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Discursos dados por Sai Baba

06. 19/05/00 La exaltada naturaleza de la devoción

19 de Mayo de 2000

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La devoción es la clave del camino espiritual,

y es vital para navegar por el mar de la vida;

la devoción intensifica el anhelo por la Divinidad,

y es el peldaño hacia la liberación.

Encarnaciones del amor, estudiantes, muchachos y chicas!

Esta tierra de Bharat ha proclamado elocuentemente a través de los siglos las virtudes de bhakti, la devoción. La devoción no significa simplemente la observancia de rituales, la realización de austeridades o la meditación. La devoción significa un amor sincero e intenso por el Señor. Implica un amor puro y constante, no contaminado por deseos o acciones egoístas. Dicho amor no conoce fronteras y está más allá de todos los reglamentos. El flujo espontáneo de amor desinteresado del hombre hacia Dios es la verdadera bhakti. El amor mezclado con deseos mundanos no puede llamarse devoción. El único deseo que debemos tener es por Dios; todos los demás deseos deben dejarse de lado, y nada debe interponerse entre Uno Mismo y Dios. El amor que surge del corazón del devoto debe fluir sin impedimentos hacia Dios. El amor a Dios debe ser totalmente inmune a las vicisitudes de la vida.

Dharmaja, el mayor de los Pandavas, es un ejemplo de alguien que logró este tipo de devoción enfocada. Permaneció imperturbable incluso cuando su esposa Draupadi fue sometida a una humillación extrema en la corte real. De manera similar, cuando Abhimanyu, el hijo de Arjuna, fue muerto en la batalla, Dharmaja aceptó el veredicto del destino con perfecta ecuanimidad. También permaneció igualmente sereno cuando Aswatthama, el hijo de Dronacharya, masacró sin piedad a todos los descendientes de los Pandavas. Ni siquiera se inmutó cuando él y sus hermanos tuvieron que pasar largos años en el exilio en la selva, renunciando a todas las comodidades reales a las que estaban acostumbrados. Todo esto fue posible para Dharmaja porque su mente estaba siempre absorta en la contemplación de Krishna. Estaba constantemente pensando en Krishna, siempre cantando Su Nombre, y por lo general ajeno a lo que sucedía a su alrededor.

Dharmaja no estaba solo en tal devoción enfocada. Su esposa Draupadi también pensaba en Krishna incesantemente y cantaba Su Nombre constantemente. Tras el atroz asesinato de los tiernos hijos de los Pandavas, Arjuna rastreó a Aswatthama, el perpetrador de la atrocidad, y lo arrastró ante Draupadi. ¿Y qué hizo ella en esa ocasión? ¿Maldijo al asesino? ¿Explotó de furia? No; con gran tolerancia le dijo a Aswatthama:

«Estos niños estaban en casa

y no entraron al campo de batalla;

tampoco cazaron ni mataron;

eran solo pequeños,

desprovistos de todo sentimiento de rencor.

¿Por qué entonces los golpeaste cruelmente,

y en la oscuridad de la noche los masacraste?

Eran los hijos de los discípulos de Dronacharya,

ese mismo Drona,

que también era tu padre y gurú.

¿Puedes declarar con verdad,

que lo que hiciste era correcto?»

Bhima no pudo soportar ver lo que Draupadi estaba haciendo. ¡Ahí estaba Aswatthama esperando ser castigado severamente por su acto vil, y Draupadi intentaba razonar con ese monstruo malvado! Explotando de ira, Bhima rugió:

«Aquí está este demonio,

que ha masacrado a nuestros hijos,

y esta mujer insensata

¡intenta razonar con él!

¿Debería perdonarse al asesino,

o tratárselo como lo merece?

Si nadie está dispuesto a castigarlo,

¡yo, con mis propias manos,

lo aplastaré hasta convertirlo en pulpa!»

Consumidos por la furia, la mayoría de los Pandavas estaban a punto de lanzarse sobre Aswatthama. Draupadi levantó la mano y dijo:

—Deténganse, no deben matar ni dañar a esta persona.

«¡Oh, Partha! Es incorrecto matar

a quien tiene miedo,

a quien ha perdido el coraje,

a quien está dormido,

a quien está ebrio,

a quien busca refugio,

y finalmente, a una mujer.

No deben matar a Aswatthama, pues es el hijo de su preceptor. Solo rápenle la cabeza como castigo simbólico y déjenlo en libertad».

Así reaccionó Draupadi ante la situación. No tenía el menor odio hacia quien había eliminado sin piedad a todos los descendientes de los Pandavas. Entre los Pandavas, Dharmaja y Draupadi eran dos joyas preciosas. Fue su constante contemplación de Krishna lo que les permitió enfrentar todas las adversidades con ecuanimidad y mostrar magnanimidad, así como tolerancia, en las circunstancias más difíciles.

Draupadi cantaba constantemente:

«Kleem, Krishnaya, Govindaya, Gopijana Vallabhaya, Swaha!»

Este canto sagrado tiene un profundo significado. Kleem representa prithvi o la tierra. Krishnaya significa jala o el agua. De manera similar, Govindaya hace referencia a agni o fuego. Asimismo, las otras palabras se refieren respectivamente a vayu o el aire, y akasha o el éter. En resumen, las palabras de este canto sagrado aluden a los cinco elementos. A través de este canto, Draupadi proclamaba su creencia de que Krishna, el Supremo, no solo es inmanente en todos los elementos, sino que Él mismo es los elementos. Así era la profunda manera en que tanto Dharmaja como Draupadi meditaban en Krishna. Krishna lo es todo y también es perfecto. Por lo tanto, sin importar las circunstancias, Él está más allá de toda crítica y reproche. Estos son los brillantes ejemplos de devoción disponibles en la cultura bharatiya.

La verdadera devoción no está limitada por rituales, procedimientos establecidos ni formas prescritas. Se ejemplifica en el torrente de lágrimas que provienen del mar de amor en sus corazones. El Gita habla de diversas ofrendas al Señor, como patram (hoja), pushpam (flor), phalam (fruto) y toyam (agua). Estas palabras no deben tomarse literalmente. Por hoja, el Señor no se refiere a la hoja de tulsi o bilva comúnmente usada en la adoración ritual. En verdad, el cuerpo humano es la hoja que debe ofrecerse al Señor. Como la hoja de un árbol, el cuerpo humano también morirá y se descompondrá algún día. Nadie puede decir cuándo ocurrirá eso. Antes de que tal destino acontezca, el cuerpo, en su plenitud, frescura y pureza, debe ofrendarse al Señor con las palabras:

«¡Oh Señor! Este cuerpo que Tú me diste,

te lo ofrezco reverentemente de vuelta,

tratándolo como una hoja,

en el espíritu en que se ofrendan las hojas de tulsi».

¿Por qué es especial esta hoja llamada cuerpo? Porque no es el tipo de hoja que se seca en uno o dos días. Deben decir con sentimiento: «Señor, no sé qué tipo de hoja te complacería. Tengo este cuerpo, y te lo ofrezco. Por favor, trátalo como una hoja y acéptalo». Luego, flor. Debes decir:

«Oh Dios, que me has dado un corazón,

ese mismo corazón te ofrezco de vuelta

junto con mis humildes salutaciones.

¿Qué más hay para ofrecer?»

La flor de sus corazones es lo que más complace al Señor, no las flores compradas en el mercado. Las flores del mercado se marchitan en unas pocas horas, pero el corazón no es así. Totalmente puro, fragante, empapado de amor y perfecto, no se marchita fácilmente. Después de esto, el fruto. ¿Qué fruto complacería a Dios? ¿Una manzana, una naranja, un mango u otra cosa? Dios no está interesado en los frutos que crecen en un árbol; ¡está interesado en la mente de ustedes! Por lo tanto, la mente es el fruto que debe ofrecerse al Señor. Por último, lo que el Señor quiere de ustedes es el agua.¿Es agua de grifo, de pozo o del Ganges? Ninguna de estas. Lo que Dios espera son las lágrimas de alegría que fluyen cuando su corazón está lleno de amor por Él. Estas son, entonces, las ofrendas que el Señor espera cuando lo adoran.

Sathyabhama, una de las consortes de Krishna, tuvo una vez la idea de que, usando su riqueza, podría asegurarse a Krishna exclusivamente para sí misma. ¿Puede Dios comprarse alguna vez con dinero? ¡No! Solo el amor puede obtenerlo; pero Sathyabhama no apreciaba esto. El sabio Narada apareció en escena en este momento, y le presentaron este asunto. Narada es quien imparte sabiduría. Queriendo darle una lección a Sathyabhama, decidió montar una pequeña actuación. Pidió que trajeran una gran balanza y luego invitó a Krishna a sentarse en uno de los platillos. Krishna, por supuesto, sabía muy bien lo que Narada tramaba y, sonriendo, complació al sabio. Narada entonces pidió a Sathyabhama que colocara oro en el otro platillo. Pero, ¡oh, sorpresa! No importaba cuánto oro se colocara en el otro platillo, la balanza se negaba a equilibrarse. Sathyabhama se sintió completamente frustrada. Buscando consejo, fue a Rukmini, la otra consorte de Krishna, que en ese momento estaba ocupada en la adoración de Tulsi. Después de escuchar lo que Sathyabhama tenía que decir, Rukmini comentó: —Dios pertenece a todos y reside en cada ser como el Morador Eterno. Nadie puede tener el monopolio de Dios, ni es bueno siquiera albergar tal deseo. Luego se retiró el oro, y Narada ahora pidió a Rukmini que intentara igualar el peso de Krishna de alguna manera. Rukmini respondió: —Oh, sabio, creo que la Forma de Krishna puede equilibrarse solo pronunciando Su Nombre, y eso es lo que voy a hacer. Narada no estuvo dispuesto a aceptar este plan, y dijo: —La Forma es visible y tangible, mientras que el Nombre no lo es. Quiero que iguales la Forma de Krishna con algo que tenga forma. Rukmini estuvo de acuerdo. Tomó una hoja de tulsi en su mano y oró:

«Oh, Dios, que eres adorado con hojas, flores, frutos y agua,

si es verdad que te sometes

cuando se te ofrece amor puro en lugar de todo esto,

te pido que tu propio Nombre te equilibre,

y que después inclines la balanza con esta hoja de tulsi».

Así orando, Rukmini dijo: «¡Krishna!» Inmediatamente, la balanza se equilibró, aunque uno de los platillos estaba totalmente vacío. Luego Rukmini colocó la hoja de tulsi en el platillo vacío, y el platillo que llevaba a Krishna subió instantáneamente; ¡el Señor había sido más que igualado!

Esta historia enseña que el Señor se somete solo a la devoción pura; no puede obtenerse de ninguna otra manera; menos aún, ¡no puede comprarse! No hay nada más grande que la pura bhakti, por lo que se le otorga un estatus tan exaltado en la cultura bharatiya. Nuestros antepasados sostenían que la devoción es más valiosa que toda la riqueza material que se pueda soñar. Es esta riqueza la que el hombre debe buscar realmente, en lugar del oro. De hecho, es el deber ineludible del hombre adquirir esta riqueza; y no tiene que ir lejos para buscarla, pues este tesoro ya está encerrado dentro de él.

En cada ser humano hay siete chakras o centros de poder psíquico, llamados shad chakras. Estos chakras han sido interpretados de varias maneras. Entre estos, los dos más importantes son el hridaya chakra y el sahasrara chakra. Se describen como flores de loto especiales, la primera con ocho pétalos radiantes y la segunda con mil pétalos. Se dice que una comprensión profunda de los principios que subyacen en estos dos chakras facilitaría la obtención del estado de divinidad. La flor del corazón representa a Dios, mientras que cada pétalo del sahasrara representa dieciséis aspectos de la Divinidad. Así, los mil pétalos del sahasrara representan en total dieciséis mil aspectos de la Divinidad. Las dieciséis mil gopikas (pastoras) de las que hablan las escrituras no representan sino dieciséis mil variantes de la Divinidad. Se dice que uno se libera cuando asciende del hridaya chakra al sahasrara chakra. ¿Qué significa esto realmente? Simplemente esto: así como los pétalos disuelven su identidad individual y se fusionan para formar una flor radiante, las gopikas se fusionaron en el Dios Omnipresente, Omnipotente y Omnisciente. La unión de las gopikas y Dios es, en el lenguaje de los chakras, la unión de los dos chakras importantes mencionados anteriormente. Dios es el Supremo Maestro Divino, y todo en la creación le pertenece. Todos los seres son de Su propiedad. La flor del sahasrara [que representa a la mente] es de Su propiedad, y debe ofrecerse solo a Él. El Ramayana proporciona una ilustración.

Sita es la hija de la Madre Tierra, y es la consorte de Rama, esto en lo que respecta al Ramayana. En términos espirituales, Rama es Paramatma (Dios) y Sita es prakriti (la naturaleza). La naturaleza fue creada por Dios y pertenece a Dios. En el Ramayana, esto se simboliza por el matrimonio de Sita y Rama; este matrimonio representa la unidad eterna y la naturaleza inseparable de Dios y Su Creación. Ravana, que no entendió estas sutilezas, intentó raptar a Sita y pagó caro por ello. Hacia el final, la esposa de Ravana, Mandodari, dijo: —Ravana: Sri Rama es Dios mismo, y Sita es la encarnación de la Madre Suprema. Has cometido un crimen atroz al raptar a Sita. ¿Qué derecho tienes a tomar lo que pertenece a otro? Arrepiéntete al menos ahora por lo que has hecho. Ve a Rama, cae a Sus pies, pide Su perdón y devuélvele a Sita. Pero, lamentablemente, cuando el desastre llama, la mente se pervierte; así que Ravana ignoró el consejo de Mandodari y luego pagó el precio de su temeridad.

Siendo aspectos de la Divinidad, las gopikas eran propiedad de Dios. A través de sus vidas demostraron cómo Dios y Su propiedad se volvieron uno. En un sentido sutil, el sahasrara con mil pétalos y que representa dieciséis mil aspectos Divinos se deriva del hridaya. Los pétalos y la flor no están separados. El sahasrara es la mente y el hridaya es Dios. Los enormes poderes de la mente pertenecen a Dios, y no pueden apropiarse como uno desee. Disolviendo el ego, la mente debe ofrendarse a Dios en su totalidad. Es este principio el que se describe por medio de los chakras, por un lado, y a través de las gopikas, por el otro. Los yoguis y rishis de antaño entendían todo esto y procuraban elevarse para que los dos chakras se unieran. Esto se describe como ascender del hridaya chakra al sahasrara chakra. Implica la unificación de la mente y el corazón. ¿Por qué los rishis tueron tan insistentes acerca de esta unificación? Porque esta unión conduce a la felicidad suprema. La felicidad es la unión con Dios. El corazón es la sede de Dios, y del corazón nace la mente. Así, la mente es propiedad del corazón. Cuando el Maestro y Su propiedad se unen, hay felicidad suprema.

Krishna creó a las gopikas y montó una escena con ellas para demostrar cómo debemos ir incansablemente en busca de Dios. Las gopikas reconocieron a Krishna como divino y lo describieron de numerosas maneras. Cuando estaban separadas de Krishna, se deprimían mucho. La vida sin Krishna parecía totalmente vacía y sin sentido. En sus corazones oraban: «Oh Krishna, ¿no vendrás a visitarnos al menos una vez?» Krishna finalmente respondió a sus oraciones, y fue donde ellas. Para entonces, los dolores de la separación habían reducido a las gopikas a piel y huesos. Estaban más allá del hambre y la sed. Krishna vio su lamentable condición y dijo: —No deben morir de hambre así. Coman algo. Ellas respondieron: —Krishna, nuestro alimento es la melodía de Tu flauta. No conocemos otro alimento que Tu música. Radha añadió:

«¡Oh Krishna! Canta, por favor, una dulce canción,

y llena nuestros corazones

con palabras nectarinas y felicidad suprema.

Destila la esencia de los Vedas,

transfórmala en música encantadora,

tócala en Tu encantadora flauta,

y cautívanos con Tu melodía.

¡Canta, oh Krishna! ¡Canta para nosotras!»

Así apeló Radha a Krishna. Krishna entonces tomó una pequeña caña de bambú, la convirtió en una flauta y tocó música para las gopikas. Radha fue transportada al colmo del éxtasis, y dijo: —Krishna, este es el momento que he estado esperando tanto tiempo. Ahora estoy satisfecha. Dicho esto, abandonó su cuerpo y se fusionó en Krishna. Después de este incidente, Krishna nunca más tocó la flauta.

Dios se ofrece a Sus devotos exactamente de la misma manera en que los devotos se ofrecen a Él.

Yad bhavam tad bhavati.

«Como ustedes sienten, así se vuelven». Si constantemente claman: «Oh Dios, oh Dios amadísimo», Él responde diciendo: «Oh Mi devoto, Mi devoto queridísimo». (Aplausos) Dios no tiene otro pensamiento que no sea para Su devoto. Si el devoto siempre piensa en Dios, entonces Dios también está siempre pensando en el devoto. Nadie puede interponerse entre los dos. Los Pandavas demostraron esto al mundo. Tuvieron que enfrentar innumerables dificultades, humillaciones y sufrimientos, pero, en medio de todas sus pruebas, nunca olvidaron a Krishna. Siempre decían: «El glorioso Nombre de Krishna es nuestro alimento, agua y néctar». Fue con tales pensamientos que santificaron su tiempo. Para ellos, Krishna siempre estaba primero; todo lo demás venía después. Para los Kauravas, por otro lado, las prioridades eran radicalmente diferentes. Para ellos, primero los Kauravas, luego los parientes y Krishna al final. ¡Dejaron a Krishna y, en el proceso, se perdieron! Esto muestra la importancia de tener a Dios como la prioridad número uno. En la lista de prioridades, el mundo debe venir después de Dios. ¿Cómo puede haber un mundo sin Dios? Dios es Eterno, mientras que el mundo viene y va; por eso se le llama jagat; jagat = ja + gat; viene y va. Permanezcan siempre enfocados en lo permanente, no en lo temporal. Solo entonces podrán llegar a ser inmortales.

Encarnaciones del amor: no es suficiente con hacer japam (canto ritual del Nombre) y dhyanam (meditación). Además, deben tener un profundo anhelo por el Señor, pues solo Él es eterno. Solo de Él pueden obtener la eterna felicidad suprema. No busquen placeres efímeros. No se dejen engañar por falsas atracciones. El mundo es transitorio, y todos los placeres que puede ofrecer también son fugaces. Por eso en el Gita se dice:

Anityam asukham lokam.

«El mundo es ilusorio y está lleno de penurias».

Imam prapya bhajasva Maam.

«Oren constantemente a Mí». El mundo viene y va, mientras que Dios siempre existe. No viene ni se va; no hace entrada ni salida, pues está siempre presente. Por eso las gopikas siempre pensaban en Krishna y oraban a Él constantemente.

Es imposible para cualquiera describir, aunque sea en pequeña medida, el amor de Dios o Su dulzura. Cuanto más lo describen, más notan que es indescriptible. ¿Cómo puede alguien describir lo infinito? En cambio, deben absorberse en la contemplación de la Gloria de Dios, tal como hacían los Pandavas. Por eso Krishna estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ellos.

Una vez, durante su exilio, Dharmaja y Draupadi caminaban por el bosque cuando Draupadi vio un fruto enorme en un árbol. Quería ese fruto porque podía ser una comida sustanciosa para todos ellos. Arjuna pasó por allí y, respondiendo al deseo de Draupadi, derribó el fruto con una flecha. Luego intentó levantar el fruto, pero no pudo; era muy pesado. Dharmaja y Draupadi le ayudaron, pero los tres juntos aún no pudieron levantarlo. Entonces Dharmaja dijo:

«Oh Krishna, ni una brizna de hierba puede moverse sin Tu voluntad;

¿es necesario mencionar todos los detalles?

Desde la diminuta hormiga hasta las vastas galaxias,

eres Tú quien todo lo impregna, y prevaleces en todas partes.

Los ignorantes no se dan cuenta de esto,

y con arrogancia imaginan

que es su inteligencia la que hace girar el mundo.

Pueden ser ingeniosos e inteligentes,

pero, ¿pueden predecir qué pasará y cuándo?

Oh Krishna, nada puede suceder sin Tu divina voluntad». Mientras tanto, Bhima, Nakula y Sahadeva llegaron al lugar. La llegada de Bhima fue recibida con alegría, pues era el poderoso y se podía confiar en él para levantar el fruto. Bhima lo intentó primero de manera despreocupada, usando solo una mano; pero el fruto no se movió. Dándose cuenta de que no era algo tan simple, Bhima entonces hizo un intento serio usando ambas manos, pero nuevamente sin suerte. Los seis intentaron levantar el fruto, pero todo era inútil.

Hay una historia detrás de este inusual fruto. En este bosque vivía un rishi llamado Roma Rishi, cuyo nombre significa el de cabello largo. Fue él quien había cuidado este árbol y estaba realizando intensas austeridades para obtener el fruto. Este fruto era conocido como amrutaphala: al comerlo uno quedaría libre para siempre del hambre y la sed. Por eso Roma Rishi estaba tan interesado en tenerlo. Sentado en meditación, el rishi sintió que algunos intrusos intentaban llevarse el fruto. Su largo cabello desparramado comenzó entonces a extenderse automáticamente en busca de los culpables; una vez localizados, el cabello los ataría. Draupadi se asustó por los mechones de cabello que se acercaban. Oró: —Oh Krishna, que nos salvas todo el tiempo, debes venir a rescatarnos una vez más. No tenemos otro refugio más que Tú.

Krishna llegó rápidamente al lugar, sonriendo como siempre. Preguntó: --Hermana, ¿por qué lloras? Querías el fruto; lo tienes; ¡ahora ve y disfrútalo!. Draupadi respondió: —Krishna, deseé el fruto sin darme cuenta de las implicaciones. Somos humanos y no se puede esperar que estemos al tanto de las consecuencias sobrenaturales. Ahora, debes salvarnos. Krishna entonces dijo: —Draupadi, Mis manos están atadas. Los rishis también me aman, y están constantemente pensando en Mí. Estoy instalado en sus corazones, así que también estoy obligado a ellos. Aunque Krishna parecía estar evadiéndose, ¿era Él de los que abandonarían a los Pandavas tan fácilmente? No, y se le ocurrió un ingenioso truco que salvaría a los Pandavas de la ira de Roma Rishi. Todo lo que Dios hace o dice es siempre para el beneficio de Sus devotos; nunca está motivado por consideraciones personales o egoístas. Krishna dijo: —Ahora todos ustedes, incluyendo a Draupadi, vayan a la ermita de Roma Rishi y presenten sus respetos al Santo. No tengan miedo. Solo vayan allí, y yo los seguiré pronto. Pase lo que pase, guarden silencio, especialmente después de que Yo llegue. Tengan cuidado, permanezcan callados todo el tiempo.

Los Pandavas fueron a la ermita, de acuerdo con el plan maestro de Krishna. Allí encontraron al rishi furioso y listo para maldecir. Enojado, el rishi preguntó a los Pandavas: —¿Quiénes son y de dónde vienen? Precisamente en ese momento, Krishna entró en la choza del rishi. Roma Rishi se apresuró a dar la bienvenida a Krishna, diciendo: —¡Señor, qué afortunado y dichoso soy de tenerte visitando mi humilde morada! El sabio estaba rebosante de alegría. Mientras tanto, Krishna pareció sorprendido de ver a los Pandavas allí. Instantáneamente comenzó a postrarse con gran reverencia ante ellos, uno por uno. Incluso se postró a los pies de Draupadi. El rishi quedó atónito al ver todo esto. Se dijo a sí mismo: «Krishna es verdaderamente Dios, y se está postrando ante estas personas. ¿Significa eso que estas personas son incluso más grandes que Dios?». Pero no pasó mucho tiempo analizando lo que estaba sucediendo. Obviamente, los visitantes debían ser seres exaltados. Así que, siguiendo el ejemplo de Krishna, él también comenzó a postrarse ante los Pandavas, uno por uno. Habiendo hecho esto, ¡ya no podía maldecirlos! Eso simplemente no se hace; no se maldice a aquellos a quienes se ha ofrecido salutación. La ira del rishi disminuyó rápidamente, incluso mientras Krishna cantaba shanti. Por cierto, shanti siempre se canta tres veces. ¿Saben por qué? Porque uno quiere paz en el nivel del cuerpo, la mente y el alma. El rishi entonces preguntó a Krishna: —Señor, ¿cuál es todo este misterio? No hay nadie más grande que Tú y, sin embargo, ¡te estás postrando ante estos humanos! ¿Cuál es el significado profundo de esto? Krishna sonrió y respondió: —Oh, noble, Yo habito en las mentes de Mis devotos. Soy el cautivo de Mis devotos. Estos Pandavas tienen una devoción extraordinaria por Mí. No importa cuál sea la circunstancia, nunca Me olvidan. ¡Estoy bajo el control de tales devotos! El sabio comprendió la grandeza de los Pandavas y dijo: —Por favor, tomen ese fruto; no lo necesito. El rishi entonces les deseó a todos una larga vida; no solo larga, sino muy larga, feliz y serena. Efectivamente, los Pandavas fueron felices hasta el final. Con este episodio en particular, Dios enseñó una importante lección a la humanidad. Si tienen devoción firme por Dios, no hay nada que no puedan lograr. Dios mismo vendrá corriendo a ayudarlos. Numerosos incidentes de este tipo ocurrieron durante la encarnación de Dios como Krishna.

Aquí hay otro ejemplo de la ilimitada compasión de Krishna. El noveno día de la guerra de Kurukshetra, Bhishma hizo el terrible juramento de exterminar a todos los Pandavas antes del atardecer del día siguiente. Draupadi se enteró de esto y se perturbó mucho. Le dijo a Krishna: —Oh Señor, esto no debe suceder. Tienes que hacer algo. No sé cómo, pero debes asegurarte de que yo no me convierta en viuda. Krishna sonrió y fue evasivo. Solo dijo: —Espera y ve qué pasa. Dios puede parecer evasivo, pero cuando apelan a Él con profunda sinceridad, es seguro que responderá.

Llegó la noche, y la calma descendió sobre el campo de batalla. Todos se habían retirado a sus respectivos cuarteles. En su tienda, Bhishma estaba inquieto y caminaba de un lado a otro. Mientras tanto, Krishna se aproximó a Draupadi y dijo: —Este es el momento. Bhishma no puede dormir y está paseando de un lado a otro en su tienda. Está arrepintiéndose del juramento que ha lanzado. Debes entrar en su tienda en este mismo momento y arrojarte a sus pies. —Draupadi asintió y comenzó a avanzar hacia la tienda de Bhishma. Llevaba puestas unas sandalias especiales usadas por la realeza, que hacían un ruido chirriante. El sonido se podía escuchar claramente en la quietud de la noche. Krishna le señaló a Draupadi que se detuviera y dijo: —Si Bhishma oye este ruido, sabría que se acerca una dama. No debe saber de tu llegada. Así que quítate las sandalias y dámelas. Draupadi hizo lo que se le indicó. Krishna recogió las sandalias, las envolvió en su tela de arriba y comenzó a caminar detrás de Draupadi, a cierta distancia.

Silenciosamente, Draupadi entró en la tienda de Bhishma. Absorto en sus pensamientos, Bhishma no notó su entrada. Inmediatamente al entrar, Draupadi se arrojó a los pies de Bhishma. Al hacerlo, las pulseras en su mano hicieron un ruido. Bhishma escuchó el ruido y se dio cuenta de que ante él se estaba postrando una dama. Sin pensarlo dos veces, bendijo a la dama a la manera tradicional: —Que tengas una vida matrimonial larga y feliz. Draupadi se sintió feliz cuando escuchó la bendición, pensando «esto es suficiente para mí», y se levantó. Fue entonces cuando Bhishma se dio cuenta de a quién había bendecido. Exclamó: —¡Qué! ¿Tú, aquí a esta hora? ¿Quién te trajo? Draupadi respondió: —¿Quién más sino Krishna? Él es quien sugirió esta estrategia para evitar la masacre de mis esposos. Me has bendecido con una vida matrimonial larga y feliz, así que ahora tienes que perdonar a mis esposos. Precisamente en ese momento, entró Krishna. Bhishma estaba feliz por el giro de los acontecimientos, aunque significaba retractarse de su juramento. Los Pandavas eran hombres ideales y grandes devotos del Señor. Dios, en Su Misericordia Infinita, había puesto en escena una actuación, como resultado de la cual los Pandavas ahora estaban seguros.

Bhishma estaba cansado, habiendo caminado de un lado a otro durante mucho tiempo. Se sentó y dijo: —Krishna, ¿has traído algo de comer para mí? Parece que llevas un bulto colgado en tu hombro. ¿Por qué no lo abres y me das algo de la comida que contiene? Krishna sonrió y dijo: —¿Crees que es Mi trabajo traerte la comida? Este bulto no contiene comida, sino las sandalias de Draupadi. Las cargué para que no hubiera ruido cuando Draupadi entrara en tu tienda. Krishna entonces abrió el bulto y las sandalias cayeron al suelo. Las lágrimas inundaron los ojos de Bhishma. Con una voz cargada de emoción, dijo:

—Señor, ¡no hay límite hasta dónde estás dispuesto a llegar para salvar a Tus devotos!

El Avatar está más allá de las mezquinas consideraciones mundanas, y dondequiera estén involucrados los devotos, ninguna tarea es demasiado insignificante o baja para Él.

Hará lo que debe hacerse, en cualquier momento y en cualquier lugar. La protección y el bienestar de los devotos es Su prioridad número uno. Krishna siempre protegió a los Pandavas, y ellos, por su parte, adoraban a Krishna con gran sentimiento. El Nombre de Krishna estaba siempre en sus labios. En sus mentes, el Señor estaba siempre en primer plano. El sentimiento era mutuo, y Krishna también se preocupaba constantemente por el bienestar de los Pandavas. Como es el sonido, así es el eco. El anhelo del Señor por el devoto coincide con el anhelo que el devoto tiene por el Señor. Dios es inescrutable. La gente piensa: «¿Cómo puede Dios hacer cosas tan bajas?» Dios no tiene tales distinciones o gradaciones. Por el bienestar de Sus devotos, Dios está dispuesto a hacer cualquier cosa. Sin devotos, ¿dónde estaría Dios? La grandeza de Dios y sus nobles actos se deben todos a los devotos.

Se han reunido aquí muchos de ustedes. ¿Por qué han venido? Por una sola razón. Han venido por aquello que no tienen, que no puede obtenerse en casa, que no está disponible en su pueblo o ciudad, o incluso en su país. ¿Qué es? ¡El puro amor Divino, o el prema de Sai! Esa es la razón por la que todos han venido, no porque alguien los invitara. [fuerte aplauso] ¡Lo que no tienen es el prema de Sai o amor desinteresado! ¡Lo que no pueden obtener en su pueblo, ciudad o país es el prema de Sai! Ese amor está disponible solo aquí, y es en busca de eso que todos han venido. En resumen, han venido en busca de algo que desean desesperadamente pero no pueden obtener en ningún otro lugar. Habiendo venido en tal búsqueda, recojan todo lo que puedan antes de regresar. Llenen sus corazones con este amor divino. Sin devotos, ¿dónde estaría Baba? Y sin Baba, ¿dónde estarían los devotos? Hay un vínculo inquebrantable entre Baba y Sus devotos. Los dos son inseparables e interdependientes. Los devotos son la vida misma de Baba. Asimismo, Baba es la vida misma de Sus devotos. Las dos vidas tienen el mismo aliento. Si comprenden profundamente este principio, entonces, dondequiera que estén, siempre disfrutarán de la protección de Baba. Aquellos que son firmes y constantes en su devoción nunca enfrentarán problemas ni dificultades. Seguramente, deben haber oído o leído muchas historias ilustrando que aquellos que depositan plena fe en Dios y son siempre puros, nunca sufren daño alguno. Ustedes deben tener una devoción constante, pura y sin mancha.

Su corazón debe mantenerse firme como una roca. Hay rocas en muchas costas del mar. Enormes olas golpean constantemente contra estas rocas, pero las rocas permanecen firmes. Las olas golpean repetidamente las rocas, pero estas no ceden. Su corazón debe ser como esas rocas en la costa del mar. Pueden ser constantemente bombardeados por problemas mundanos, pero su fe en Dios debe permanecer firme como una roca. Esa es la verdadera devoción.

Encarnaciones del amor: pueden renunciar a todo, pero nunca renuncien a Dios. ¡No olviden a Dios! Graben esta lección en sus corazones. Dios es su seguro más garantizado, y su fuente de protección.

Al concluir el discurso, Bhagavan cantó el animado bhajan, «Subrahmanyam», ¡a un ritmo vigoroso!


Traduccion SBd