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Libros escritos por Sai Baba

6. Inmutabilidad de la virtud

Los principios de la virtud no cambiarán para acomodarse a la conveniencia de los humanos. Los dictados de Dios, el código de conducta y las reglas de autodisciplina son inmutables. La virtud persiste como tal, antaño, ahora y siempre. Naturalmente las prácticas y reglas de la virtud aplicada, de la moralidad mundana pueden cambiar con las costumbres de épocas y civilizaciones, pero incluso entonces las nuevas reglas y aplicaciones deben ser puestas a prueba, tomando como base las sagradas escrituras, y no las ventajas aparentes. No debe intervenir nada de cálculo en ello. Las escrituras no favorecerán en general procederes que produzcan resultados rápidos o beneficios tangibles, ni puede esperarse tampoco que los Vedas se limiten únicamente a recomendar acciones que generen beneficios que saltan a la vista. La virtud, la moralidad eterna, no puede ser puesta a prueba en esa forma. La prueba directa o tangible es imposible. Las escrituras establecen que la moralidad solamente puede ser conocida a través de las fórmulas sagradas de los mantras védicos y gracias a que los Vedas tratan de esclarecer únicamente verdades que están más allá de la demostración visible.

Si se sigue la moralidad con el ojo puesto en las consecuencias, podría ella incluso dejarse de lado cuando el beneficio esperado no es patente o inmediato. No toda la gente puede tener la misma motivación, ni atenerse a las mismas normas. Por ejemplo, cada persona tiene una idea diferente respecto de los frutos de la contemplación, la concentración, la confirmación de la fe, la invocación del Nombre de Dios y la meditación, que las escrituras prescriben. Algunas personas iniciadas en la fórmula sagrada del Gayatri (mantra védico), reemplazan su recitación al atardecer por la de los mil nombres de Vishnu o Shiva. El precepto dice: “cumple tu recitación ritual a la hora indicada”, ésa es la prescripción. Pero a pesar de tales normas, ¿no es un quebrantamiento de las normas de la virtud cuando se cancela la recitación del atardecer? Similarmente hay prescripciones para cada categoría social, es decir, de acuerdo con el lugar que ocupamos en la sociedad. El Gita se pronuncia claramente al respecto:

"He creado las cuatro categorías sociales, dividiendo los seres humanos sobre la base de sus cualidades y actividades".

(Chaathurvarnyam mayaa shrishtham guna karma Vibhaagashah) Dice el Gita. El significado es muy claro; así dice la enseñanza. Pero invocando toda clase de argumentos mezquinos y secos razonamientos, muchos hombres tratan de seguir la moralidad que les parece más conveniente y sin temor alguno a Dios y al pecado, arrastran también a gente inocente e ignorante por el camino equivocado.

Esa es la razón por la cual el Señor desciende de vez en cuando, con el fin de levantar a los oprimidos y restablecer la virtud. Esto es lo que causa la Encarnación de Dios en la tierra; esto ha sido proclamado en el Gita en tonos altisonantes.

“Con el fin de rescatar la virtud, me encarno de edad en edad”.

Dharma samsthapanaarthaaya sambhavaami yuge yuge.

Aquí un punto debe ser claramente captado. Muchos que leen el Gita creen que el Señor encarna cuando la virtud se halla destruida y cuando las fuerzas del vicio comienzan a prevalecer. Pero no hay fundamento para creer que la virtud sea destruida. El Gita no dice eso. La palabra que utiliza indica que la Encarnación ocurre cuando la virtud está en peligro. "Entonces vendré para protegerla de todo mal," ¡El Señor no dijo que descenderá para proteger y preservar la virtud una vez que haya sido destruida! ¿De qué vale un médico cuando la vida se ha extinguido? Así también si la virtud, que es el real aliento vital de la humanidad, hubiese sido exterminada, ¿de qué serviría la presencia del Supremo Doctor que destruye la enfermedad de la ilusión cósmica? ¿Qué habría de proteger la Encarnación en ese caso? Por esta razón se ha empleado un término que indica, no ya la destrucción, sino el debilitamiento, la decadencia de la virtud. La protección de la virtud es la tarea de Dios, pues la virtud es el aliento que sustenta al individuo.

La virtud, el Dharma, no es un asunto corriente. Aquel que no practica la Acción Correcta puede designarse muerto y si la practica pertenece a la naturaleza divina. Ahora hay necesidad de guiar a los hombres para que vuelvan al sendero de la virtud, por medio de buenos consejos, tentándolos con las atractivas consecuencias que se derivan de seguir el sendero de la Rectitud, amenazando con abandonar a los que no la practiquen e imponiendo castigo como último recurso. En tiempos antiguos la gente jamás dejaba de practicar el bien, aunque fuera amenazada de muerte ante la punta de una espada. Ahora, incluso sin que medie la más leve presión de otros, la gente se desliza y cae en el vicio. Hasta la moralidad misma se interpreta en varias formas confusas y aquellos que siguen en forma estricta la verdadera virtud son obstruidos y ridiculizados y se les trata peor que al pasto completamente seco. Los que están tratando de atenerse ansiosamente a los dictados de la moralidad son calificados de hipócritas, estafadores e ignorantes. Tales calumniadores no saben lo que la virtud significa, ni cuáles son sus principios. ¡Qué gente tan desafortunada! Ni siquiera tienen capacidad para comprender el profundo significado de esa palabra.

Ustedes mismos pueden discernir-si es posible- que personas que ni siquiera conocen el sentido literal de la palabra, puedan llegar a entenderlo. ¿Qué puede saber una persona del sol o de sus rayos esplendorosos, si es ciega de nacimiento? Por supuesto, puede sentir el calor, cuando los rayos del sol caen sobre su cuerpo, pero ignora la naturaleza del sol, su forma, su aspecto, su brillo, etc. Pasa lo mismo con una persona que no tiene conocimiento apropiado de la virtud y que no tiene fe en su eficacia, o en la dicha que resulta de su observancia Para tal persona el concepto es incomprensible. Disertar sobre virtud ante tal persona es como sonar la trompeta frente a un sordo. El sordo solamente puede ver la trompeta en los labios de la persona parada ante él, pero no escucha el menor sonido. Similarmente cuando se enseña virtud y moralidad a una persona, o se ensalzan estas cualidades en su presencia, hay que tener cuidado de que el individuo tenga fe y la intención de practicarla. Solamente deben relacionarse y tratar de corregir a este tipo de personas. Más adelante, incentivados por su propia experiencia y la dicha que deriva de ella, hasta los más ignorantes terminarán por plantar en sus corazones las semillas de la virtud.

Hoy en día muchas personas educadas, inmersas en conocimientos védicos y erudición clásica, han perdido la fe en los textos en los que son maestros; temen adherirse estrictamente al código de la virtud, pues es burlado por sus cínicos amigos; han cedido ante argumentos sin fundamento y han vendido su herencia a cambio de trivialidades; han contundido los rituales sagrados con huecas supersticiones, interpretan las fases lunares como un medio de regular la salud; agitan la llama de alcanfor como remedio para el asma; practican ejercicios para regular su respiración y así ayudar a tal digestión; confunden los peregrinajes con viajes de turismo y hacen caridad para conseguir nombre y fama. De esta manera rebajan los mandamientos de la virtud y atentan contra su santidad.

Semejantes hombres sólo engañan al mundo; son bárbaros que no conocen, ni observan los dictados de la virtud. Podrían aprender algo, si leyesen la ley de Manu, el primer legislador de la humanidad Dice Manu:

“Si una persona quiere familiarizarse con la virtud, puede hacerlo solamente si sigue un sistema de Lógica que no esté en contradicción con los Vedas y las escrituras”.

Aarsham dharmopadhesham cha Vedashaasthra a-virodhina Yastharkena anusandhaththe Sa dharmam veda, netarah

Asi dijo Manu : Ninguna conclusión que se oponga a los Vedas puede ser lógica. La lógica a secas no conduce a nada y Manu no la recomienda para aquellos que quieran estudiar los Vedas y otras escrituras. No obstante, se encuentran en la actualidad muchas personas que tratan de aplicar este razonamiento lógico, y actuando contrariamente a los dictados de la virtud, arrastran consigo a otros por la senda equivocada. Por esta razón Vyasa, el sabio que compiló los Vedas, dijo hace mucho tiempo:

“Aquellos que siguen el camino del causalismo y la lógica, buscando la conexión entre causa y efecto, no ofrecerán sacrificios en el fuego sagrado y se verán envueltos en actos bajos y degradantes”,

Na yakshanthi, na hoshyanthi, hethuvadha vimohithah Neechakarma karishyanthi, hethuvadha vimohithah

Vyasa dijo esto, advirtiendo que tal conducta iba a poder observarse en la Edad de hierro (nuestra época).

El sol y la luna giran sin falla ni error en sus órbitas porque siguen el camino de la virtud, o por decirlo así, en virtud de su naturaleza intrínseca. Es solamente la exigencia de la virtud que hace que todos los poderes divinos se adhieran a sus variados deberes y responsabilidades; es únicamente la virtud la que mantiene los cinco elementos adheridos a los principios de su naturaleza.

Ustedes deben tratar de obtener el mayor beneficio posible de la virtud, y evitar al mismo tiempo causar daño a los demás o a sí mismos. Deben difundir la gloría de la virtud y convertirse en un brillante ejemplo de la paz y la dicha que ella confiere. No deben seguir por el sendero de la lógica fría; no se dejen confundir por el cinismo y el prejuicio; no se interesen en lo que otros hagan o crean, y no hay que perder tiempo en reformarlos o corregir sus pasos; tengan fe en el Alma básica que es vuestra Verdadera Realidad; examinen todos los patrones de conducta basándose en esa Realidad, para saber si estorbarán o no el proceso de ver el Alma revelada; y continúen así, a la luz de esa fe, y ese examen. Entonces será imposible que se equivoquen y además, experimentarán gran deleite.

Hay algunas máximas mundanas que dicen que el estar dedicado a una profesión es señal de hombría, o hacer una labor es señal de virilidad; pero la verdadera máxima es ésta : "La observancia de la virtud es señal de hombría o de humanidad Todos y cada uno deben dedicarse a actividades virtuosas, al mismo tiempo que ponen en práctica las metas de la vida humana virtud para procurarse la prosperidad, y su uso para caridad con fines virtuosos y deseo para lograr Liberación.

Así como la virtud de la castidad es para las mujeres, la continencia se aplica a los hombres. Así como la mujer debe considerar a una sola persona como su dueño y esposo, también el hombre debe serle fiel a una sola mujer como su compañera y esposa. Ella debe considerar a su esposo como Dios; venerarlo, atenderlo y seguir sus deseos para el cumplimiento de su deber de esposa casta y virtuosa. De la misma forma el hombre debe honrar a su esposa como la "dueña del hogar" y actuar de acuerdo con sus deseos, pues ella es la Diosa de la Prosperidad. Sólo entonces puede merecer el calificativo de "hombre".

Nombre y fama, honor y deshonor, vicio y maldad, bueno y malo se aplican en medida igual y uniforme tanto a hombres como a mujeres. No existe nada que dictamine que solamente las mujeres estén atadas y obligadas y los hombres sean libres; ambos se hallan igualmente obligados por las reglas de la virtud y la moralidad. Todos caen en vicio si actúan sin tomar en consideración los cuatro atributos fundamentales: Rectitud, Ecuanimidad, Amor y Mansedad. Al igual que las mujeres, también los hombres están atados en algunos aspectos, y no tienen el derecho de hacer ciertas cosas. Hay algunos votos importantes. Entre el esposo y la esposa existen ciertos compromisos muy importantes.