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Libros escritos por Sai Baba

13. El descubrimiento y la práctica de la verdad

La Virtud no posee ni prejuicios ni parcialidad, está imbuida de verdad y justicia. Por ello, el hombre tiene que aferrarse a ella y procurar no ir nunca en su contra. Es un error desviarse de la Virtud. El sendero de la Virtud requiere que el hombre deseche el odio a los demás y cultive el entendimiento, la armonía y la amistad. Mediante ellos el mundo evolucionará paulatinamente hasta convertirse en un lugar de felicidad. Si estos principios llegan a arraigarse, el mundo quedará libre de ansiedad, indisciplina, desorden e injusticia.

Cualquiera sea el asunto que enfrenten, deben comprender, ante todo, su verdadero sentido; y luego deben cultivarlo diariamente para beneficio propio. Por este medio aumenta la sabiduría y se logra dicha perenne. Los dos aspectos básicos son: la moralidad y la acción (el deber Universal ineludible). Los sabios centrados en la Rectitud, imparciales y libres de prejuicios, caminan por la senda de la verdad, como lo instruyen los Vedas. Este es el camino para todos los hombres de la actualidad.

El conocimiento de la Virtud se alcanza en tres etapas:

(1) deben recibir la formación que les puedan impartir aquellos que han alcanzado el conocimiento y la iluminación (eruditos), también imbuidos de Virtud,

(2) deben aspirar a purificarse internamente y a conocer la Verdad,

(3) deben comprender el valor del conocimiento de los Vedas (las más antiguas y sagradas Escrituras) y la Voz de Dios.

Cuando se han completado estas etapas, el hombre comprende la Verdad, y cómo esa Verdad puede ser separada de la falsedad, de lo objetivo. Esta búsqueda permanente para conocer la Verdad debe hacerse con espíritu amistoso y de cooperación. Todos deben estar igualmente ansiosos por descubrir la Verdad para beneficio de todos. La opinión de cada cual debe ser comprobada, sobre la base del cimiento de la Virtud y el Bienestar Universal. Los principios que pasen esta prueba deben ser cuidadosamente conservados y esparcidos por el mundo entero para promover el acrecentamiento del bienestar humano. Por estos medios todos desarrollarán en igual medida la alegría y la felicidad.

Todos tienen el mismo derecho a la Sabiduría y a los medios que les permitan conseguirla, como lo es la educación, por ejemplo. Para ello, todos deben llevar a cabo solamente actos nobles y puros.

Renunciar a las acciones malvadas y renunciar a los deseos, son dos cosas que hay que realizar con un mismo instrumento llamado mente. Los objetivos de la vida humana (virtud, bienestar o prosperidad, cumplimiento de deseos y liberación) deben adquirirse únicamente por este medio. Como consecuencia de un persistente entrenamiento, la mente aprenderá a servir vuestros mejores intereses- La memoria, por otro lado, les presenta la experiencia pasada y presente, los invita a ver los sucesos en perspectiva y sopesarlos teniendo en cuenta los antecedentes y circunstancias que los rodean. La ecuanimidad ha de lograrse a través de este proceso que tiene lugar en la conciencia. Esto es lo que se llama lograr Conciencia Unificada.

Recuerden también que la mente y la conciencia deben mantenerse claramente dentro de la senda del Bienestar de toda la humanidad, La virtud brillará e iluminará solamente a la persona que sirve a todos y confiere dicha sin distinción. Tales personas no sólo serán merecedoras de la Gracia de Dios, sino también del único privilegio de fundirse con El. Cada vez que le den algo a alguien, o que tomen algo de otra persona, cuiden de no transgredir los limites de la Virtud. No deben ir jamás en contra de sus preceptos. Síganlos en todo momento, con la firme convicción de que representan vuestro deber ineludible. Llenen cada onza de energía con la esencia de la Virtud y traten de progresar más cada día por esta senda.

La persona virtuosa revelará decisión y entusiasta alegría en cada una de sus acciones. Su fidelidad a la virtud debe ser de esa envergadura. Una actitud de temor reverente ante el hecho de que el Señor ve en todo lugar y en cada cosa, de aprensión ante la posibilidad de tropezar con el pecado, de natural inclinación hacia la Verdad, de tender hacia una conducta correcta, es porque la mente está dotada de tales virtudes. Vuestra tarea consiste en dirigir la mente y utilizarla para el bienestar de la humanidad.

Confiar en la virtud asegurará e incrementará la felicidad, y al mismo tiempo desarraigará el desprecio que puedan sentir hacia los demás. No les permitirá sentirse superiores cuando otros sufran o se lamenten. ¿Podría tal maldad conferir felicidad? Ustedes solamente pueden ser felices cuando otros también lo sean. ¡Recuérdenlo! Amen la verdad, y adhieran siempre a ella, la falsedad jamás resulta beneficiosa.

Los hombres pueden mostrar indiferencia o vergüenza, pero ustedes pueden comprobar que nadie honra la falsedad, la injusticia y el engaño. En cambio todos respetarán la verdad, la sinceridad y la justicia. La virtud, tal como está prescripta en los Vedas, es algo comprobado y comprobable. Es justa e imparcial. La fe en ella aumenta con la práctica. La adoración de los Dioses tiene que seguir las reglas prescritas en los Vedas. Por este medio la gente se fortalecerá en la práctica de la Virtud. Este código de conducta es el mandamiento del Señor, es la auténtica voz de Dios, y por ello, todos pueden seguirlo. ¿Quién es, a decir verdad, el hombre de Dios? Aquel que es fiel a la Verdad y observa las reglas de conducta en su vida cotidiana.

Consideren cuánto talento le ha dado Dios al hombre. Con esa herencia, busquen las cuatro metas de la vida humana, y avancen por el sendero hacia Dios, observando estrictamente los dictados de la Verdad. Ese es el uso propio que debemos darle al talento, ése es el propósito del don. Solamente aquellos que tienen vista pueden ver las cosas. Los ciegos no tienen esa suerte. Similarmente, los dotados de la Verdad y que están anhelando lograr las metas de la vida humana, siempre que se atengan a los dictados de la Virtud, pueden ver a Dios; todos los demás son ciegos. El Señor también le ha dado al hombre los instrumentos para desarrollar su intelecto y discernimiento. Si los utiliza bien y trata de realizarse, Dios le dará nuevos talentos y nuevas fuentes de poder, porque El está pleno de Gracia para los que luchan y se esfuerzan. Cuando el hombre trata de seguir la virtud, la Verdad también le será revelada.

Cuando se descuida la disciplina tendiente a fortalecer la Verdad, todo deber que les imponga la moralidad, los dictados de Dios y toda obligación Universal ineludible (Ley de causa y efecto), los agobiará como una carga demasiado pesada. Traten de descubrir la realidad oculta detrás de todos estos fenómenos y esa búsqueda convertirá todo deber Universal ineludible del hombre, en tareas fáciles y agradables. El Señor ha moldeado al hombre de tal forma, que se ve atraído por Dios y goza al percibir la expansión de su visión, amén de estar feliz cuando actúa en forma justa y virtuosa. El hombre debe, por esa razón, servir sus propios intereses, adhiriéndose a su naturaleza intrínseca, concentrándose en su Realidad, cultivando la Verdad y practicando la Virtud.

La Verdad debe ser buscada incansablemente y comprobada mediante todas las facultades del razonamiento. La disciplina consiste en

-el heroísmo de la rigurosa observancia de la Virtud

-el autocontrol intrépido

-el abandono de todo sentimiento de alegría o pena frente a los altibajos de la vida

-la fe inquebrantable en la Verdad y la Virtud

-la salud física y mental de excelente calidad, lograda gracias a disciplina y continencia

-el deseo y la capacidad de hablar con dulzura y sinceridad, que se logra practicando la Verdad y el Amor

-el retiro de los cinco sentidos internos y los cinco sentidos externos del vicio y del pecado y la sublimación de todos los sentidos para servir a la Verdad

-la adquisición de señorío sobre todos los mundos, gracias al dominio ganado por uno mismo sobre su propio mundo interior

-la destrucción de los propios prejuicios y la búsqueda de la Verdad en todo instante.

La oración que el hombre debe practicar es “haz que todo esto me sea otorgado”.

La virtud confiere el bien a todos y otorga bienaventuranza aquí y en el Más Allá. Es esencial que la humanidad actual perciba la Gloria de la VIRTUD UNIVERSAL.

El que conoce a Dios se distingue mediante ciertas características sobresalientes, tales como: sabiduría, virtud, acciones y los efectos resultantes de ellas (Karma) del tipo más elevado y beneficioso, y la difusión de la virtud por medio del ejemplo de su vida. Aquel que fomenta estas cualidades, las cultiva y las desarrolla, es un conocedor de Dios (Brahmín), quienquiera que sea. Esa es la calificación para la autoridad que puede adjudicarse el Hombre de Dios. Las personas de elevada sabiduría son las únicas que pueden merecer ese distintivo, siempre que su comportamiento haga patente su sabiduría. El ganarse estas calificaciones representa un esfuerzo que deberían realizar todos aquellos que se muestran ansiosos por justificar ese estado.

Ahora veremos lo que se refiere a gobernantes, politicos y los que mantienen el orden, amén de administradores de la justicia. Ellos deben manifestar eficiencia en todas sus empresas, heroísmo y valor, espíritu aventurero y presteza para castigar a los malvados y proteger a los virtuosos. Los que tienen estas cualidades pueden llamarse guerreros, gobernantes y políticos. Tienen que emprender todas las tareas propias de su condición con esa actitud y establecer en sus patrias buenas leyes para todos, eso es lo beneficioso para la humanidad.

Siguen los profesionales, comerciantes y todos los que distribuyen los servicios y bienes a la población. Estos tienen que tratar de lograr que el flujo del comercio corra rápida y fácilmente, deben forjar nexos, comunicación que vincule a las naciones en un solo estado (una gran comunidad). Deben hacer que la riqueza se multiplique por el mundo. Esa es su tarea. Deben asegurar que no se rompa ni deteriore la concordia entre los pueblos. Deben aspirar a la fama generada por grandes acciones, nobles conquistas, y al esplendor adquirido, por haber ayudado a la difusión de la educación y la salud, por medio de la creación de colegios, hospitales y otras obras de este tipo. Deben dedicar sus fortunas a la promoción de buenas causas, Estos son los caminos que impulsan la virtud y la moral.

Ahora hablaremos sobre los trabajadores y sus características ideales. Ellos deben producir y reunir cosas valiosas, sin desviarse del sendero de la virtud. Deben tornar conciencia seriamente de los objetivos de la existencia humana y tender siempre hacia ellos, tienen que guardar y proteger inteligentemente las cosas que han producido, tratando de producir cada vez más para beneficio común. Las cosas así reunidas deben ser liberalmente empleadas, para la difusión de un Conocimiento genuino para el sustento y apoyo de los virtuosos.

De esta manera, por medio de una labor cooperativa de estos cuatro tipos de esfuerzo humano, la riqueza aumentará y se multiplicará, y los hombres serán felices. Las cuatro categorías de seres humanos (en cuanto a los deberes que es necesario cumplir como miembros de la comunidad) deben sentir que el orden social ha sido diseñado con el fin general de mantener la Virtud Universal. Si cada categoría se mantiene fiel a sus obligaciones, el bienestar del mundo estará plenamente asegurado. Además, lo que es aun más importante, cada uno será capaz de ganar la bienaventuranza del Alma. Por otro lado, si todos sintieran que no hay más que una sola categoría, un código de deberes y un juego de reglas para todos, el bienestar y la seguridad del mundo estarán en peligro.

Si todos se dedicaran a las actividades comerciales, ¿quiénes comprarían y consumirían los bienes ofrecidos? Si todos comenzaran a enseñar, ¿quiénes serían aquellos que van a estudiar y poner los estudios en práctica? Si todos mandan, ¿quiénes obedecen? Si todos producen y cultivan, ¿quiénes van a comprar los productos de sus labores? Es la diversidad la que contribuye a la unidad, mediante el ejercicio de la Verdad y de la Virtud en cada individuo y acto social y es por eso que Dios ha ordenado modalidades de vida que hacen que debamos vivir en categorías diferentes.

Se ha creído que la ocupación era consecuencia de la casta o categoría social, pero no es así. Las castas o categorías sociales fueron determinadas como consecuencia de las ocupaciones. Hoy en día no hay profesionales, ni categorías, ni castas. Una profesión hoy, otra mañana, una categoría social hoy, otra mañana. Esta es la inestabilidad que está originando la atmósfera confusa del mundo actual y es la causa del descontento que se ha extendido tan vastamente.

Hay que dotar cada profesión y cada ocupación, de moralidad interior. Uno debe atenerse a la Verdad sin interrupción, conservar una ecuanimidad imperturbable, fortaleza interna, y pertrechados con todas estas cualidades tienen que avanzar, ejecutando los deberes asignados a las castas o categorías sociales y las respectivas profesiones. Ello representa el máximo bien, la Suprema Bendición. Si la humanidad no logra poner en práctica esta obligación ineludible, la especie humana se verá reducida a miseria y pobreza crónicas. Debemos elegir entre sufrir o ser salvados por la Divinidad; conformarnos con la miseria que nos acarrean las soluciones meramente materiales u optar por practicar la Suprema Virtud que terminará por salvar a la humanidad del sufrimiento y la perdición.