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Libros escritos por Sai Baba

2. El nacimiento de un genuino devoto

EL NACIMIENTO DE UN BHAGAVATA

El Maharaja Parikshit fue la esencia misma del ser de Abimanyu, quien alcanzó la morada de los héroes en el cielo. Cuando Parikshit era aún un embrión que crecía en la matriz de Utara, vio la filosa flecha disparada por Aswatama viajando hacia él, lanzando chispas de furia y terror, concentrada en su destrucción; pero en ese mismo momento vio también un personaje de brillante encanto, armado con un terrorífico disco que destruyó a esa mortífera flecha convirtiéndola en cientos de fragmentos. El embrión real se llenó de admiración y gratitud.

Reflexionó profundamente acerca de la identidad de su salvador. "¿Quién será?, debe habitar también en esta matriz conmigo, porque pudo ver la flecha en el mismo momento en el que yo la vi. Pero tiene tal habilidad e intrepidez que pudo destruirla antes de que me tocara. ¿Será él un hermano uterino? Si él posee un disco, ¿por qué yo no lo tengo? No, él no es un simple mortal". Reflexionó así por largo tiempo.

No podía olvidar esa cara y esa forma, era la imagen de un niño con el esplendor de millones de soles, lleno de bondad y de Bienaventuranza, azul como el cielo limpio. Después de salvarlo en esa forma tan piadosa y dramática, desapareció. Siempre tuvo presente esa imagen en su mente porque lo buscaba y esperaba verlo nuevamente. A cualquier persona que veía la examinaba con el fin de ver si era igual a la forma que con tanta devoción había fijado en su mente.

De esta manera creció dentro de la matriz, contemplando esa imagen. Esa contemplación lo transformó en un bebé lleno de esplendor. Al término de la gestación, cuando fue dado a luz, el cuarto donde nació se inundó de una extraña luminosidad. Las sirvientas de Utara se deslumbraron por la brillantez y quedaron completamente maravilladas.

Después de recuperarse de la experiencia, Subadra, la madre de Abimanyu, envió un mensaje a Yudishtira (también llamado Dharmaraja), el mayor de los hermanos Pandavas, anunciando el nacimiento. Los hermanos Pandavas se desbordaron de alegría cuando oyeron las buenas nuevas, las cuales estaban esperando ansiosamente. Se ordenó que las bandas de música tocaran y que se dispararan cañones en honor a este suceso, pues había nacido un descendiente de la familia real, un sucesor para el trono de los Pandavas.

La gente oyó los estruendos de las salvas y buscó la razón de tal regocijo. Todos se dirigieron presurosamente hacia Indraprashta en grandes grupos llenos de entusiasmo. Cada rincón del reino hervía de júbilo por este hecho. En pocos minutos, la ciudad se transformó en un jardín celestial, digna sala de los dioses para dar audiencia a los hombres. Yudishtira distribuyó una gran variedad de dulces a todos los que llegaban, también donó varias vacas como presentes a los brahmines (sacerdotes) y dio órdenes a las mujeres de la corte para que regalaran cajitas de oro llenas de azafrán y cuncum a las mujeres. Los brahmines fueron agasajados con ropas de seda y gemas preciosas. Los ciudadanos desbordaban de alegría porque la dinastía había asegurado un sucesor y festejaron el suceso día y noche con regocijo y jubilosas risas.

Al día siguiente Yudishtira llamó al sacerdote de la familia, Kripacharya, y celebró el ritual de la primera purificación (Jata karma) para el recién nacido. De la misma forma colmó a los brahmines con regalos y costosas joyas. Los eruditos y sacerdotes bendijeron al niño y regresaron a sus hogares.

Al tercer día, Yudishtira llamó a su presencia a astrólogos de gran renombre, así como famosos adivinos y clarividentes, pues estaba ansioso de saber si el buen nombre de su reino y su cultura estarían a salvo en las manos del príncipe que tendría que tomar la carga del manejo del Estado. Recibió a estos personajes en su palacio con la hospitalidad tradicional, se les dieron asientos apropiados en la sala y se les ofrecieron perfumes y sedas.

El rey se inclinó ante ellos y juntando las palmas de sus manos con reverente respeto les suplicó de esta manera: "iCh sabios! Ustedes conocen el pasado, el presente y el futuro; examinen el horóscopo del recién nacido, calculen las posiciones de las estrellas y constelaciones e influencias planetarias que guiarán su vida y díganme cómo se conforma su destino". Yudishtira con anterioridad había anotado la hora exacta del nacimiento y puso el papel en un plato de oro frente a ellos.

Los eruditos tomaron nota de los datos y trazaron las posiciones planetarias, las cuales estudiaron con gran cuidado; intercambiaron opiniones entre ellos y cada vez se hizo más patente su alegría conforme empezaron a concretar sus conclusiones, y finalmente fue tan grande el júbilo entre ellos que no tuvieron palabras para expresar su asombro.

El decano del grupo de los astrólogos, un gran filósofo, se levantó al fin y se dirigió al rey de la siguiente manera: "¡Maharaja! Hasta este día yo había examinado miles de horóscopos y preparado todo lo concerniente a los trazos del zodíaco y las constelaciones, pero debo admitir que nunca se había cruzado ante mí una agrupación más auspiciosa que la que se ve en este horóscopo. Todos los signos de buenos augurios se han reunido en un solo punto en el momento del nacimiento del príncipe. El momento indica 1a presencia del propio Vishnú; todas las virtudes se congregarán en este niño. ¡Para qué describir cada gloria en forma separada! ¡El gran Manú, (un Señor del Universo), ha venido de nuevo a tu dinastía!"

Yudishtira estaba feliz de que su linaje tuviera tal fortuna. Estaba en verdad embargado por la alegría; juntó las palmas de sus manos e hizo una reverencia ante los sabios que le habían dado tan buenas noticias. "Esta familia es afortunada al poder proclamar que ha obtenido una gema de esta magnitud como su descendiente a través de las bendiciones de los mayores y de los sabios como ustedes, así como de las bendiciones del Señor que es nuestro guardián. Ustedes dicen que el niño desarrollará todas las virtudes y que acumulará gran fama; pero, ¿de qué sirve todo esto si no adquiere la virtud de reverenciar a los sabios, virtuosos y brahmines? Por favor, vean su horóscopo y díganme si tendrá esta cualidad".

El más grande entre los astrólogos manifestó lo siguiente: "No necesitas dudar más acerca de este punto, él venerará y servirá a los dioses y brahmines y celebrará muchos rituales (yajnas) y ofrendas (yagas) prescritos en los antiguos textos. Obtendrá la misma gloria que su ancestro Bharata (hermano de Rama, otra encarnación de Dios); celebrará incluso la ceremonia ritual del caballo (Aswameda), difundirá la fama de su linaje por todo el mundo, alcanzará todas las cosas que los hombres y aun los dioses ambicionan. Sobrepasará a todos aquellos que le han antecedido", y con palabras como éstas siguieron alabando al niño en diferentes maneras, para el regocijo de sus propios corazones. Sin embargo, en un cierto momento detuvieron este flujo de detalles y conclusiones que habían deducido del horóscopo del recién nacido, pues estaban muy nerviosos como para contar todas las excelencias y temían también que se les pudiera tildar de aduladores y exagerados.

Yudishtira no estaba todavía satisfecho, quería oír aun más de las excelencias del carácter del príncipe. Los filósofos se reanimaron al oír sus ruegos y le dijeron: "Oh rey, pareces estar muy interesado en conocer algunos aspectos más de la fortuna de este niño, por lo cual estaremos muy complacidos en aclarar alguna duda específica que sientas necesidad de exponer ante nosotros".

Notando su entusiasmo, Yudishtira se situó frente a ellos y les preguntó: "¿Habrá alguna guerra durante el reinado de este príncipe? Si la guerra fuera inevitable, ¿obtendrá la victoria?" "¡No! dijeron los filósofos , él no será molestado por ningún enemigo, no conocerá la derrota ni fallará en ninguna de las metas que se proponga; esto es absolutamente cierto, es indudablemente la verdad".

Al oír esto, Yudishtira y sus hermanos Bhima, Arjuna, Nakula y Sahadeva se vieron los unos a los otros compartiendo su gran alegría.

En ese instante Yudishtira empezó a hablar: "Si esto es así..." Sin embargo, antes de terminar la frase, bajó su cabeza y se sumió en sus pensamientos. Los filósofos se dieron cuenta de esto y le expresaron lo siguiente: "Pareces estar ansioso de saber algo más, sólo tienes que preguntarlo, estamos listos para contestar a cualquier pregunta". "Por supuesto que estoy feliz por todas las respuestas que me han dado. El será virtuoso, famoso, triunfador sobre todos, amoroso, bondadoso y generoso, tratará a todos con igualdad, realizará muchos rituales, sacrificios y ofrendas, no tendrá enemigos; traerá gran honor a la dinastía y restaurará su fama. Todo esto me da gran alegría... pero me gustaría saber también cómo encontrará su fin". Su voz titubeó un poco cuando hizo esta pregunta y sus hermanos al verlo y al notar su ansiedad sobre este problema que lo agitaba, se pusieron aun más tristes y preocupados.

Sin embargo, lo consolaron diciéndole: "¿Por qué preocuparse acerca de eso a estas alturas? El final tiene que sobrevenir algún día y en alguna forma, es algo que no puede evitarse; algo tiene que causarlo, alguna circunstancia lo consumará. El nacimiento involucra la contingencia de la muerte. Tememos que la alegría de este acontecimiento haya trastornado un poco la claridad de tu razonamiento. Pensamos que todo esto es suficiente, debemos dejar el resto en el reino de la duda, dejemos de seguir indagando más allá de este punto, dejemos esto al Señor".

Sin embargo, Yudishtira no podía deshacerse del deseo de saber cómo sería el fin de la carrera en el mundo de un príncipe virtualmente ideal e imaginaba que una vida de tal gloria debería tener realmente un final majestuoso, por lo que insistió en que los astrólogos le respondieran acerca de esto.

Los expertos se dedicaron a hacer varios cálculos, lo cual les llevó un cierto tiempo. Al notar esto Dharmaraja se veía muy excitado y los apresuraba para que dieran una respuesta inmediata, a lo cual respondieron así: "Este príncipe renunciará a su reino a causa de la maldición de un asceta ermitaño". Yudishtira se preguntaba cómo un ser de tales virtudes podía hacerse merecedor de la maldición de un asceta y se le veía visiblemente trastornado por la factibilidad de este hecho.

En ese mismo instante los astrólogos agregaron más detalles al respecto: "Nuestros cálculos muestran que será mordido por una serpiente". Yudishtira palideció al oír estas noticias, toda su alegría se evaporó en un instante y se transformó en tristeza y pesadumbre.