiento, a pesar de su pretensión de ser firmes seguidores del Gita.

"Abandonando todos los dharmas, entrégate sólo a Mí", dice el Señor. ¿Se han entregado ellos así? No. ¿Tienen por lo menos el profundo anhelo de Liberación? No, pues si lo tuvieran, no habrían descuidado sus legítimos deberes ni habrían cedido a las demandas de alimento y de sueño. Hombres tales son gloriosos únicamente en murmuración; son grandes solamente en oropel. No ponen en práctica el mandato del Señor. Son demasiado ociosos para hacerlo. Ni siquiera un átomo de esfuerzo espiritual puede verse que hagan.

Los verdaderos aspirantes pueden discernir sobre las valiosas verdades de las palabras divinas pronunciadas por el Señor:

Sarna dharman parithyajya Mamekam saranam uraja Aham tua sarna papebhyo Mokshayishyami, ma suchah.

Renuncia a todo Dharma y refúgiate sólo en Mí; Yo te libraré de todo pecado, no te aflijas.

Noten ustedes que el Señor dijo: "Renuncia a todo Dharma" y no "renuncia a todo karma". ¿Cuál es entonces el significado de esta declaración? Significa: "Ejecuta todos los actos ordenados por el Señor, o para Su glorificación, sin dejarte envolver y perder en discusiones de Dharma y no Dharma".

Aunque ustedes saben que no tienen nada que adquirir, puesto que han depositado toda su confianza en el Señor y viven solamente para ofrendarse a El, aun así, como Janaka y otros, tienen ustedes que ocuparse en alguna actividad para el bienestar del mundo. El Atma que es inmanente a todo ser no es distinta del Atma que hay en ustedes. Por lo tanto, promuevan con entusiasmo el bienestar de todos los seres. Ejecuten todos los actos señalados en los Sastras y en las Escrituras para este propósito, y con espíritu de dedicación, sin esperar los frutos de los mismos. Este es el verdadero karma sin deseo por el fruto del mismo.

Comprendan bien el Gita y, observando sus mandamientos, establézcanse en la actitud del no deseo por el fruto del karma (la acción). Desempeñen todos sus deberes como actos de adoración a Dios. Esa es la única tarea que deben realizar. Dejen el fruto, la consecuencia, el resultado, a El. Entonces recibirán la Gracia de Dios (Hari) y sus vidas en este mundo se santificarán y habrá valido la pena vivirlas.

Para aquellos que siguen el sendero de la Rectitud (Dharma), la victoria final es segura, a pesar de las diversas dificultades que puedan encontrar en el camino. Los que se alejan del sendero de la Rectitud (Dharma) podrán tener riqueza y comodidad durante mucho tiempo, pero finalmente serán alcanzados por el desastre. Los Kurús y los Pandavas son los más brillantes testigos de esta verdad.

Los Kurús, hundidos en la acción incorrecta (adharma), estaban tan cegados por su orgullo que sometieron a los buenos Pandavas a toda variedad de torturas; pero eso los hizo ir a la destrucción total. Tenían el apoyo de toda clase de partidarios, pero como no obtuvieron la fuerza de la Gracia del Señor, fueron abandonados por el destino y cayeron en la ruina sin remedio. El Bharatha (la gente dedicada al servicio y elevación de lo divino en los hombres) enseña a toda la gente de Bharat (la tierra que tiene apego al Señor) esta lección. Nada puede igualar la Gracia de Dios, ni siquiera el más poderoso arsenal. Ese es el mensaje más valioso que contiene.

La mansión del Gita es la mansión de la Verdad y del Dharma, erigida sobre el suelo de la India para beneficio del mundo. Estúdienlo con fe y devoción. Experimenten los efectos curativos y restauradores de sus enseñanzas poniéndolas en práctica. Para quien así lo haga, el Alma impregnada por Dios con eterna alegría (Atmaráma), el Atma que es un manantial pleno de dulzura y Bienaventuranza, estará siempre presente como realidad. El Señor derramará sobre él Sus favores en un santiamén. Oren al Señor que contiene en Sí mismo todos los catorce mundos y seguramente podrán ustedes convertirse en dueños de los ocho tesoros que otorgan la felicidad aquí abajo; y algo que es más deseable aún: producen la beatitud (kaivalya) que es la fuente de la Felicidad, de la Verdad y del Conocimiento permanente.

¿Por qué andar vagando en busca de mantequilla clarificada (ghee) cuando ya se tiene? Adquieran la mantequilla, es decir, la Gracia del Señor, mediante la implícita obediencia de las reglas de vida impuestas por El. Cuando esta Gracia se obtiene, ya no necesitan implorar expresamente por la Liberación. El sabe mejor lo que han de recibir y cuándo. El les conferirá lo que merecen y lo que les es benéfico. Anhélenlo, sufran por El y entonces no tendrán necesidad de buscar la Liberación. Si se hace esto sin ningún otro pensamiento, El destruirá todo pecado. Sujétense a El, que los puede hacer inmortales, como hizo con Arjuna. Quien busque escapar de este ciclo de nacimientos y de muertes tiene que obedecer el mandato del Señor según está indicado en el Gita, y rendirse ante E(. Entonces se verá coronado por el éxito en todo lo que emprenda. Entonces habrá alcanzado la victoria.