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Discursos dados por Sai Baba

31. 21/11/88 El espíritu de servicio

El espíritu de servicio

El espíritu de servicio

21 de Noviembre de 1988

Prestar un servicio social no significa simplemente limpiar las calles. Cualquiera sea el trabajo que realicen, cualquiera sea el deber que tengan que cumplir como funcionarios o empleados, si llevan a cabo sus obligaciones con eficiencia y devoción, eso también es Seva (servicio social). Quienes ocupan un cargo y realizan sus tareas lo suficientemente bien como para justificar el salario que reciben, están realizando verdadero servicio. Sin embargo, es raro encontrar esa clase de personas. Los empleados buscan despertar la opinión pública cuando piden aumentos salariales, pero no prestan servicios en proporción a los ingresos que reciben.

El servicio desinteresado ennoblece y eleva al hombre. Lo dota de inteligencia y de las habilidades necesarias para refinar la naturaleza humana. Cumplir con el deber propio con diligencia no es suficiente. Los hombres tienen que cultivar otras cualidades, como el amor, la compasión, la equidad y el perdón. Sólo cuando uno posea estas cualidades será capaz de prestar un servicio dedicado.

El sentido de dualismo —lo “mío” y lo “tuyo”— es la causa de todas las alegrías y las tristezas, los gustos y las aversiones experimentados por el hombre. Este dualismo tiene sus raíces en el egoísmo, que lleva a pensar que, mientras uno esté bien, no importa lo que les ocurra a los demás. Una persona egocéntrica, que piensa que su cuerpo, su riqueza y su familia son lo único importante, toma lo verdadero como falso y lo falso como verdadero.

Para librarse de este mal tan arraigado, los hombres tienen que dedicarse al servicio. Deben comprender que el cuerpo les ha sido otorgado para servir a otros y no para atender a sus propios intereses.

El servicio es una expresión de gratitud hacia la sociedad No hay que prestar servicio con una actitud condescendiente o con un objetivo egoísta ulterior. Por no reconocer el carácter sagrado y purificador del servicio, las personas vacilan antes de dedicarse al servicio social. No deben pensar que contribuyen al bienestar de la nación con su servicio. Deben comprender que se están mejorando a sí mismas cuando sirven a otros.

El servicio debe partir de la conciencia de lo que uno le debe a la sociedad. El nombre y la reputación, todas las comodidades que uno disfruta provienen de la sociedad. En ella uno encuentra satisfacción. Siendo así, si uno no sirve a la sociedad, ¿a quién puede servir? La simple gratitud exige que uno sirva a la sociedad, que es la fuente de todos los beneficios que el hombre disfruta.

Las personas que no sienten gratitud son peores que los animales salvajes.

Para prestar servicio no se precisa dinero ni objetos materiales.

El primer requisito es un corazón amoroso. El servicio realizado sin tener el corazón lleno de amor es tan seco como el polvo. Llenen sus corazones de amor. Cuando están repletos de orgullo, todo se ve deformado. Cuando están inmersos en el Espíritu, todo se ve bueno y hermoso. Por olvidar este destino elevado del hombre, las personas están dejando de ser humanas.

La obsesión por el dinero Hoy los hombres están totalmente absortos en ocupaciones que les permitan tener más y más dinero. Se obsesionan pensando que sólo con dinero pueden conseguir todo lo que quieren. Esta obsesión es la principal causa de la crisis que enfrenta la humanidad.

Aunque el dinero es necesario para ciertos fines, no es la fuente primordial de seguridad y felicidad para el hombre. Las personas deberían aprender a llevar vidas buenas con ingresos modestos. La ostentación y el orgullo son los enemigos del desarrollo espiritual.

Thyaga (el espíritu de sacrificio) es fundamental para prestar un servicio dedicado. El orgullo es la primera mala cualidad a la que hay que renunciar. Librarse de las malas cualidades es un verdadero sacrificio; también es yoga (comunión espiritual). Este es el mensaje de la cultura bharatiya. Como esto no se les transmite correctamente a las personas, tienden a tomar por mal camino. No comprenden que, cuando sirven a alguien, en realidad están sirviendo a la Divinidad en diversas formas humanas. Los que sirven a otros tienen que albergar este sentimiento sublime y sagrado.

Esfuércense por ver a Dios en todos.

¡Encarnaciones del Espíritu Divino! Deben comprender que sus actividades de servicio son para su propia purificación y elevación espiritual, y que no tienen nada que ver con Swami. Todas las acciones deberían realizarse con el propósito de purificar la mente y eliminar de ella todas las impurezas. Esta es la enseñanza de Swami. Está mal pensar que sólo con las acciones pueden alcanzar la liberación o redimir sus vidas. Las acciones deben realizarse únicamente para la purificación de Chitta (la Voluntad). Sin pureza de Voluntad, la vida no puede espiritualizarse. El nacimiento humano es el resultado del Karma (la acción). La acción recta conduce al Dharma (la Rectitud). A través del Dharma se ha de realizar la Divinidad. El Nacimiento, la Acción, la Rectitud y Brahmán están relacionados entre sí de este modo.

Los deberes y el servicio Alegar que uno no dispone de tiempo para llevar a cabo actividades de servicio por tener obligaciones con el Estado o por otras ocupaciones no es una excusa válida. Hasta en el trabajo que realizan pueden prestar un servicio. No es necesario ir a los mercados a limpiar la calle. Ese no es el único modo de servir a la gente. Cualesquiera sean sus obligaciones con el Estado, su profesión u ocupación, si cumplen con su deber correcta y eficientemente, eso también es servicio social. Con respecto al servicio, los funcionarios que ocupan cargos altos deberían preguntarse si los servicios que prestan son proporcionales a los salarios que reciben. Entre los empleados o funcionarios, muy pocas veces se ve a alguien que realice la cantidad de trabajo que justifique el salario que recibe. Todos quieren ganar más, pero no están preparados para trabajar más. Deberían comprender que esta clase de actitud implica una traición a la nación. ¿Qué dinero reciben como salario? El dinero público. No cumplir con los deberes hacia el público es una falta grave. Si un maestro da sus clases correctamente, está prestando un verdadero servicio a la nación. Del mismo modo, si un comerciante maneja su negocio pensando en ganar sólo lo suficiente para hacer frente a sus necesidades razonables, estará prestando un servicio público. Cuando esta es la actitud que prevalece, no es necesario alegar que uno se dedica a hacer servicio. El hombre debería contentarse con seguir los dictados de su conciencia.

Den el ejemplo a otras organizaciones de servicio Lo que complace a Swami es que cumplan con sus deberes apropiadamente.

Esto constituye Seva (servicio dedicado). Aprovechen todas las ocasiones de prestar un servicio a la sociedad. Este servicio no debe limitarse a los individuos. Es importante servir a la nación.

No es necesario que averigüen qué clase de servicio deben realizar.

Cada vez que descubran que pueden ayudar a un necesitado, háganlo.

No discriminen entre ricos y pobres o entre merecedores e indignos.

Ofrezcan servicio de acuerdo con lo que requiera la ocasión.

Hoy en las zonas rurales los pobres pasan muchas necesidades.

Por eso, deben ir a las aldeas, organizar actividades de servicio y alentar a la población rural para que participe en ellas. Transmitan a los aldeanos la importancia de la salud y la higiene, y muéstrenles cómo mantener sus casas y sus aldeas limpias y saludables.

Las Organizaciones Sai de Servicio tienen que dar el ejemplo a las entidades que prestan servicio en todo el mundo. En ellas no hay lugar para las diferencias de casta, credo o comunidad. El carácter es algo más grande que la casta. Todas las actividades deben basarse en el amor y el sacrificio. “Digan la Verdad, actúen con Rectitud”. Estos preceptos Upanishádicos sustentaron el modo de vida de Bharat durante siglos. Cuando las personas los cumplan con sinceridad y celo, Bharat volverá a destacarse como un ejemplo para el mundo.

Discurso pronunciado en el Auditorio Purnachandra el 21 de noviembre de 1988.

India es la tierra en la que la dicotomía de “aquello” y “esto”, de “creador” y “creación” fue resuelta en una gran unidad, tanto en la teoría como en la práctica, en las escuelas filosóficas y en las ermitas. Los grandes sabios de la India sabían que el Árbol de la Vida, con sus innumerables ramas que proliferan en forma de pensamientos, palabras y acciones, actitudes, tendencias e impulsos, ¡tiene sus raíces en el cielo! Por eso, cada regla y ritual era considerado sagrado, lleno de pureza, humildad y amor.

—Baba