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Libros escritos por Sai Baba

36. Camarada y rey

CAMARADA Y REY

"¡Maestro! Estoy ansioso de oírte hablar acerca de los juegos, travesuras y aventuras de Krishna a las que se dedicaba cuando era un niño vaquero (gopala), junto con sus compañeros en la comunidad de Vraja, entre los sembradíos y en la selva, durante los once años que pasó en Brindavan, después de haber llegado ahí proveniente de la prisión de Matura, en donde El escogió nacer".

Cuando Parikshit hablaba así, Suka se sintió muy contento y sonriéndole le dijo: "No es posible para mí describirte todos los lilas que realizó ese Divino Gopala, que impregnan la mente de dulzura. Los vaqueritos de Vraja que compartieron esa alegría fueron ciertamente benditos. El Señor no hace distinción en las diferencias externas, el nombre del individuo, su nacionalidad, su casta, su profesión o sus aptitudes. No importa la actitud en la cual una persona se acerca a El. El siempre la recibirá, la acercará a El, le cumplirá sus deseos y les brindará felicidad. Esa era la naturaleza de Gopala".

"Desde que su padre Vaasudeva lo dejó en la casa de Nanda, Krishna le otorgó una gran alegría a éste, además de los agradables gritos de `Victoria' que sonaron y resonaron en ese lugar como resultado de la Divina prestancia de ese niño. Este crecía días tras día con un encanto cada vez mayor; brillaba como el más querido tesoro de la madre cuando jugaba en su regazo. Tambaleándose cruzaba el umbral de la puerta y se sostenía del dedo de su padre o de su madre y osadamente caminaba unos cuantos pasos. A pesar de que sus padres hicieron su mejor esfuerzo por mantenerlo fuera de la vista de los extraños para que los múltiples mensajeros de la muerte que Kamsa había enviado sin interrupción no pudieran atraparlo, de alguna forma u otra El mismo se ponía al alcance". "El acostumbraba avanzar hacia ellos para enfrentarlos, ¡y presentarse El mismo! ¿Quién podía mantener oculto y en qué lugar a Gopala, el proveedor y protector del universo? ¿Quién podía y cómo? ¡Oh Parikshit, todo esto es su juego Divino!"

"Creciendo días tras día, comenzó a ir a los sagrados bancos de arena del río Yamuna para jugar junto con los niños de las casas de las gopis que eran de su edad. Los padres se esforzaban en detenerlo, pero no podían. Al igual que sus compañeros, El conducía las vacas hacia los pastizales. Verdaderamente era una escena fascinante ver a Gopala en medio de la manada de mansas, limpias y felices vacas y terneras. ¡Visualízala tú mismo, oh rey! La inmaculada manada blanca de vacas y terneras y el Divino niño oscuro. Ellas estaban muy atraídas hacia El, muy cerca de El, sin permitir que las dejara o se perdiera. Tampoco Krishna lo hacía, ¡pues las amaba como a sus propios hermanos y hermanas o como a sus propios hijos! No hacía sino tocar muy levemente sus lomos y las terneras y sus madres olvidaban todo acerca de sí mismas, abrían sus bocas, levantaban sus colas, sacaban sus lenguas y amorosamente lamían su cara y sus manos. Gopala frecuentemente las abrazaba del cuello y se mecía de un lado al otro con gran regocijo, con sus ojos cerrados y su cara reluciente con una radiante sonrisa. Las terneras presionaban juguetonamente su suave cuerpo con sus apenas incipientes cuernos. El acostumbraba a jugar graciosa y alegremente con sus amigos, las terneras y los vaqueritos sobre las siempre frescas y primaverales arenas del río Yamuna sin importarle si era de día o de noche. Los padres tenían que enviar a los mozos para buscarlo y llevarlo a regañadientes junto con sus amigos a sus casas".

"Conforme pasaban los días, tanto en su casa como afuera, El se convertía en un cautivador niño. A pesar de que su padre no quería que lo hiciera, soltaba a las vacas y terneras del establo y las conducía hacia el camino que usualmente tomaba el ganado del pueblo y las guiaba también sobre este camino común hacia la verde pradera que había más adelante. Al igual que otros niños, El usaba un bastón apoyado sobre su hombro y una tela enrollada alrededor de su cabeza. Al caminar lleno de suprema seguridad, parecía un magnífico cachorro de león real.

Se divertía con sus compañeros, cantaba en voz alta las más dulces canciones, con su mano izquierda cubriendo su oreja del mismo lado. Al hacer esto, las vacas que estaban masticando vorazmente el verde pasto se detenían como si estuvieran demasiado embelesadas para continuar comiendo y lo contemplaban deleitadas, escuchando su Divina melodía. Permanecían inmóviles, con sus orejas alertas para no perder el mensaje que las llamaba a la Bienaventuranza, ¡con los ojos semicerrados, como si estuvieran absortas en las profundidades de la meditación! Las terneritas que estaban pegadas a las ubres, ávidas de llenar sus estómagos, bebían en su lugar los Divinos pasajes de las canciones de Krishna. Era una escena electrizante para todos los que la presenciaban".

"¡Oh Rey! No puedo contarte acerca de la cantidad y naturaleza de los lilas (Juegos Divinos) de Gopala. Todos son maravillosos y asombrosos, todos están llenos de Bienaventuranza y producen Bienaventuranza. Algunas veces solía retar a sus amigos a girar el bastón, ¡y su mano era tan rápida que el ojo no podía ver el bastón! En esos instantes, sus compañeros se reunían alrededor de El y le suplicaban que les enseñara a girarlo así. Para El que hace girar al universo entero con todo lo que contiene a tal velocidad, girar un bastón no era ninguna hazaña especial, es una proeza que ninguna enseñanza puede impartir. Los pobres niños no comprendían la realidad que había detrás de su compañero de juegos".

"Muchas veces jugaba sobre los árboles al juego de cazar al ladrón. Cuando los que lo perseguían trepaban detrás de El se refugiaba en la más alta de las ramas, en una rama tan delgada y frágil que se hubiera doblado aun si una ardilla se hubiera posado en ella. ¡El no podía ser atrapado en ninguna forma! ¡Por supuesto! ¿Cómo podría ser atrapado por alguien o todos? ¡Solamente el corazón puro puede capturarlo".

"En ocasiones, cuando Gopala estaba con sus camaradas en los bosques y huertos, podía estar jugando con ellos, haciéndolos felices con muchos trucos graciosos y divertidos juegos, podía andar entre ellos con sus manos cariñosamente sobre sus hombros, pero en un momento podía desaparecer y perderse de vista. Mientras tanto, solía ponerse ante sus compañeros en un hábil disfraz, tan perfecto que ellos creían que era un extraño a quien no deberían hablarle. Pero El los tomaba por sorpresa con una explosión de carcajadas y la exclamación: `¡Soy yo, soy yo, no pudieron descubrirme!' Esto asombraba a los niños y en ocasiones hasta se atemorizaban".

"Así pasaban los días; cuando caía la oscuridad, regresaba a la villa con sus amigos, tan inocentemente como si nada hubiera pasado para perturbar su ecuanimidad. En ciertos días, su mamá insistía en que El debería permanecer en casa y no ir a los campos de pastoreo. Esos días, los vaqueritos, las vacas y las terneras caminaban lenta y pesadamente, con tristeza, hacia los pastizales: permanecían bajo los árboles desanimados y solitarios, sin deseos de comer o beber, pero con sus ojos expectantes a la llegada de Krishna, quien era el único que podía darles vida".

"Muchas veces en el día, el malvado tío Kamsa enviaba sus emisarios, los ogros disfrazados, llevando consigo juguetes y dulces deliciosos. Los niños se reunían alrededor del vendedor ambulante y preguntaban el precio de las cosas que deseaban. Pero los ogros estaban buscando la oportunidad de pescar a Krishna, esperaban el momento en el cual El estuviera cerca. Krishna no ponía su vista sobre los juguetes o dulces. El solía esperar hasta la tarde y entonces aproximarse a los malévolos hombres, haciéndoles creer que había caído en la trampa, ¡pero solamente para caer sobre ellos y hacerlos pedazos y tirar los restos lejos de ahí! Estas aventuras llenaron de asombro, miedo y maravilla a la gente de la aldea, además de deleitarlos por el feliz escape del peligro".

"Un día, la villa estaba llena de carretas repletas de mangos. Krishna sabía que esto era otro sucio plan de los ogros, los emisarios de Kamsa. Así que mató a aquellos que habían traído las frutas y se quedó con éstas, pues sintió que no era propio rechazar las frutas que su tío había enviado; así que las aceptó pero no dejó que nadie regresara vivo a informarle de lo sucedido. Este fue el destino de todos aquellos que fueron enviados por el tío en sus malévolas misiones".

"¡Oh rey! Desde el día en que el Señor tomó residencia en la región de Vraja, el lugar se convirtió en una casa de tesoros de Lakshmi, la diosa de la fortuna y el bienestar. Parecía como si ella estuviera esparciendo sus gratas sonrisas sobre toda la región. Había miles y miles de vacas; no existía escasez de yogurt, leche o mantequilla. De hecho, había tal abundancia que no sabían cómo consumirla o cómo conservarla para su consumo posterior". "Gopala amaba tanto a las vacas que no podía soportar la simple idea de que se desperdiciaran sus preciosos regalos. Esta es la razón por la cual El estaba muy complacido en recibirlos en su propio estómago. Estos actos de gracia fueron la base para el apelativo de `el ladronzuelo de leche y mantequilla'.

Cuando Indra observó que se referían a Krishna en esta forma, decidió mostrarle al mundo que El era verdaderamente el mismísimo Dios venido a la tierra; así Indra manejó la situación cuando el ritual en su honor fue cancelado por la gente de Vajra, lo que fue respondido con densos torrentes de lluvia, ¡y Krishna tuvo que alzar el monte Govardana con el fin de resguardar a los pastores y a las vacas de la catástrofe del diluvio! Todo fue parte de una actuación. Indra no tenía ira, ni pasó por su mente la idea de venganza o desquite. Tampoco Kr¡shna le aconsejó a la gente abandonar el ritual. Estos milagros estaban ya decididos, con el fin de hacerlos identificar a la Divinidad que estaba ya entre ellos. Dichos incidentes confirman el punto de vista de que nada puede suceder sin un propósito subyacente".

En ese instante, Parikshit lo interrumpió con una regocijante exclamación y le dijo: "¡Oh, cuán dulces son los lilas, los juegos y las travesuras del Divino niño Gopala! ¡Cuanto más escuchamos, tanto más crece nuestro apetito! Maestro, permíteme escuchar un poco más y alcanzar el estado de Liberación".