11. 24/05/00 Ser querido por el Señor | 24 de Mayo de 2000
 ***************************************************
Anapeksah Sucindaksa Udasino Gatavyathah
Sarvarambha Parityagi Yo Madbhakiah Same Priyah
«Aquel que es totalmente libre de deseos,
absolutamente puro,
firme en su determinación,
completamente desapegado,
inmune a los vaivenes del tiempo,
y que ha renunciado a la pompa y la ostentación;
ese es querido por Mí».
BHAGAVAD GITA: (12.16)
Encarnaciones del amor:
Dios ama profundamente a aquellos que poseen las cualidades enumeradas en este verso de la Bhagavad Gita.
Anapeksha significa que el devoto está más allá de los deseos o expectativas. ¿Es posible que la gente, atada como está al cuerpo y a los sentidos, esté completamente libre de deseos? Difícilmente. Siempre habrá algún deseo u otro. Sin embargo, debemos ejercer control sobre los deseos que tenemos. ¿Qué tipo de deseos están permitidos? Recordemos lo que Krishna dice al respecto. Él afirma que todas las acciones justas son divinas. Así, entre los deseos permitidos, el mejor es el deseo de tyaga o sacrificio. El anhelo por el dharma también es importante. El deseo por Dios es obligatorio. Aunque lo que verdaderamente debe desearse está muy claro, la gente tiene expectativas y deseos muy variados. Mientras que algunos consideran que ser justos es muy importante, otros piensan que alcanzar la grandeza mundana es el mejor de los objetivos. Algunos incluso intentan combinar estos dos propósitos. En verdad, nadie tiene la libertad ni la autoridad para hacer lo que quiera. Debemos hacer exactamente lo que el Señor dice.
El Señor ha declarado claramente que desea que alcancemos el estado de anapeksha. ¿Cómo se logra esto? Lo hacemos restringiéndonos estrictamente a actividades justas, realizando dichas acciones exclusivamente para el placer del Señor y ofreciendo todas esas acciones en su totalidad al Señor. Las acciones realizadas con este espíritu trascienden ampliamente los deseos y expectativas mundanas. Por lo tanto, la palabra anapeksha no debe interpretarse en un sentido muy rígido. Lo que realmente significa es tener el impulso irresistible de trabajar solo para el Señor y para Su único placer. Sin embargo, esto no significa que podamos hacer cualquier cosa. Nuestras acciones deben ser tales que le agraden a Él y obtengan Su aprobación. Si un devoto se conduce de esta manera, se vuelve querido por el Señor.
La segunda cualidad que el devoto debe poseer es shuchi o pureza. ¿Qué tipo de pureza espera el Señor de nosotros? ¿Es pureza exterior o interior? Ambas son necesarias. Dios ama la pureza; la pureza es divindad. Sin embargo, no podemos limitarnos solo a la pureza exterior; la pureza interior también es muy necesaria. De hecho, es de suma importancia. Dios es omnipresente. Está presente tanto en el exterior como en el interior. Entre ambos, primero debemos intentar reconocer el Principio Divino que está dentro.
He aquí un ejemplo. Hay un recipiente de bronce que usamos para preparar sopa. Si el recipiente no está estañado por dentro, la sopa se echará a perder e incluso podría volverse tóxica. Nuestro corazón es como ese recipiente de bronce. Este recipiente debe estar recubierto por dentro con prema. Si se toma esta precaución, el interior estará limpio. La pureza interior es esencial para lograr la pureza exterior. ¿Qué significa exactamente la pureza exterior? No se trata de lavarnos con agua y jabón. Significa realizar un servicio desinteresado a la sociedad y hacer dicha acción para el placer de Dios. Solo tal servicio produce pureza exterior. Si falta la pureza interior, el servicio prestado estará inevitablemente teñido de egoísmo, lo que disminuirá la pureza exterior.
La tercera cualidad que el devoto debe tener es daksha o una determinación fuerte e inquebrantable. ¿Qué tipo de determinación debemos tener? Debemos decir: «Pase lo que pase, no descansaré hasta que logre esto o aquello». Este es el tipo de resolución que debemos tener. Swami dice ocasionalmente:
Habiendo resuelto lo que debe hacerse,
persiste hasta que lo logres.
Esto es determinación.
Habiendo deseado lo que debe ser,
persiste hasta que se cumpla.
Esto es determinación.
Habiendo preguntado lo que debe ser,
persiste hasta que lo obtengas.
Esto es lo que significa determinación.
Habiendo pensado lo que debe ser,
persiste hasta que el pensamiento se concrete.
Tal es la cualidad de la determinación. Al final, ¿qué debería pasar?
¡Por pura insistencia,
el Señor debe ceder a tus deseos!
Persevera, sé tenaz y nunca te rindas.
No es característico de un devoto retroceder,
abandonando su resolución.
¿Qué significa determinación? Significa tener la firme resolución: «Definitivamente, debo ver a Dios, tener a Dios y obtener Su Gracia». Dios ama profundamente al devoto que tiene tal determinación firme.
Luego viene udasina, que significa desapego. Debemos estar totalmente desapegados con respecto a lo que hacemos. Podemos realizar cualquier tipo de trabajo; por ejemplo, podemos estar involucrados en actividades de servicio. Sin embargo, no debemos tener ninguna expectativa de ningún tipo (incluyendo el resultado), ni buscar recompensa, elogios, aprecio, etc., por lo que hacemos. Especialmente cuando trabajamos para organizaciones de servicio, debemos ser muy cuidadosos; no debemos tener ningún anhelo de fama o prestigio. No debemos buscar elogios ni respeto. No debemos lamentar: «¡Estoy trabajando tan duro y haciendo tanto, pero no se menciona nada de esto en los periódicos!». Si realizamos nuestro trabajo con tales anhelos y expectativas, entonces el bien que podríamos estar haciendo se anula, y la santidad del trabajo se destruye. Por lo tanto, debemos realizar el trabajo de servicio con sinceridad, siendo inmunes al éxito y al fracaso, a los elogios y a las críticas.
Después, gatavyatha; esto significa ser impermeables a los altibajos provocados por el tiempo. Adquirir esta particular virtud también requiere una fuerte determinación. No debemos preocuparnos por el pasado ni inquietarnos por el futuro. ¿Por qué todas esas reflexiones inútiles? No importa cuánto pensemos, reflexionemos o nos preocupemos, las penurias del pasado no pueden corregirse ni enmendarse. En cuanto al futuro, nadie puede decir nada definitivo al respecto, ya que es muy incierto. Estamos ansiosos por lograr algo mañana; ¿hay alguna garantía de que estaremos vivos entonces? ¿Estamos seguros de que estaremos vivos? Nadie puede hablar con certeza sobre tales asuntos. Por lo tanto, ¿cuál es el sentido de preocuparnos por el futuro? El futuro está oculto en el seno del tiempo; nadie puede verlo. Entonces, ¿por qué pasar el tiempo imaginando todo tipo de escenarios futuros? En cuanto al pasado, se ha ido y yace enterrado en las arenas del tiempo. El pasado no puede ser revivido, recuperado ni resucitado. El futuro pertenece al tiempo. ¿Por qué, entonces, desperdiciar tiempo reflexionando sobre el pasado y el futuro? Si queremos pensar, pensemos en el presente. La gente no puede vivir sin pensar. Las olas del pensamiento nos asaltan constantemente. Canalicemos nuestro pensamiento hacia el presente. ¿Por qué? Porque tanto el pasado como el futuro están contenidos en el presente. El presente es una semilla que proviene de un árbol llamado pasado. Esta semilla también contiene el árbol llamado futuro. Por lo tanto, el presente es muy importante, siendo la encarnación tanto del pasado como del futuro; por ello, sigamos el presente.
Aquel que habla y se conduce
juzgando correctamente la situación y las circunstancias,
sin lastimar a los demás
y sin ser lastimado,
ese es sabio y bendecido.
No nos preocupemos por el futuro, concentrémonoss en el presente. Si cuidamos adecuadamente el presente, el futuro está destinado a ser brillante; de eso ustedes pueden estar seguros.
Por último, sarvarambha parithyagi, lo que implica una renuncia total. ¿Quién es un verdadero renunciante? Aquel que permanece perfectamente sereno en todo momento y bajo todas las circunstancias. Esa persona está más allá de la pompa y la ostentación. Dios se aleja de la persona ostentosa. De hecho, el exhibicionismo es lo primero a renunciar. La pompa es una señal segura de rajo guna (tendencia a ser impulsivo y agresivo). El anhelo de ostentación es el punto de partida de todos los deseos. Buscar publicidad es un reflejo de deseos mundanos. No persigamos metas mundanas, ya que representan lo temporal y lo evanescente. Evitemos la pompa, el espectáculo y la publicidad. Krishna declaró que tal asceta es querido por Él.
Hoy en día, en todas partes se trata de espectáculo y publicidad. La gente puede gastar solo cinco rupias en caridad, pero está dispuesta a invertir quinientas rupias en publicitar su acto en los periódicos. ¿No es esto un mero espectáculo? Solo aquel que busca fama necesita publicidad; por otro lado, quien está verdaderamente interesado en el servicio no tiene necesidad de ella. No anhelemos publicidad. Mientras estemos detrás de la pompa, nunca podremos experimentar la felicidad suprema del Atma. ¿Cómo puede alguien que es ignorante del Uno Mismo ganarse el amor de Dios? Mientras buscamos la Gracia de Dios, debemos ser muy pacientes en todo y en cada aspecto. Solo entonces se puede decir que estamos transitando el camino espiritual; solo entonces seremos merecedores de la atención de Dios.
Encarnaciones del amor: si desean ser merecedores del amor de Dios, sus acciones deben ser coherentes con el amor. Es imposible asegurar el amor de Dios sin acciones apropiadas y sagradas. ¿Puede alguien que siempre está anhelando recompensas sentirse verdaderamente feliz? La única compensación que debemos buscar es el placer y la alegría de cumplir correctamente con nuestro deber. La alegría del servicio es la verdadera recompensa. Si vamos en contra del mandato de Dios, todo está destinado a salir mal.
Yad bhavam tad bhavati.
«Como es el sentimiento, así es el resultado». Si deseamos el amor de Dios, nuestras accione deben coincidir y ser compatibles con nuestro deseo. Si no queremos el amor de Dios, estamos en libertad de hacer lo que nos plazca. Sin embargo, si el amor de Dios es lo que queremos, debemos actuar de manera apropiada. En este mundo, primero debemos pagar el precio antes de adquirir la autoridad para poseer lo que deseamos. Vamos a una tienda a comprar una toalla. El tendero nos dice que cuesta veinte rupias. Cuando pagamos veinte rupias en efectivo, el tendero envuelve la toalla y nos la entrega. ¡Sin efectivo, no hay toalla! Dios también sigue un procedimiento de «transacción» similar. ¿Qué tipo de «negocio» hace Dios? ¡El negocio divino! Si obedecemos amorosamente el mandato de Dios, estamos seguros de recibir amor. El amor de Dios no tiene limitaciones ni estipulaciones. Solo una condición: primero damos y después recibimos. Como dijo Swami anteriormente:
Ofrece servicio desinteresado,
y recibe amor.
|