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Libros escritos por Sai Baba

2. La libertad y la virtud

La virtud no puede ser restringida a ninguna sociedad o nación en particular, pues está estrechamente vinculada con el destino de todo el mundo viviente. Es una llama de luz que jamás puede ser extinguida. No tiene igual en cuanto a su acción benéfica. Krishna le enseñó el Bhagavad Gita a Arjuna. (Arjuna fue el legendario arquero del gran poema épico de la India, el Mahabharata. Durante la batalla decisiva, poco antes de comenzar la lucha, Krishna, la Encarnación de la época, le enseñó a Arjuna el camino de la acción desinteresada. Le encomendó actuar por deber de estado y no por los frutos que la acción pudiera producir. Le describió la eficacia de la acción sin egoísmo como camino de la verdadera renunciación.) Pero, la verdad es que su intención fue cantar su inmortal enseñanza para beneficio de la humanidad entera. Arjuna fue un simple pretexto. Esa misma canción divina es el instrumento que corrige a toda la humanidad hoy en día. Ella no se dirige a clase social alguna, religión o nación en particular. Es el aliento de los seres humanos en el mundo.

La virtud se expresa en una variedad de formas, que son conocidas a veces, para las personas que la codificaron; a veces para el grupo que se ajustó a ella; y a veces para la etapa de la vida para la cual es apropiada, como por ejemplo cuando el hombre cumple el rol de jefe de familia, etc. Sin embargo, todas ellas son detalles prácticos subsidiarios, que no constituyen la Norma Fundamental de la que yo estoy hablándoles. Yo les estoy hablando de la Virtud Divina;

Las virtudes u obligaciones de la vida práctica se refieren a obligaciones de índole material, a cosas temporales, problemas y necesidades físicos, la relación pasajera del ser humano con el inundo objetivo. El instrumento mismo de esas reglas de conducta, el cuerpo humano, es impermanente, Entonces, ¿cómo pueden ser eternas esas virtudes? ¿Puede su carácter intrínseco llamarse verdadero? Lo Eterno no puede ser expresado por lo transitorio, lo evanescente. La Verdad (imperecedera) no puede expresarse como falsedad (cambiante, pasajera). La Luz no puede emanar de la oscuridad. Lo Eterno sólo puede surgir de lo Eterno; la Verdad sólo puede emanar de la Verdad. Por lo tanto los códigos objetivos de moralidad, que se refieren a actividades mundanas y a la vida cotidiana, aunque tengan importancia en sus esferas particulares, deben ser ejecutados con el pleno conocimiento y conciencia de la Virtud Espiritual Básica e Interior. Solamente entonces los impulsos internos y externos pueden cooperar, y dar como fruto la bienaventuranza de un progreso armonioso.

Si en las actividades diarias ustedes ponen en práctica los verdaderos valores de la Virtud Eterna, si las acciones están cargadas de Amor Divino, entonces se verá también cumplido el deber hacia la Realidad interna, la Virtud Divina. Debemos edificar nuestras vidas sobre las bases del Morador Eterno, el Alma que es la causa original. Entonces nuestro progreso estará asegurado.

"Convertir a Dios en piedra"; ¡ésta es la tarea que se está llevando a cabo en la actualidad) ¡Cómo podría este esfuerzo conducir a la Verdad, cuando la tarea auténtica es ver a Dios en la roca! Primero hay que meditar en la Forma de la Divinidad hasta que esa Forma se haya impreso en la conciencia. Luego esa Forma debe concebirse dentro de la piedra y la piedra debe ser olvidada en el proceso, transformándola finalmente en Dios. Similarmente debernos estampar en la conciencia la Virtud básica; el hecho fundamental, que el Alma es la única Verdadera Entidad que existe. Entonces, llenos de esa fe y esa Visión, ustedes deben tratar con el mundo tangible de objetos multiformes, sus atractivos y sus trampas. El Ideal sólo puede ser realizado en esa forma. Si esto se hace, no hay peligro de diluir el Sentido Auténtico, o hacer que la Virtud Espiritual o Divino pierda su brillo en el proceso.

ŸQué sucede cuando se adora una piedra como si fuese Dios? El Ente Ilimitado, El Omnipresente, El que es Inmanente en todo, La Entidad Absoluta se visualiza en lo Particular, en lo Concreto. De la misma manera la Virtud que es universal, equitativa y libre, puede ser identificada en cada acción concreta. No os dejéis perder por ideas que niegan esta posibilidad. ¿No llevan acaso a cabo muchas cosas difíciles que no hacen sino aumentar vuestra ansiedad y el temor? Si el ser humano es prudente y sensato, ¿no puede emprender algo mucho más valioso, que le conferirá paz mental, en vez de obcecarse en estos actos de difícil ejecución?

Sigan el Divino dharma y sean libres. Vuestra herencia os da derecho a la libertad, y no a ser esclavos. Solamente cuando ustedes dirigen sus pasos a lo largo del Sendero iluminado por la Virtud Universal libre de apegos, es cuando llegan a ser verdaderamente libres; si se desvían de la Luz, se convierten en esclavos y quedan aprisionados.

Algunos tendrán dudas al respecto. Dirán: ¿cómo puede una virtud básica, que pone límites a pensamientos y palabras, que reglamenta y controla, conferirle libertad a una persona?'. 'Libertad' es el nombre que ustedes le dan a un cierto tipo de esclavitud; la verdadera libertad se logra solamente cuando la ilusión, el engaño y la ignorancia están ausentes, cuando no hay identificación con el cuerpo y los sentidos, y cuando dejan de ser esclavizados por el mundo tangible. Las personas que han escapado a esa servidumbre y han logrado libertad en el verdadero sentido de la palabra, son muy pocas. El apego está presente en cada acto realizado con la conciencia del cuerpo. Cuando se piensa que el cuerpo es el verdadero YO, el ser humano se convierte en juguete de los órganos de los sentidos. Solamente aquellos que han escapado a este destino son libres. Esa "libertad" es la condición ideal a la que lleva el ejercicio de la virtud. Todo aquel que se dedica de lleno a la actividad de vivir, con esa condición mental constante, puede verse liberado, puede llegar a ser un Hombre Libre.

Solamente porque os amarráis, os veis atados y os alejáis del sendero de la Virtud! Siempre fue y será así. Nadie puede ataros, lo hacéis vosotros mismos. Si la fe en la Omnipresencia de Dios arraiga profundamente en la conciencia, estaréis conscientes de que El es vuestro verdadero Yo y que nada, ni nadie, puede ataros. Para que esa fe pueda crecer, deben captar con firmeza la beatitud del Alma que mora en el interior. La realidad del Alma es como el lecho de roca del río de la vida humana. La sabiduría incontrovertible es la que trasciende los caprichos mentales. Sin este fundamento el hombre se convierte en víctima de dudas, desesperanza e ilusión. La doncella de la virtud no desposará a seres variables e inconsistentes.

Por lo tanto deben esforzarse primero para llegar a ser Libres. Vale decir, corno condición preliminar de una vida provechosa, cultiven la fe en el Alma que es el fondo de vuestra personalidad y luego aprendan a practicar las disciplinas necesarias que les permitan llegar a ese fondo. Cuando hayan adquirido esa calificación, pueden dedicarse de lleno a las actividades mundanas, siguiendo las obligaciones prescritas para su reglamentación. Entonces pueden convertirse en individuos de moralidad, en hombres virtuosos.

Aquellos que creen que el mundo tangible de objetos constituye la totalidad de la vida, y que confunden el cuerpo con el “Yo”, llevan vidas disipadas, vidas tan desprovistas de significado como los que convierten a Dios en una piedra. Convertir la piedra en Dios es tarea mucho más sagrada y saludable. Similarmente, tratar de discernir la virtud espiritual en cada uno de nuestros actos transforma los actos mismos en adoración, los eleva a la categoría de ritual y los priva del poder que tienen de esclavizarnos continuamente. Si las obligaciones de la vida mundana se ejercen sin tomar en cuenta la virtud eterna, equivale tal actitud a una verdadera profanación, como convertir a Dios en piedra.

La moralidad mundana carente de virtud eterna, así como la virtud eterna ignorante de la moralidad seglar son igualmente infructuosas. Ambos códigos de moralidad están intrínsecamente unidos y deben ser tomados en cuenta en esa forma. El oficial mayor no puede dispensar del trabajo al peón, así como el peón necesita la ayuda del oficial. ¿Quién puede entonces llamarse ligado y quién calificarse de libre? Ambos están sujetos a su deseo de estar felices y cómodos. Hasta tanto no se haya reconocido el secreto fundamental del Alma, la condición de servidumbre externa persiste. Cuando la espiritualidad interna se ha realizado, la carga servil de los sentidos y del mundo tangible disminuirá. En esa etapa se fundirá el código de conducta del mundo objetivo con el código de obligaciones hacia la Divinidad interna y así, todos los impulsos comenzarán a cooperar armoniosamente.

Las escrituras, sin excepción, invitan al hombre a vivir y a actuar como Dios y no como esclavo. Si lo hace, entonces cada uno de sus actos se convertirá en acto virtuoso y no será mera acción hecha con la vista fija en los beneficios que de ellos puedan derivarse. Las cadenas de la esclavitud no pueden desecharse por un mero cambio del tipo de actividad. Pueden evitarse sólo cambiando su percepción, su identificación de cuerpo material a Cuerpo Divino, su concepto de sí mismos, (le criaturas a Creador. Las cualidades morales se fortalecerán también gracias a esa convicción.

Algunas personas creen que ser empleado es una esclavitud, mientras que estar sentado en la casa, sin hacer nada es libertad. Este es un signo de falta de inteligencia. Cuando están empleados en un trabajo, deben obedecer a su superior. ¿Pero pueden evitarse las compulsiones originadas por las relaciones humanas en la casa? Incluso cuando se hallan en compañía de amigos, ¿pueden evitar la necesidad de actuar de acuerdo con sus preferencias? Uno tampoco puede librarse de la necesidad de velar por su propio cuerpo, o hacer ciertas concesiones por su propia comodidad. ¿Cómo pretender entonces que el hombre pueda sentirse libre, mientras está metido en la celda de la prisión? Toda vida es una prisión, sea cual fuere la diferencia entre un tipo de sentencia u otro y será así mientras que la actitud de identificar el 'yo' con el cuerpo predomine.

Sankara comentó una vez esta tendencia en la siguiente forma "El egoísmo basado en la identificación corporal es lo que se llama infierno". El egoísmo de esa índole, no es sino otra variedad de conducta opuesta a la Divinidad.

¿Existe alguien capaz de quitar todas las espinas y guijarros de la faz terrestre? La única forma de evitarlos es el uso del calzado, Lo mismo sucede con la filosofía de los Vedas. Con la visión fija en la Verdad o la Realidad, con fe absoluta en Dios, que es vuestra propia naturaleza esencial, pueden trascender la necesidad de transformar el mundo externo, tratando de acomodarlo a vuestro ideal de felicidad, y en esa forma la virtud de la Suprema Verdad puede ser alcanzada. Aquel que pisotea su propio egoísmo y declara con plena convicción:

"Yo no soy el esclavo de este cuerpo que reúne todas las ataduras. El cuerpo es mi servidor. Yo soy el amo que manipula todo, soy la manifestación esencial de la libertad", esa persona se puede considerar liberada.

Todos los códigos de conducta y todas las categorías de deberes deben cooperar en este proceso de destrucción del ego; no deben contribuir a promoverlo, ni a su proliferación. Ese es el camino hacia la libertad. Si una persona opina que su vida en casa de su hijo es miserable, razón por la cual se va a vivir con su hija, con ello no ha contribuido a adquirir libertad. Solamente halló una forma para nutrir su egoísmo. Esa búsqueda de felicidad sensual no puede elevarse a la categoría de “virtud".

Después de todo, ¿para qué es un hogar? Este debe ser el escenario donde uno se deleita en la dicha de contemplar a Dios, el lugar que nos da la oportunidad de meditar sobre Dios, sin ser interrumpidos. Aunque todo lo demás se ignore, esto jamás debe ser olvidado. La verdadera obligación, la verdadera virtud del individuo consiste en gustar la dicha de fundirse en lo Absoluto y llegar a la verdadera Liberación. Una persona que haya alcanzado ese estado, jamás puede ser atada, aunque la pongan en la más tenebrosa de las prisiones. Por otro lado, para una persona esclava del cuerpo hasta una brizna de hierba puede constituir un instrumento de muerte.

La verdadera virtud es estar inmerso en la Bienaventuranza del Alma, la Visión Interna, la fe inquebrantable en la identidad de nuestra propia naturaleza con lo Absoluto y la comprensión de que todo esto es su manifestación. Estas cuatro convicciones constituyen los preceptos de la auténtica virtud. En esta existencia física como individuos particulares, estos cuatro deberes son designados, para conveniencia de la práctica: VERDAD, PAZ, AMOR Y AUSENCIA DE TODA VIOLENCIA, y deben estar saturados con la virtud interna de la Realidad Espiritual, para que los individuos particularizados, que son esencialmente personificaciones de lo Absoluto, puedan ponerlos en práctica en la vida diaria. La manera de practicar el camino de la virtud, ahora como en el pasado, consiste en traducir estos elevados principios en cada acto y pensamiento. La Verdad, la Paz, el Amor, la No-violencia y la Ecuanimidad de hoy, constituyen la inmersión ininterrumpida en el Alma, la Visión fija en la Verdad Interior, la Contemplación de la Real y Verdadera Naturaleza de Uno y el Conocimiento de que todo es Dios, el Uno y el Único. Esta dualidad, lo Fundamental y lo Derivado, deben ser coordinados y armonizados. Sólo entonces se puede hablar de virtud espiritual.

No importa cuál sea vuestra actividad, o qué nombre y forma hayan elegido. Una cadena es una cadena, cualquiera que sea el material de que esté hecha. Su característica es atar, ya sea de hierro o de oro. De igual modo, cualquiera que sea el trabajo, mientras que su base sea el Alma y la esencia espiritual la raíz, ello constituye gran virtud, sin duda alguna. Tal labor bendecirá al individuo que la ejecuta con el fruto de la Paz.

Cuando las oleadas de ansiedad egocéntrica o de codicia vil impulsan al individuo a proceder, cualquiera que sea el escenario de sus actividades, la privacidad del hogar, la soledad de la jungla o cualquier otro refugio, le va a ser imposible escapar del sufrimiento. La serpiente no deja de ser serpiente aunque yazga enrollada. Plegada o desplegada es siempre el mismo reptil. En la vida diaria, cuando las acciones se originan en el Principio básico de la realidad del Alma, cada acción es dhármica, es decir lleva la estampa de la virtud. Pero cuando los actos son motivados por conveniencia e interés egocéntrico, la virtud se convierte en seudovirtud. Es una variedad de atadura, por atractiva que aparente ser. Como los presos de una cárcel, obligados a caminar en fila india por los carceleros, bien sea para ir a la corte para ser juzgados, o al refectorio para comer, los impulsos de los sentidos empujan al esclavo hacia adelante, ya sea para llegar a un lugar de dolor o a un momentáneo alivio.

A decir verdad, hasta la idea de: "éste es un amigo", o "éste es un enemigo" constituye error. Hay que ponerle fin a esta ilusión engañosa. Dios, la personificación del Amor; es el Único Amigo Constante, el Único Pariente, Compañero, Guía y protector. Conozcan esto y vivan siempre conscientes de ello. Esto es virtud, edificada sobre el cimiento rocoso del entendimiento, esto significa vida, erigida sobre la roca de la virtud. Si se ignora esta base fundamental, y si la atención se concentra en el barniz exterior, la meta se aleja y queda fuera de alcance. El apego al mundo sólo puede ser destruido mediante el apego a Dios.

¿Por qué quejarse de que son incapaces de ver el suelo, cuando lo que han estado haciendo todo el tiempo es mirar hacia el cielo? La solución estriba en dirigir la vista hacia el espejo de agua que refleja el firmamento. Entonces puede verse al mismo tiempo el cielo por encima de nuestras cabezas y el suelo debajo de los pies. Similarmente, si uno quiere ser fiel a la virtud de la verdad (la cual es, despues de todo, la continua práctica del Principio Espiritual Inmanente), deben ver en cada uno de sus actos la reflexión de la Gloria del Alma; entonces el apego a Dios convertirá el apego mundano en una ofrenda pura. Esta meta no debe ser alterada ni menoscabada. Vale decir, lo esencial debe mantenerse intacto. La virtud no depende de los variados nombres y formas ni de las aplicaciones que el cambio de condiciones externas impone. Estas alteraciones no son básicas. Todo depende en realidad de los motivos y los sentimientos que dirigen y canalizan las acciones.