01. 20/05/96 am La educación y la inmortalidad | 20 de Mayo de 1996
Brindavan
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La verdadera educación espiritual
es la que asegura la paz universal,
disipa la estrechez de la mente
y fomenta la unidad, la armonía y la cooperación.
Estudiantes, encarnaciones del amor:
Es el deber primordial de todo estudiante transformar cada actividad de su vida en una actividad de fortaleza y belleza. Lamentablemente, el sistema educativo de hoy no logra nutrir las cualidades de integridad, unidad y amor, que son las características distintivas de la verdadera educación. Los estudiantes deben darse cuenta de que su vida se desvanece rápidamente como el hielo, ya sea que se esfuercen por mejorar o no.
Los estudiantes de hoy están ciegos al propósito de la vida. Algunos ni siquiera sienten el dolor de ignorar el propósito de la existencia. Solo uno entre un millón o uno entre diez millones se esfuerza por comprender la esencia de la vida. Este esfuerzo es el primer paso para descubrir el propósito de la vida. Muchos estudiantes y muchas personas creen que la obtención de alimento, ropa, refugio, dinero y comodidades constituye el propósito mismo de la vida. La vida seguirá siendo una tragedia mientras el ser humano permanezca bajo este error de concepto. El día en que comprende el propósito de la vida, experimenta una transformación total, pasando del dolor (vedana) a la liberación del dolor (nirvedana). Cuando uno toma conciencia de la luz, adquiere sabiduría y comprende el significado de la existencia, es transportado de la agonía al éxtasis. Aquí, la luz no se refiere a la del sol, la luna o una lámpara, sino a la luz del corazón. La sabiduría no se refiere a la sabiduría científica, sino a la iluminación que surge de la transformación del corazón. ¿Y qué hay de la existencia? La conciencia de la propia realidad verdadera es el significado adecuado de la existencia. La conciencia de la propia realidad radica en comprender que uno no es el cuerpo, la mente ni los sentidos. El verdadero descubrimiento consiste en entender que el ser humano se basa en un principio trascendental que va más allá de los límites de la materia.
El ser humano debe investigar con seriedad la presencia de la Divinidad en la vida humana. La conciencia del propio deber equivale a la conciencia de la Divinidad en la vida humana. Los estudiantes de hoy están ciegos a estos principios del deber, que son divinos. No muestran gratitud siquiera a los médicos que han aliviado en sus hogares a un paciente enfermo o a un animal. Argumentan que no necesitan estar agradecidos al médico porque es el deber de este aliviar al paciente que sufre. Pero recordemos que el paciente también tiene un deber. La violación flagrante del deber no nos lleva a ninguna parte. Es nuestro deber mostrar gratitud a la madre que nos nutrió en el útero y cuidó de nuestro bienestar después de nuestro nacimiento. Pero los estudiantes modernos no tienen sentido de gratitud. Por el contrario, cuestionan por qué deberían estar agradecidos a la madre, quien, en su opinión, está obligada a cuidarlos. Que cada estudiante comprenda que es su deber cuidar de su madre, así como ella lo cuidó anteriormente.
Incluso el gran emperador griego, Alejandro, albergaba la noción errónea de que no era necesario estar agradecido a quienes realizaban buenas acciones por sentido del deber. Pero ese mismo Alejandro tuvo el buen sentido de darse cuenta de que, mientras todo amor humano está marcado por el egoísmo, solo el amor divino está completamente libre de egoísmo. Nada en el mundo creado por el ser humano puede igualar la gloria, la grandeza y la majestuosidad de Dios. ¿Puede algún foco de alta potencia igualar el brillo inigualable del Sol? ¿Puede alguna bomba en el mundo suministrar tanta agua como la que proporciona una fuerte lluvia? ¿Puede algún ventilador en el mundo dar tanta frescura como la que ofrece el dios del viento? Los dones de Dios son abundantes, generosos y más allá de cualquier comparación.
Pagamos impuestos por todas las facilidades que se nos proporcionan. Pagamos un impuesto por el agua al municipio, que nos proporciona agua. Pagamos un impuesto al departamento de electricidad por proveernos de energía. Pero, ¿qué impuestos estamos pagando al gran Señor que nos proporciona energía, luz y viento sin fin? Cuando pagamos impuestos a los diferentes departamentos por los servicios prestados, ¿no es nuestro deber pagar a Dios el impuesto de la gratitud? No mostramos ninguna gratitud a Dios, quien nos ha regalado los cinco elementos, que nunca se agotan. De hecho, debería ser nuestro deber primordial mostrar nuestra gratitud a Dios, quien nos da tanto, en abundancia y sin fin. Es la ausencia de tal gratitud lo que causa la agitación y la confusión en el mundo de hoy. Tenemos que enfrentar las consecuencias de nuestras malas acciones porque cada acción tiene una reacción, un eco y un reflejo. La toma de conciencia de este hecho por parte de todos traerá abundante paz y armonía.
El ser humano está dotado de una fuerza sin fin. Su cuerpo es, en efecto, un generador masivo. Su rostro es como un televisor. Pero el ser humano ha perdido su valor en el mundo de hoy. Es el ser humano quien otorga valor a un diamante. Es el ser humano quien desentierra una piedra en bruto y la convierte en un invaluable diamante tras procesarla y pulirla. Aunque el ser humano ha sido capaz de transformar una piedra en bruto y barata en un diamante de gran valor, él mismo carece de valor a pesar de contribuir significativamente al valor añadido del diamante.
La educación moderna no confiere ningún valor al ser humano. Incluso el rico significado de una palabra como vidya ha perdido su prístina gloria. Las sílabas «vid» y «ya» están cargadas de un importante significado. Vid significa luz y ya significa eso. Por lo tanto, vidya significa «aquello que otorga luz». El sistema educativo actual nos mantiene en la oscuridad en lugar de arrojar iluminación. La verdadera educación es aquella que está en consonancia con la declaración védica: «Tamasoma jyotirgamaya» (Guíame de la oscuridad a la luz). Pero los sistemas educativos de hoy, en lugar de disipar la oscuridad de la ignorancia, han hecho a los estudiantes ciegos y sordos. Los estudiantes tienen ojos, pero no ven. Tienen oídos, pero no oyen. Tienen mentes, pero son tan deficientes como los mentalmente perturbados. Uno ha perdido la fe en sus propios ojos, oídos y mente. El ser humano ha comenzado a engañarse a sí mismo. Hoy ve con los ojos de los demás, oye con los oídos de los demás y piensa con las mentes de los demás. ¿Cómo puede llamarse humano a alguien que ha perdido la fe en sus propios ojos, oídos y en sí mismo? ¿Qué puede lograr tal persona en la vida?
¿De qué sirve todo el elevado aprendizaje?
¿Quién puede borrar el pergamino escrito en la frente por Dios?
Cuando se albergan malos pensamientos en la cabeza,
la mente se vuelve obtusa e inútil.
Vidhyarthi (un estudiante) es aquel que contribuye sustancialmente al bienestar y la prosperidad de la sociedad. Es: vidya + arthi, un verdadero buscador del aprendizaje. Lamentablemente, hoy busca placeres sensuales en lugar de buscar el verdadero aprendizaje. ¿Por qué deberían tales estudiantes ingresar a instituciones educativas, que son templos del aprendizaje?
La educación de hoy se confunde con el aprendizaje libresco. Es la espiritualidad la que otorga excelencia a la educación. La educación desprovista de espiritualidad es un desperdicio absoluto. Grandes hombres de aprendizaje como Bipin Chandra Pal y Rabindranath Tagore nacieron en Bengala. En el mismo estado nació Sri Ramakrishna Paramahamsa, quien no tenía ninguna escolaridad. Aunque era analfabeto, es más recordado en Bengala que eruditos como Bipin Chandra Pal y Rabindranath Tagore. Es el poder espiritual de Ramakrishna Paramahamsa lo que le ganó un lugar eterno en los corazones de la gente. Cada fragmento de aprendizaje debe basarse en los cimientos de principios éticos, dhármicos y espirituales. La educación que no se fundamente en estos principios se derrumbará y se volverá inútil.
Ellos pueden ser hombres de eminencia,
con títulos de maestrías y licenciaturas a su nombre.
Pueden ser hombres de excelencia,
dotados de riqueza y mérito.
Pueden ser hombres perfectos,
dotados de salud y fuerza perfectas.
Pueden ser hombres de austeridades,
recitando los Vedas con celo religioso.
Pero nunca podrán igualar la excelencia y el esplendor
de los devotos de Dios.
Es por la fuerza de la devoción que incluso personas comunes se elevan a un estatus extraordinario.
Este curso de verano trata sobre la cultura y la espiritualidad indias. ¿Qué es la cultura india? La cultura india es la síntesis armoniosa de las cualidades éticas, dhármicas y espirituales. El eminente erudito Elliot, tras una sólida investigación, definió la cultura como una «forma de vida». Esta definición no es ni apropiada ni adecuada, ya que no define adecuadamente el alcance de la vida. No menciona si la vida se refiere a la animal, humana o subhumana. La cultura radica en ver la unidad en la diversidad, con una fe profundamente arraigada en la unidad de la vida. Debemos nutrir la fe en el sentimiento de la casta de la humanidad y la cultura del amor. Aquí, la cultura del amor no se refiere al amor corporal que marca la relación entre la esposa y el esposo, entre los hijos y los padres, y entre los amigos. El hijo, aunque amó a su madre con todo su corazón, tras la muerte arroja su cuerpo a la pira ardiente y lo consigna a las llamas sin ninguna piedad. ¿Cómo puede tal amor llamarse amor verdadero? Todas estas relaciones pueden, en el mejor de los casos, denominarse apego y no amor.
Los apegos surgen y desaparecen en el transcurso de la vida. Pero el amor existía incluso antes del nacimiento y perdurará después de la muerte. Los apegos son como nubes pasajeras que se desvanecen rápidamente. No hay amor entre el esposo y la esposa antes de que se casen. No hay amor entre la madre y el hijo antes del nacimiento del hijo. Solo el amor divino existe antes del nacimiento y perdura después de la muerte. El amor verdadero es incontaminado, sin manchas, sin adulterar, sin polución, eterno, perenne, puro e inmaculado. Solo el amor divino no está teñido por el egoísmo ni el interés personal. Es esta fe en la gloria del amor y de la Divinidad lo que distingue a la cultura india.
La cultura es universal en su alcance y significado. No debemos afirmar ni discutir que la cultura india es superior a todas las demás culturas del mundo. Debemos tener una fe firme en el mandato: «Todos son uno. Sé igual para con todos».
Juntos viviremos.
Juntos nos moveremos.
Juntos creceremos en esplendor.
Juntos viviremos en armonía y concordia,
sin conflictos ni peleas.
Debemos fomentar los nobles sentimientos expresados en este tipo de máximas védicas. Lamentablemente, las instituciones educativas de hoy no nutren estos nobles sentimientos en los estudiantes. Están puramente orientadas académicamente y descuidan los valores más elevados de la vida. Estas instituciones imparten solo el conocimiento de las asignaturas, y pierden de vista el objeto de la vida. El aprendizaje impartido abarca lo físico y lo superficial. Es como una cámara que fotografía solo lo físico y lo aparente, sin sondear los recovecos interiores. El verdadero aprendizaje es como una cámara de rayos X, que revela los detalles más profundos con perfecta fidelidad. Nuestra mente debe ser como los rayos X, con el amor como película, para que pueda capturar la personalidad completa de un ser, con total fidelidad. Una máquina de rayos X sin película no sirve de nada, ya que nada puede capturarse sin una película. Del mismo modo, una mente desprovista de amor no sirve de nada. El amor no cambia con el tiempo. Es permanente y eterno. Pero el amor de la gente de hoy es transitorio y efímero, y puede expirar en cualquier momento. Tal amor no es digno de ser llamado amor en absoluto. El amor verdadero soporta pruebas y turbulencias, pérdidas y dolor, y trasciende toda circunstancia difícil. No debemos olvidar a Dios bajo ninguna circunstancia, por difícil que sea. Nuestro amor por Dios debe sobrevivir a todo embate. Debemos resistir todas las devastaciones del tiempo y las vicisitudes de la vida. Nuestro amor no debe cambiar ni fluctuar con cada viento que pasa.
Las vidas de eminentes bhaktas (devotos) nos demuestran cuán firme y fuerte debe ser nuestra devoción. La vida de Prahlada es un testimonio de la verdadera devoción a Dios. Aunque fue severamente torturado por su padre, Hiranya Kashyapa, Prahlada se mantuvo firme como una roca, inquebrantable en su devoción a Vishnu. Los maestros de Prahlada acudieron a Hiranya Kashyapa y le expresaron su incapacidad para desviar la mente de Prahlada:
«Oh, gran señor de los demonios,
aunque atravesado por espadas afiladas,
tu hijo no derrama una sola lágrima.
En cambio, reza: “Oh, Hari, destructor de demonios”».
Aunque era de tierna edad, Prahlada plantó a Dios firmemente en su corazón y resistió todo dolor y estrés. Los padecimientos físicos no tuvieron efecto sobre él y no redujeron su devoción. La mente inmersa en el amor de Dios está más allá de cualquier conmoción o tensión, como el paciente anestesiado que no siente las incisiones de los instrumentos quirúrgicos. Solo un amor de este tipo puede ser victorioso al final. El dolor es parte de la vida y debe aceptarse a cualquier costo. El placer es un intervalo entre dos dolores. Pero hoy, la devoción de la gente vacila con cada circunstancia difícil. Cuando nuestros deseos se cumplen, instalamos muchas imágenes para la adoración; y cuando nuestros deseos no se cumplen, arrojamos todas las imágenes. Debemos cultivar el temperamento que nos haga ver el placer y el dolor por igual. Tanto el dolor como el placer son regalos de Dios, pues no hay placer sin dolor ni dolor sin placer. La cultura radica en ver esta unidad del dolor y el placer.
¿Qué son la cultura y la espiritualidad? La cultura marcada por la unidad es espiritualidad. La cultura y la espiritualidad nos permiten percatarnos de nuestra verdadera naturaleza. El aprendizaje secular debe combinarse con la espiritualidad. Solo una mezcla armoniosa de lo secular y lo espiritual otorga belleza y resplandor a la vida. No debemos aprender solo para llenar nuestros estómagos, sino también para llenar nuestros corazones con la felicidad suprema. El alimento ingerido llena solo el estómago y no llena la mente, pero el alimento espiritual llena la mente y otorga eterna felicidad.
La inculcación de la moralidad es muy importante en la vida. Los estudiantes llevan vidas castas y disciplinadas mientras viven en el albergue, pero llevan una vida completamente diferente una vez que lo abandonan. Sus vidas deben estar marcadas por la disciplina y la moralidad, ya sea que vivan en el albergue o fuera de él. Sus vidas deben vivirse en consonancia con el mandato de la conciencia. Deben permanecer iguales, ya sea que se les observe o no, se les note o no.
La gloria de una raza descansa en la moralidad.
La decadencia de la moralidad
trae también la degradación de la raza.
Esa raza es, en verdad, una noble raza
que busca sustento en la moralidad.
Escuchen esta noble verdad, oh, valientes hijos de Bharath,
oh, valientes estudiantes de Bharath.
Aunque es difícil refrenar la mente, se la puede desviar. Cuando la mente inmersa en el mundo secular se desvía hacia la Divinidad, gana en fuerza moral. La mente inmersa en los asuntos mundanos los hace prisioneros del mundo, mientras que una mente inmersa en Dios asegura su liberación. Su corazón es el candado y su mente es la llave. Cuando giran la llave hacia la izquierda, el candado se traba. Pero si giran la llave hacia la derecha, se abre. Es el giro de la llave lo que marca la diferencia. Por lo tanto, la mente es la causa de su liberación. así como de su esclavitud. ¿Qué es la liberación (moksha)? No es una mansión con aire acondicionado, sino un estado libre de ilusión (moha). La majestuosidad y la moralidad radican en desviar la mente del mundo hacia Dios. Es esto lo que realmente contribuye al progreso y la prosperidad de ustedes.
Estudiantes:
En este curso de verano deben ir más allá de los límites de las asignaturas que estudian en sus aulas. Deben obtener, en este curso de verano, esa sabiduría que asegura para ustedes el esplendor moral y la felicidad suprema.
Uno está dotado de riqueza y rectitud, pero está plagado por la ausencia de descendencia. Otro esta dotado de gran aprendizaje, pero está plagado por el desempleo. La educación de hoy se reduce a mendigar. Si mendigan favores a Dios, Él responderá con seguridad. Es mejor pedirle a Dios que pedirle a la gente.
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